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de realizar en pacientes obesos que en individuos con un IMC

normal. Se tiende a creer que la dificultad de la laringoscopia y la

intubación de personas obesas de debe a que tienen un cuello corto

y grueso, una lengua ancha y una cantidad significativa de partes

blandas faríngeas redundantes. No obstante, la correlación entre la

obesidad mórbida y la dificultad en la laringoscopia y la intubación

no se ha constatado unánimemente en la práctica clínica. Es incluso

posible que no existan diferencias en la laringoscopia y la intuba-

ción de pacientes delgados y obesos si se sigue el sencillo, pero

importante, planteamiento clínico de prestar la debida atención a

la colocación del paciente antes de la inducción de la anestesia

general. Una posición adecuada desempeña un papel esencial para

que se den las condiciones óptimas de introducción de un tubo

endotraqueal bajo visión directa.

Se han llevado a cabo estudios destinados a determinar la

incidencia de la laringoscopia o la intubación difíciles en pacientes

obesos, observándose en ellos resultados heterogéneos. En un

estudio se apreció una asociación entre la clasificación orofaríngea

de Mallampati y el IMC como factor de predicción de dificultades

en la laringoscopi

a 75 .

Durante la laringoscopia, las cabezas de los

pacientes se colocaron en la posición de olfateo óptima, con inde-

pendencia del IMC. En un estudio realizado exclusivamente con

pacientes obesos no se observó que el IMC se asociara a dificulta-

des de intubació

n 24

. Un índice de Mallampati elevado se identificó

como factor pronóstico de «problemas de intubación potenciales»,

aunque la intubación por laringoscopia directa resultó satisfactoria

en 99 de 100 pacientes estudiados. A todos los pacientes se les

colocaron almohadas o toallas bajo los hombros, manteniendo la

cabeza elevada y el cuello en extensión. Otro grupo estudió pacien-

tes tanto delgados como obesos, y apreció que unos índices de

Mallampati de III o IV eran los únicos factores de riesgo indepen-

dientes para intubación difícil en el grupo de los obeso

s 76 .

Los

autores demostraron que el índice de Mallampati presenta una

especificidad escasa y una valor pronóstico positivo bajo para intu-

bación difícil (69% y 29%, respectivamente). Llegaron a la conclu-

sión de que la intubación resultaba más difícil en pacientes obesos.

Durante la intubación, los pacientes se colocaron en posición

semiincorporada (cabecero elevado 30 grados), con la cabeza en

posición de olfateo. En otro estudio se recurrió a la ecografía para

cuantificar la cantidad de partes blandas entre la piel y la cara

anterior de la tráquea a la altura de las cuerdas vocale

s 77 .

Los autores

evaluaron también las vías respiratorias midiendo la distancia tiro-

mentoniana, la apertura de la boca, el grado de movilidad del

cuello, el índice de Mallampati, el perímetro del cuello y la presen-

cia de AOS. Se constató que sólo la abundancia de partes blandas

pretraqueales, evaluada mediante ecografia, y el perímetro del

cuello eran factores pronósticos de intubación difícil mediante una

laringoscopia realizada con los pacientes en posición de olfateo. En

este sentido, se llevó a cabo un metaanálisis de 35 estudios desti-

nado a determinar la precisión diagnóstica de las pruebas previas

a la inducción para predecir la intubación difícil en pacientes sin

patología de las vías respiratoria

s 78

. La incidencia de intubación

difícil en los pacientes obesos fue el triple de la registrada en la

población no obesa. Ello podría ser consecuencia de la colocación

subóptima de los pacientes, que no fue descrita con claridad en

ninguno de los estudios precedentes, incluyendo la posición «en

rampa» (

ramped,

del acrónimo inglés

ramp

=

rapid airway mana-

gement positioner

), con la parte superior del cuerpo y la cabeza

elevadas para alinear horizontalmente el oído y el esternón, la cual

se ha demostrado que mejora la visión laringoscópic

a 79 .

Collins y

cols. estudiaron un grupo de pacientes con obesidad mórbida a los

que se les asignaron posiciones de olfateo o en rampa para contro-

lar las vías respiratorias. El estudio demostró una diferencia esta-

dísticamente significativa en la visión laríngea, siendo la posición

en rampa la que proporcionaba una visión de mayor calidad.

