duzca al intentar descomprimir el tracto gastrointestinal, dejando
colocada la sonda nasogástrica u orogástrica a fin de facilitar el
drenaje postoperatorio continuado.
Dependiendo del alcance de la reintervención, de la necesidad
de reposición de volumen o de transfusión sanguínea, del grado de
peritonitis en caso de fuga anastomótica y de la presencia de sepsis u
otros riesgos significativos para la salud, los pacientes que van a some-
terse a una reintervención requieren en ocasiones una ventilación post
operatoria prolongada. Las necesidades de tratamiento analgésico
postoperatorio también suelen ser diferentes a las de la intervención
bariátrica original. En pacientes con la suficiente estabilidad hemodi-
námica inmediatamente antes de la reintervención, puede implan-
tarse un catéter epidural previo a la inducción para tratar el dolor
como parte del tratamiento postoperatorio. Ello adquiere especial
relevancia en pacientes obesos que van a someterse a una laparotomía,
como se ha indicado en otra parte de este capítulo.
Existen otras complicaciones graves que pueden producirse y
que requieren una intervención quirúrgica semanas, meses o incluso
años después de la operación bariátrica original. Entre ellas están las
estenosis o úlceras anastomóticas, las hernias ventrales, las fístulas
gastrogástricas y los trastornos por reflujo grave
s 60 .En ocasiones
aparece una obstrucción del intestino delgado semanas después de
la cirugí
a 119 .Además, los pacientes desean a veces someterse a ope-
raciones estéticas para eliminar el exceso de piel o a técnicas de
liposucción que modelen las áreas corporales dismórficas después
de una pérdida de peso importante. También pueden precisar el
ajuste de una banda gástrica o la retirada de la misma. Las conside-
raciones anestésicas en estos casos han de incluir la revisión de los
registros de anestesia previos para recabar información sobre las vías
respiratorias y el tratamiento analgésico. El nivel de pérdida de peso
alcanzado y la remisión de las enfermedades comórbidas, como
diabetes, hipertensión y AOS, pueden modificar de forma sustancial
la estrategia utilizada en la operación bariátrica.
En parte de los pacientes sometidos a una DG se desarrollan
complicaciones neurológicas significativa
s 121-123 ,entre las que cabe
citar polineuropatías, polirradiculoneuropatía, mielopatía, encefa-
lopatía y neuropatía óptica. La más frecuente es la mielopatía que,
no obstante, no se manifiesta hasta unos 10 años después de la
cirugí
a 121 .Estos pacientes presentan carencias nutricionales demos-
trables pero, excepto para las carencias de vitamina B
12
y cobre
observadas en los casos de mielopatía, no se ha identificado un
perfil nutricional específico que se correlacione con las complica-
ciones neurológicas. Aunque no es probable que los síntomas neu-
rológicos que acompañan a la cirugía de pérdida de peso den lugar
a procesos quirúrgicos adicionales, constituyen cuadros comórbi-
dos, añadidos o nuevos, que han de ser tenidos en cuenta por el
anestesiólogo que vaya a hacerse cargo de los pacientes sometidos
previamente a cirugía bariátrica.
Las complicaciones nutricionales y metabólicas de la cirugía
bariátrica abarcan asimismo la malnutrición proteica y proteicoca-
lórica. Los pacientes experimentan a veces una pérdida de peso
excesiva, demasiado rápida o más allá de los objetivos previstos,
padeciendoesteatorreaodiarreagrave,hipoalbuminemia,marasmo,
edema e hiperfagi
a 60,124-126. En casos de malnutrición grave los
pacientes pueden necesitar tratamiento nutricional, enteral o
parenteral. En ocasiones es necesaria una revisión quirúrgica des-
tinada a corregir la pérdida de peso excesiva y la hipoalbuminemia.
En tales circunstancias, debe considerarse un régimen anestésico
que tenga en cuenta la disminución de los efectos de unión de los
fármacos propia de concentraciones bajas de albúmina.
Consideraciones para el abordaje
terapéutico de pacientes obesos
que vayan a someterse a cirugía
no bariátrica
Pocos estudios han evaluado la importancia de la morbilidad al
realizar abordajes quirúrgicos comunes. En un estudio efectuado
por Dindo y cols
. 127donde se evaluaron 6.336 pacientes, no se
observaron diferencias en la incidencia o la gravedad de las com-
plicaciones tras una cirugía general programada, excepto en lo que
se refiere a las infecciones de los focos quirúrgicos. Otros estudios
han valorado los efectos de la obesidad sobre la infección de las
heridas, constatando que son mayores a los registrados en otros
paciente
s 128,129 .Por otro lado, en numerosos estudios se ha señalado que los
pacientes obesos presentan un riesgo mayor al someterse a cirugía
ginecológica, ortopédica, cardiovascular, urológica o de trasplante,
mientras que otros no han llegado a esa conclusión
130,131 .Según los datos de Dindo y cols
. 127sobre las complicaciones
y el tipo de técnica quirúrgica, la gravedad quirúrgica y la cirugía
laparoscópica abierta constituían factores de riesgo independien-
tes en cuanto a posibles complicaciones postoperatorias. Estos
autores no observaron diferencias en el tipo de complicaciones
postoperatorias en grupos de obesos y no obesos. Así pues, este
estudio ofrece datos que parecen atenuar el prejuicio de que los
obesos presentan una mayor incidencia de complicaciones en el
postoperatorio. Tal premisa parece enraizarse más bien en la per-
cepción del equipo médico, como consecuencia de las mayores
dificultades técnicas de la anestesia y de la propia cirugía. En el
obeso mórbido, las intervenciones pueden ser más prolongadas,
del orden de un 25% más en el caso de la colecistectomía laparos-
cópica frente a la abierta. Es significativo el hecho de que la tasa
de infección de heridas es muy inferior en la laparoscopia que en
la cirugía abierta, lo que la convierte en una técnica más adecuada
en pacientes obesos.
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Anestesia por subespecialidades en el adulto
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