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Uso crónico de fármacos analgésicos

y coadyuvantes

Durante la pasada década, la medicación crónica con opioides se

ha tratado ampliamente en la literatura (v. antes en la sección

«Opioides»). Junto con campañas publicitarias agresivas, esto ha

dado lugar gradualmente a una disminución en las inquietudes por

parte de los clínicos respecto al uso de estos fármacos. Como resul-

tado, los opioides se utilizan cada vez más tanto en pacientes con

dolor oncológico como no oncológico. Aunque esto parece justifi-

cado en pacientes oncológicos y en ciertas enfermedades crónicas

destructivas, las indicaciones para el uso de opioides en pacientes

con dolor crónico no oncológico son menos convincentes (v.

«Opioides»). De cualquier forma, el anestesiólogo se enfrenta cada

vez más con pacientes que reciben un tratamiento a largo plazo

con opioides. Este pretratamiento puede dar lugar a unas necesi-

dades prolongadas y aumentadas al doble de analgésicos sistémicos

y epidurales en el período perioperatorio cuando se compara con

pacientes sin tratamiento previo con opioide

s 63,67,189

. Los pacientes

con dolor crónico con consumo previo de opioides también mues-

tran mayores valoraciones del dolor postoperatori

o 32 .

El aumento

de la demanda postoperatoria de analgésicos puede deberse a

menores umbrales del dolor o a una necesidad de mayores concen-

traciones plasmáticas. Además, las necesidades de opioides pueden

estar influidas por el sexo, la predisposición genética, la edad, el

tipo de cirugía y los niveles de dolor preoperatori

o 64,185

. Por el

contrario, los efectos secundarios relacionados con los opioides (p.

ej., náuseas, prurito) pueden ser menos dominante

s 32,190

. Los

médicos y las enfermeras pueden sobrevalorar la tolerancia, la

adicción y la sedación, pero infravalorar la dependenci

a 67,191

. Una

preocupación fundamental es el mantenimiento de una dosis ade-

cuada perioperatoria de opioides para prevenir la abstinenci

a 67 .

Los inhibidores COX son los analgésicos no opioides más

habitualmente utilizados. A diferencia de los opioides, no se asocian

con tolerancia ni dependencia física, pero producen importantes

efectos secundarios, principalmente en el tracto gastrointestinal, el

sistema de coagulación y los riñones (v. antes en la sección «Fárma-

cos utilizados para el dolor crónico»). Una preocupación principal

para el anestesiólogo es la alteración de la coagulación y el aumento

del riesgo de formación de hematomas asociado con la anestesia

espinal y epidural. Las recomendaciones prácticas no diferencian

entre COX-2 selectivos e inhibidores COX no selectivos. Las socie-

dades americanas y europeas discrepan en sus recomendaciones.

Antes de la anestesia neuroaxial se recomienda un intervalo libre

de fármacos de 24 a 72 horas (en el caso de la aspirina) por la

Sociedad Alemana de Anestesiología y Cuidados Intensivos y por

el Forum de Consenso español, mientras que la American Society

of Regional Anesthesia and Pain Medicine no cree que se añada

ningún riesgo importante con estos fármacos. Esta discrepancia

surge probablemente del hecho de que el desarrollo de un hema-

toma espinal o epidural es un suceso raro (aproximadamente 1 de

cada 220.000 anestesias espinales y 1 de cada 150.000 anestesias

epidurales) y de que ninguno de estos estudios abarca una pobla-

ción lo suficientemente grande de pacientes como para predecir que

no exista riesgo de formación de hematomas cuando los inhibidores

COX se continúan después de la cirugí

a 192

.

Los fármacos antiepilépticos pueden interferir en la aneste-

sia de formas diferentes. La sedación producida por los fármacos

anticomiciales puede tener efectos aditivos con anestésicos, mien-

tras que la inducción enzimática por fármacos podría alterar la

respuesta a la toxicidad de órganos de los anestésicos o contribuir

a ella. La gabapentina tiene un perfil de efectos secundarios favo-

rable, y su relativa ausencia de interacciones farmacológicas permite

continuar y dosificar rápidamente en el período postoperatori

o 193 .

La fenitoína y la carbamazepina aceleran la recuperación de los

relajantes musculares no despolarizantes, aunque el mecanismo no

está claro. Se sugiere una causa cinética más que farmacodiná-

mic

a 194 .

Se recomienda la exclusión preoperatoria de niveles plas-

máticos tóxicos de fenitoína para disminuir el riesgo de bloqueo

de la conducción auriculoventricular. Estados de desorientación,

nistagmo, ataxia y diplopía pueden ser manifestaciones de unas

concentraciones plasmáticas excesivas. La carbamazepina puede

producir sedación, ataxia, náuseas y (raramente) depresión de la

médula ósea o disfunción hepatorrenal. Los niveles plasmáticos de

sodio tienen que monitorizarse perioperatoriamente para evitar la

hiponatremia. El ácido valproico oral se utiliza habitualmente para

la profilaxis de la migraña, y el ácido valproico intravenoso puede

utilizarse para controlar las cefaleas episódica

s 195 .

Puede inhibir la

actividad de enzimas hepáticas microsomales e interferir en la

agregación plaquetari

a 196 .

Los anticomiciales no deben nunca inte-

rrumpirse de forma brusca para evitar la hiperexcitabilidad del

sistema nervioso central. Es necesario mantener dosis estables a lo

largo del período postoperatorio.

Los antidepresivos se utilizan frecuentemente para el dolor

neuropático y para la depresión asociada. Los efectos adversos son

numerosos y, entre ellos, se incluyen sedación, efectos anticolinérgicos

y cambios cardiovasculares. Pueden aparecer cambios electrocardio-

gráficos, como la prolongación del intervalo PR y el ensanchamiento

del complejo QRS, pero sugerencias previas de un aumento del riesgo

perioperatorio de arritmias cardíacas no se han confirmado en ausen-

cia de sobredosis de fármaco

s 197 .

Por tanto, los antidepresivos no

deben interrumpirse antes de la anestesia, aunque puede esperarse un

aumento de los requerimientos anestésicos debido a la inducción

Anestesia y tratamiento del dolor crónico

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48

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Cuadro 48-1

 Factores de riesgo en el manejo perioperatorio

de pacientes con dolor crónico

Los tratamientos convencionales de analgesia perioperatoria

no cumplen con las necesidades de los pacientes con dolor

crónico.

El dolor postoperatorio no aliviado debido a la

inframedicación puede provocar abstinencia.

Los pacientes tienden a infravalorar su medicación.

Con una ansiedad o un miedo al dolor no controlado, los

pacientes tienden a sobrestimar el efecto del estímulo

doloroso.

Las necesidades de opioides epidurales e intravenosos

(incluyendo la analgesia controlada por el paciente) pueden

ser de dos a cuatro veces mayores en los pacientes tratados

previamente con opioides que en los no tratados.

Debe esperarse una recuperación prolongada y la necesidad

de analgesia postoperatoria.

La ansiedad y un insuficiente afrontamiento provocan un mal

cumplimiento de las estrategias analgésicas.

Las variaciones individuales en respuesta a los opioides

pueden necesitar la selección del fármaco óptimo y la

dosificación mediante ensayos secuenciales.

Es necesario un ajuste individual de las dosis para encontrar

el equilibrio óptimo entre la analgesia y los efectos

secundarios.

La medicación adyuvante puede interferir con la anestesia y

la analgesia postoperatoria.

Adaptado de Kopf A, Banzhaf A, Stein C: Perioperative management

of the chronic patient.

Best Pract Res Clin Anaesthesiol

19:59-76,

2005.