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1812

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

las intenciones respecto a la utilización de esteroides, diuréticos,

anticomiciales y antibióticos; la percepción del cirujano sobre la

«presión» en el espacio intracraneal y la reserva de distensibilidad

intracraneal restante; los objetivos adecuados para el control de la

presión arterial, la Paco

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y la temperatura corporal; la previsión de

pérdida sanguínea; la pretensión de utilizar monitorización neurofi-

siológica (que puede imponer restricciones al uso de anestésicos, de

relajantes musculares o de ambos) y, ocasionalmente, la percepción

del riesgo de embolia gaseosa. En esta sección se exponen las consi-

deraciones que dirigen la toma de decisiones sobre estos temas. Un

asunto recurrente adicional, la protección cerebral, se expone breve-

mente en la sección sobre aneurismas y malformaciones arteriove-

nosas y en detalle en el capítulo 3.

Control de la presión intracraneal

y relajación cerebral

La necesidad de evitar aumentos de la presión intracraneal (PIC)

o de disminuir una PIC que ya está elevada es un tema recurrente

en neuroanestesia. Cuando el cráneo se encuentra cerrado, el obje-

tivo es mantener una presión de perfusión cerebral (PPC) adecuada

(PPC=presión arterial media [PAM] – PIC) y evitar la herniación

del parénquima cerebral entre los compartimentos intracraneales

o a través del agujero magno

( fig. 53-1

). Cuando el cráneo está

abierto, el propósito puede ser el de lograr una relajación de los

contenidos intracraneales para facilitar el acceso quirúrgico o, en

circunstancias extremas, revertir el proceso de herniación cerebral

a través de una craneotomía. Los principios que se aplican son

similares ya se encuentre el cráneo abierto o cerrado.

Entre los diversos indicadores clínicos de un aumento de la

PIC están la cefalea (sobre todo de tipo postural que despierte al

paciente por la noche), náuseas y vómitos, visión borrosa, somno-

lencia y papiledema. Los hallazgos sugerentes en la tomografía

computarizada (TC) son la desviación de la línea media, la oblite-

ración de las cisternas basales, la pérdida de los surcos, el borra-

miento de los ventrículos (o una dilatación ventricular en el caso

de hidrocefalia) y el edema. Éste se ve en los estudios de TC como

una región hipodensa. Las cisternas basales aparecen en la TC

como un halo negro (líquido) alrededor de la parte superior del

tronco del encéfalo

( fig. 53-2 )

. Incluyen la interpeduncular, situada

entre ambos pedúnculos cerebrales; la cuadrigeminal, que cubre los

cuatro colículos, y la cisterna ambiens, que se encuentra lateral a

los pedúnculos cerebrales.

La

figura 53-3

muestra la relación presión-volumen en el

espacio intracraneal. La fase de meseta que aparece a volúmenes

bajos revela que el espacio intracraneal no está completamente

cerrado y que existe cierta capacidad compensatoria. La compen-

sación se logra principalmente por la translocación del líquido

cefalorraquídeo (LCR) hacia el espacio de LCR espinal y de la

sangre venosa a las venas extracraneales. En último término,

cuando se agota el potencial compensador, incluso mínimos incre-

Figura 53-1

 Representación esquemática de varias vías de herniación:

1) subfalcial, 2) uncal (transtentorial), 3) cerebelosa y 4) transcraneal.

(De Fishman RA: Brain edema.

N Engl J Med

293:706, 1975.)

Figura 53-3

 Relación presión-volumen intracraneal. El segmento horizontal

de la curva indica que inicialmente existe cierta libertad para la

compensación ante una lesión intracraneal expansiva. Esta compensación se

realiza en gran medida por el desplazamiento del líquido cefalorraquídeo

(LCR) y de la sangre venosa desde los espacios intracraneales a los

extracraneales. Una vez agotadas las capacidades compensatorias, pequeños

incrementos de volumen provocan grandes elevaciones de la presión

intracraneal, con los riesgos asociados de herniación o de disminución de la

presión de perfusión cerebral (PPC), que producen isquemia.

Figura 53-2

 Cortes de TC en los que se muestran las cisternas basales

normales

(izquierda)

y comprimidas

(derecha)

. Los espacios basales o

perimensencefálicos de líquido cefalorraquídeo son la cisterna

interpeduncular (anterior), las cisternas ambiens (lateral) y las cisternas

cuadrigeminales (posterior). En la

imagen de la derecha,

en un paciente con

edema cerebral difuso (como resultado de la trombosis del seno sagital), las

cisternas están obliteradas.

(Imagen proporcionada por Ivan Petrovitch, MD.)