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apneicos que se dan en el SAHOS son parte de un ciclo de acon-

tecimientos que afectan al despertar durante la fase del sueño de

movimientos oculares rápidos (REM, por sus siglas inglesas) y a la

desaturación de oxihemoglobina. El sistema nervioso simpático se

activa cuando los pacientes con AOS no tratada experimentan

episodios cíclicos de hipoxia y reoxigenación. Esta activación da

lugar a niveles elevados de citocinas proinflamatorias y potencial

estrés oxidativo del endotelio vascular, lo que a su vez induce un

estado inflamatorio más pronunciado en pacientes obesos afecta-

dos de AOS

16 .

Los pacientes con SAHOS presentan elevación de los

valores de numerosos mediadores inflamatorios, como IL-6, pro-

teína C reactiva, leptina, TNF-

a

, IL-1, especies de oxígeno reactivo,

y moléculas de adhesión como la molécula de adhesión intracelu-

lar-1 (ICAM-1) y la molécula de adhesión celular vascular 1

(VCAM-1

) 12 .

Así pues, la obesidad, el síndrome metabólico y el

SAHOS son patologías interrelacionadas que alteran significativa-

mente el perfil inflamatorio del paciente y conllevan múltiples

riesgos para la salud, en especial cardiovasculares y respiratorios.

Tratamiento no quirúrgico

de la obesidad

Los objetivos principales del tratamiento no quirúrgico de la obe-

sidad son la pérdida de peso, el tratamiento de las anomalías aso-

ciadas al síndrome metabólico y la prevención de incidentes

relacionados con la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular.

El tratamiento del síndrome metabólico debe plantearse sobre la

base de un abordaje intensivo y multimodal, que actúe de forma

simultánea sobre las numerosas anomalías y factores de riesgo

coexistentes vinculados al síndrom

e 15 .

Un tratamiento inicial ade-

cuado de la obesidad y el síndrome metabólico debe centrarse en

cambios terapéuticos del estilo de vida, tales como una modifica-

ción de la dieta, pérdida de peso, actividad física y abandono del

consumo de tabaco. La finalidad de esta estrategia es mejorar la

salud global, que es la razón primordial por la que se recomienda

perder peso. Es importante, pues, vigilar los efectos del tratamiento

sobre los factores de riesgo y las patologías comórbidas. El éxito

debería reflejarse en una menor necesidad de tratamiento de otras

enfermedades coexistentes.

La finalidad de la pérdida de peso mediante cambios en el

estilo de vida no es la consecución del peso corporal ideal (PCI) o

normal. Incluso una pérdida de peso escasa, del orden del 5-10%,

puede reportar una mejora inicial de patologías comórbidas, como

diabetes, dislipidemia e hipertensión, al disminuir los niveles de

colesterol total y triglicéridos, aumentar el colesterol HDL (C-HDL)

y reducir la presión arterial, la glucosa sanguínea y la resistencia a

la insulin

a 15,25

. Las pautas recomendadas para el tratamiento de la

obesidad hacen hincapié en la necesidad de reducir el peso a través

de cambios conductuales destinados a reducir la ingesta calórica y

aumentar la actividad física. Las dietas con reducción de energía

son más eficaces y saludables de cara a la pérdida de peso a largo

plazo. El mantenimiento a largo plazo de cualquier pérdida de peso

que se consiga se logra más eficazmente con la inclusión de ejerci-

cio regular como base para el régimen de disminución del peso.

Ese ejercicio regular mejora diversos factores de riesgo asociados

a la obesidad y el síndrome metabólic

o 26 .

Las recomendaciones

estándar a este respecto son de un mínimo de 30 minutos diarios

de ejercicio de intensidad moderada, que resulta un enfoque prác-

tico fácil de cumplir. Los objetivos más ambiciosos son más apro-

piados para personas con obesidad importante que tengan previsto

someterse a intervenciones quirúrgicas. Incluso con cirugía, el PCI

es muy difícil de alcanzar, no siendo infrecuente que, después de

varios años de estancamiento del peso, se registren nuevas ganan-

cias. En algunos pacientes, especialmente con patologías comórbi-

das graves, puede plantearse como objetivo más razonable la simple

prevención de ganancias de peso adicionales.

