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administrar durante el transporte médico a 1 o 2 l de solución salina

isotónica [hipotensión permisiva]

) 86 .

Los beneficios de este tipo de

reposición (conseguidos a expensas de hipoperfusión de órganos

vitales y acidosis láctica) incluyen la minimización de 1) el ritmo de

pérdidas adicionales de sangre, 2) la hipotermia por la rápida admi-

nistración de líquidos a temperatura ambiente y 3) la dilución de la

hemoglobina y los factores de coagulación del plasma.

Cuando el paciente está en el quirófano, la mejor manera de

conseguir la expansión del volumen sanguíneo es con sangre fresca

completa (actualmente difícil de conseguir, salvo en antiguos centros

militares con un «banco de sangre directo» de soldados pretipados)

o con el siguiente mejor método: infusión combinada de concentra­

dos de hematíes calentados, plasma fresco congelado, crioprecipita-

dos y plaquetas en una relación suficiente para mantener la

coagulación en nivel normal (p. ej., relación concentrado de hema-

tíes-plasma fresco congelado de 1:1 después del intercambio del

volumen sanguíneo; 10 U de crioprecipitado y plaquetas por cada

10 Ude concentrado de hematíes para el sangrado por coagulopatía).

Recientemente se han publicado casos de administración de factor

VII activado recombinante con cese de hemorragias masivas por

coagulopatía dilucional, pero la indicación y las dosis precisas de esta

sustancia en la resucitación todavía no se conocen (v

. cap. 62)

.

En la transfusión masiva de un paciente con hemorragia grave

durante la intervención quirúrgica, el volumen circulante puede

alternar entre la hipovolemia y la normovolemia, según el progreso

de la intervención y la velocidad a la que el banco de sangre puede

proporcionar los componentes sanguíneos al equipo de anestesia. En

caso de utilizar grandes cantidades de soluciones salinas isotónicas,

en los pacientes con traumatismo craneoencefálico se debe evitar la

sobrehidratación (sobretodo con la solución levemente hipotónica

de Ringer), dado que esto aumenta el edema cerebral y la presión

intracraneal y reduce la perfusión y oxigenación cerebral.

El equilibrio acidobásico del paciente se debe corregir princi-

palmente asegurando una adecuada ventilación y normalizando la

volemia y la composición sanguínea. La acidosis metabólica general-

mente se puede revertir con rapidez mediante la administración

intravenosa de bicarbonato sódico, pero a expensas de un aumento

temporal del sodio (que puede ser beneficioso en los pacientes con

traumatismo craneoencefálico). Para contrarrestar el efecto atrapa-

dor de calcio del citrato de los hemoderivados, se deben administrar

soluciones al diez por ciento de gluconato cálcico o cloruro cálcico

(esta última es la más agresiva en caso de extravasación) siempre que

1) la monitorización de laboratorio o en el propio quirófano muestre

unos niveles bajos de calcio iónico, 2) el paciente reciba hemoderi-

vados a un ritmo de 10 unidades combinadas de concentrados de

hematíes y plasma fresco congelado por hora, 3) la función hepática

(cirrosis) o el flujo sanguíneo hepático (compresión alta de la aorta)

estén comprometidos, o 4) haya una hipotensión refractaria a una

administración aparentemente adecuada de volumen.

Además de asegurar que todos los cristaloides, coloides y

hemoderivados se calientan antes de la infusión (preferentemente

a 40 °C), se debe proceder a calentar la superficie expuesta (mediante

mantas calefactoras y, si es preciso, aumentando la temperatura del

quirófano hasta 26,6 °C). En los pacientes con hipotensión también

se deben descartar otras causas no hemorrágicas del shock, inclu-

yendo las cardíacas/obstructivas (taponamiento, neumotórax a

tensión, embolismo aéreo) y las distributivas (lesión espinal y cere-

bral, anafilaxia, reacción transfusional).

El equipo de anestesia debe administrar depresores del

sistema nervioso central, según tolerancia, para conseguir la

inconsciencia, además de proporcionar soporte vital (p. ej., admi-

nistrar escopolamina si la presión sistólica

<

60 mmHg; ketamina

o midazolam, o ambos, si la presión sistólica es de 60 a 90 mmHg;

añadir fentanilo si está entre 80 y 100 mmHg; y añadir un agente

inhalatorio cuando la presión sistólica se mantenga por encima de

100 mmHg, con una diuresis normal y mínimas variaciones de la

presión arterial con la ventilación mecánica). A menudo se debe

alcanzar una relajación muscular completa aunque no se toleren

dosis completamente anestésicas de los fármacos. Además de los

monitores habituales, las vías arteriales y el catéter venoso central,

los monitores de ondas cerebrales pueden ser útiles.

Agradecimientos

Los autores quieren agradecer al Dr. Alan W. Grogono, antiguo

catedrático y profesor del centro médico de Tulane, y al Dr. Ian

Kucera, antiguo profesor asistente del Texas Tech Health Sciences

Center, Lubbock, Texas, sus contribuciones a las ediciones previas

de este capítulo. También quieren agradecer al Dr. Casey Daste, Dr.

Alex Hellman, y Dr. John Vu su ayuda en la preparación de las

referencias bibliográficas del presente capítulo.

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Fisiología hidroelectrolítica intravascular

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Control de la anestesia

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