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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Estudios de función pulmonar diferencial

Se han descrito varios métodos para probar y simular la situa-

ción respiratoria posquirúrgica mediante la exclusión unilateral

de un pulmón o un lóbulo con un tubo/bloqueador endobron-

quial, o mediante oclusión con un balón de la arteria pulmonar

de una arteria pulmonar o lobular, o asociando ambos métodos.

Estas pruebas no presentan la suficiente validez predictiva para

adoptarse de forma universal en los pacientes que van a some-

terse a una resección pulmonar. Lewis y cols

. 15

han demostrado

que en un grupo de pacientes con enfermedad pulmonar obs-

tructiva crónica (EPOC) (VEMSpop

<

40%) en quienes se iba a

realizar una neumonectomía no se produjeron cambios intrao-

peratorios significativos en las presiones vasculares pulmonares

cuando se pinzaba la arteria pulmonar, aunque la fracción de

eyección ventricular derecha y el gasto cardíaco disminuían. La

ecocardiografía puede ofrecer una información más útil que la

monitorización de la presión vascular en estos paciente

s 16 .

En la

actualidad, los estudios de función pulmonar diferencial se han

sustituido en la mayoría de los centros por una evaluación com-

binada consistente en espirometría, DLco, tolerancia al esfuerzo

y gammagrafía V˙ /Q˙ .

Combinación de pruebas

Ninguna prueba individual de la función respiratoria ha demos-

trado tener una validez adecuada como método único de evalua-

ción preoperatoria. Antes de la cirugía, se debería realizar una

estimación de la función respiratoria en las tres áreas (mecánica

pulmonar, función parenquimatosa e interacción cardiopulmonar)

en cada paciente. Estos tres aspectos de la función pulmonar

forman el «trípode» en el que se basa la evaluación respiratoria

previa a la toracotomía

( fig. 49-2 )

. Estos datos se pueden utilizar

para la planificación del tratamiento intra y postoperatorio

( fig. 49-3 )

y también para modificar estos planes cuando los fac-

tores quirúrgicos intraoperatorios requieren ampliar una resec-

ción respecto a lo previsto. Si un paciente tiene un VEMSpop

menor del 40%, debería ser posible extubarlo en el quirófano al

final de la cirugía, asumiendo que esté alerta, con una temperatura

adecuada y cómodo. Los pacientes con un VEMSpop menor del

40% constituyen por lo general alrededor de un 25% de la pobla-

ción quirúrgica torácica promedio. Si el VEMSpop es mayor del

30% y la tolerancia al esfuerzo y la función parenquimatosa pul-

monar supera los umbrales de riesgo elevado, la extubación en

quirófano debería ser posible dependiendo de la situación de las

enfermedades médicas asociadas. En los pacientes de este subgrupo

que no cumplan los criterios mínimos de función cardiopulmonar

y parenquimatosa debería plantearse un destete secuencial de la

ventilación mecánica en el postoperatorio, de modo que se pueda

evaluar el efecto del mayor consumo de oxígeno de la ventilación

espontánea. En los pacientes con un VEMSpop del 20-30% y una

función cardiorrespiratoria y parenquimatosa predichas favorables

puede considerarse la extubación precoz si se ha usado analgesia

epidural torácica o si la resección se ha realizado con VATS. De lo

contrario, en estos pacientes debe llevarse a cabo un destete

secuencial de la ventilaciónmecánica. Enel grupo límite (VEMSpop

del 30-40%), la asociación de varios factores y enfermedades que

deberían documentarse durante la evaluación preoperatoria influi-

rán en el modo en el que se plantea el tratamiento postoperatorio

(v. después).

Enfermedades médicas asociadas

Enfermedades cardiovasculares

Las complicaciones cardíacas representan la segunda causa más

frecuente de morbimortalidad perioperatoria en la población de

cirugía torácica.

Isquemia

Debido a que la mayoría de los pacientes en quienes se efectúa una

resección pulmonar tienen antecedentes de tabaquismo, ya tienen

un factor de riesgo de arteriopatía coronaria. La cirugía de resec-

ción pulmonar programada se considera un procedimiento de

«riesgo intermedio» en términos de isquemia cardíaca periopera-

tori

a 17 .

La incidencia global documentada de isquemia postoraco-

tomía es del 5% y alcanza el máximo los días 2-3 del postoperatorio.

Aparte de la historia estándar, la exploración física y el electrocar-

diograma, unas pruebas de cribado rutinarias en busca de enfer-

medades cardíacas no parecen ser rentables en todos los pacientes

antes de la toracotomía. Las pruebas no invasivas están indicadas

en pacientes con factores predictivos clínicos mayores (isquemia

inestable, infarto reciente, valvulopatía grave, arritmia significativa)

o intermedios (angina estable, infarto antiguo, insuficiencia car-

díaca congestiva previa o diabetes) de riesgomiocárdico (v. cap. 25).

Las opciones terapéuticas que deben plantearse en los pacientes

con una arteriopatía coronaria significativa son la optimización del

tratamiento médico, la angioplastia coronaria o la derivación arte-

rial coronaria, antes o durante la resección pulmonar. Decidir

cuándo debe realizarse la cirugía de resección pulmonar después

de un infarto de miocardio siempre es difícil. Parece aceptable

diferir la intervención un máximo de 4-6 semanas tras un infarto

de miocardio en un paciente con una situación médica estable y

Figura 49-2

 «Trípode» de la evaluación respiratoria previa a la toracotomía.

pop, postoperatorio predicho.

(Con autorización de Slinger PD, Johnston MR:

Preoperative assessment: An anesthesiologist’s perspective.

Thorac Surg Clin

15:11, 2005.)

Figura 49-3

 Control anestésico guiado por la evaluación preoperatoria y la

cantidad de tejido pulmonar funcional resecado durante la cirugía.

(Con

autorización de Slinger PD, Johnston MR: Preoperative assessment: An

anesthesiologist’s perspective.

Thorac Surg Clin

15:11, 2005.)