Más allá de los efectos beneficiosos de los cambios en el estilo

de vida, en ocasiones son necesarias intervenciones específicas para

tratar la dislipidemia y la hipertensión asociadas a la obesidad y el

síndrome metabólic

o 27 .

Habitualmente, los pacientes con síndrome

metabólico presentan niveles elevados de triglicéridos y cifras bajas

de C-HDL. Muchos pacientes reciben vastatinas como tratamiento

de elección cuando los niveles de colesterol de lipoproteínas de baja

densidad (C-LDL) son excesivos. Se ha demostrado que las vasta-

tinas disminuyen el riesgo de enfermedad cardiovascular en pacien-

tes con diabetes tipo 2 y síndrome metabólico. La ezetimiba, que

inhibe selectivamente la absorción intestinal de colesterol, puede

combinarse con el tratamiento a base de vastatinas, llegando a

reducir los niveles de C-LDL en un 15-20% adicional. Por su parte,

los fibratos reducen eficazmente los niveles de triglicéridos y

aumentan los de C-HDL. Asimismo disminuyen moderadamente

los de C-LDL, aunque, al combinarse con vastatinas, pueden incre-

mentar el riesgo de miopatía. Los ácidos grasos omega-3 disminu-

yen los triglicéridos y mejoran la resistencia a la insulina en

pacientes con síndrome metabólico. Amenudo se emplean en com-

binación con otros hipolipidemiantes. El ácido nicotínico es muy

eficaz para elevar las cifras de C-HDL en casos de síndrome meta-

bólico y reducen la concentración de partículas LDL pequeñas

densas, así como los niveles séricos de lipoproteína (a

) 27 .

La restricción de sal en la dieta y los cambios terapéuticos

del estilo de vida son los principales medios de abordar la hiper-

tensión en la obesidad y el síndrome metabólico. Los pacientes con

una presión arterial superior a 140/90 mmHg requieren tratamiento

farmacológico antihipertensivo. A este respecto no hay un fármaco

que se recomiende como primera opción, por lo que suele ser

necesario recurrir a varios antihipertensivos. Un porcentaje consi-

derable de la reducción del riesgo con tratamiento antihipertensivo

es consecuencia exclusivamente de la bajada de la presión arterial.

El tratamiento de la resistencia a la insulina y la hipergluce-

mia en pacientes con síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y obe-

sidad suele basarse en hipogluceminantes orale

s 27 .

Se dispone de

diferentes grupos de fármacos (y distintos fármacos dentro de cada

grupo) que actúan contra la hipoglucemia a través de varios meca-

nismos de acción. Entre ellos están los inhibidores de la

a

-gluco-

sidasa, las sulfonilureas, las meglitinidas, los derivados de la

d-fenilalanina, las biguanidas y las tiazolidinediona

s 27 .

Entre los

condicionantes anestésicos está la necesidad de evaluar y tratar los

niveles anómalos de glucosa en el perioperatorio, con especial

cuidado en el uso de insulina en pacientes que presenten resistencia

a la misma y dejen de tomar la medicación oral temporalmente. En

la actualidad existen dudas importantes en lo que respecta al tra-

tamiento anestésico de pacientes que están siendo tratados con

metformina, debido al potencial desarrollo postoperatorio de aci-

dosis láctica. Ello ha hecho que algunos médicos cancelen o retra-

sen de rutina las intervenciones quirúrgicas cuando se ha tomado

metformina en las 48 previas a la cirugía programada. Sin embargo,

otros optan por mantener el tratamiento con metformina antes y

después de la cirugía, sin interrupción cuando es posible. Datos

recientes señalan, de hecho, que los pacientes que toman metfor-

mina presentan un riesgo de complicaciones menor. En consecuen-

cia, parece que el fármaco puede utilizarse de forma segura en el

período perioperatori

o 28

.

Los pacientes con síndrome metabólico y obesidad también

pueden ser tratados con antiagregantes plaquetarios. La American

Heart Association recomienda actualmente la administración de

ácido acetilsalicílico en dosis bajas como prevención primaria en

pacientes con síndrome metabólico cuyo riesgo de enfermedad

vascular a 10 años sea del 10% o más, según la puntuación de riesgo

de Framingham.

Anestesia para la cirugía bariátrica

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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