En función de las evidencias deducidas de ensayos contro-

lados y aleatorizados y de otras fuentes bibliográficas sobre el

control de las vías respiratorias en pacientes obesos, los pacientes

pueden ser intubados sin esfuerzo mediante laringoscopia directa

si son colocados cuidadosamente en la posición en rampa. Debe

examinarse la presencia de signos objetivos habituales de intuba-

ción difícil potencial, como una apertura escasa de la boca, dientes

grandes y sobresalientes, una movilidad del cuello limitada y

retrognatia. Técnicas alternativas para controlar las vías respirato-

rias, como la laringoscopia directa con anestesia tópica y una seda-

ción leve y con el paciente despierto, pueden emplearse para evaluar

la visión laringoscópica a la hora de decidir si se ha de proceder

con anestesia general o con una intubación fibróptica con el

paciente despierto y sedado. Lógicamente, ha de tenerse a mano el

equipo para lograr un acceso urgente a las vías respiratorias, como

mascarillas laríngeas y un fibrobroncoscopio óptico.

Otra área que requiere una atención específica durante el

período perioperatorio es la fisiología pulmonar del paciente obeso.

Ésta resulta especialmente importante para valorar las técnicas des-

tinadas amantener la oxigenación y el volumen pulmonar. En primer

lugar, los pacientes obesos presentan múltiples anomalías pulmona-

res, como disminución de la capacidad vital, de la capacidad inspi-

ratoria, del volumende reserva espiratoria y de la capacidad funcional

residual. En segundo lugar, la capacidad de cierre en personas obesas

es cercana o coincidente con la respiración corriente, en especial en

decúbito supino o tumbado. Como consecuencia de la fisiología

subyacente, es probable que un paciente obeso experimente una

rápida desaturación de oxígeno, sobre todo durante períodos de

apnea, como sucede en la inducción de la anestesia general. A lo largo

de la anestesia los pacientes pueden seguir dejando de reclutar uni-

dades de intercambio gaseos

o 80 .

Se han estudiado diversas manio-

bras destinadas a preservar la oxigenación y mantener el volumen

pulmonar de manera específica en la población obesa.

En un estudio sobre la velocidad de desarrollo de hipoxemia

durante la apnea, a los pacientes se les administró oxígeno al 100%

con mascarilla facial con el fin de conseguir la desnitrogenación

antes de la inducción de la anestesia genera

l 80 .

El período apneico

se mantuvo tras la inducción, hasta que la Spo

2

disminuyó hasta el

90%. Los pacientes obesos alcanzaron el punto de valoración en

menos de 3 minutos, mientras que los que presentaban un IMC

normal lo hicieron en 6 minutos. Entre las medidas a adoptar para

prevenir la formación de atelectasias y la desaturación durante la

inducción de la anestesia general en obesos está la aplicación de

CPAP durante la preoxigenació

n 81-83 ,

la aplicación de presión

teleespiratoria positiva (PEEP) con mascarilla y la ventilación

mecánica tras la inducció

n 83

. La aplicación de CPAP a presiones de

10 cmH

2

O durante la preoxigenación en posición de decúbito

supino logró una Pao

2

más elevada después de la intubación y

redujo el número de atelectasia

s 81 .

La combinación de CPAP

durante la preoxigenación y de PEEP o ventilación mecánica tras

la inducción, aumentó sustancialmente la duración de la apnea no

hipoxémica, desde 2 minutos, en controles sin CPAP o PEEP, a 3 mi­

nutos. No obstante, el uso de CPAP, a una presión de 7,5 cmH

2

O

durante 3 minutos de preoxigenación en decúbito supino, no mo-

dificó el tiempo necesario para que los pacientes obesos redujeran la

Spo

2

al 90

% 82 .

La preoxigenación con elevación de la cabeza en 25

grados (inclinada hacia atrás), a diferencia de la posición de decú-

bito supino sin presión positiva en las vías respiratorias, aumentó

el tiempo necesario para que los pacientes obesos se desaturasen

hasta una Spo

2

del 92

% 84

. Los pacientes con la cabeza levantada

presentaban una Pao

2

significativamente más alta tras la preoxige-

nación, justo antes de la inducción. El defecto en el intercambio de

gases asociado a la obesidad dependía del índice cintura-cadera,

que da una referencia de la distribución de tejido adiposo que

rodea el tóra

x 85 .

Este estudio demostró también que los varones con

1864

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV