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Algunos niños, particularmente aquellos con fisiología de ventrí-

culo único reparado, tienen unamarcada predisposición a lamuerte

súbita como resultado de arritmias malignas; la realización de una

historia cuidadosa es especialmente importante en estos niños. Si

se presenta una arritmia en el intraoperatorio, es esencial realizar

una consulta con el cardiólogo del niño porque esto puede suponer

el primer episodio de un foco arritmogénico grave subyacente. Una

ablación con radiofrecuencia puede salvar la vida del paciente. Los

niños trasplantados de corazón necesitan una atención especial

para descartar enfermedad coronaria de pequeño vas

o 167,168 .

Niños con síndrome de apnea

obstructiva del sueño

El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) se define

como un «trastorno de la respiración durante el sueño caracteri-

zado por la obstrucción prolongada de la vía respiratoria alta y/o

obstrucción completa intermitente (apnea obstructiva) que altera

la ventilación normal durante el sueño». Los niños que tienen

mayor riesgo son aquellos con anomalías craneofaciales, alteracio-

nes neuromusculares, obesidad e hipertrofia adenoamigdala

r 169-176 .

La dificultad con la que nos encontramos es el poder determinar

qué niños son de riesgo ya que no todos serán sometidos a una

evaluación formal con polisomnograma, que es el patrón oro para

el diagnóstic

o 169 .

Valores anómalos de oximetría durante el sueño

(episodios de desaturación

<

80%) correlacionan con la gravedad

del SAO

S 171,177

. Los niños sometidos a cirugía por la tarde pueden

tener un riesgo mayor que aquellos que se operan por la mañan

a 178 .

El índice de apnea (IA) y el índice de alteraciones respiratorias son

medidas de la gravedad del SAOS. Estos índices reflejan la frecuen-

cia de los episodios de obstrucción respiratoria y de obstrucción

parcial por hora de sueño. El SAOS está presente si el IA es igual

o mayor a 1 (es decir, uno o más episodios de apnea por hora de

sueño) y puede ser clasificado como moderado si el IA está entre

1 y 5, y grave si el IA es mayor de 10 episodios por hora de sueño.

Una preocupación particular son los niños en los que la disfunción

cardíaca (cor pulmonale) se ha desarrollado y en los que se pueden

presentar edema pulmonar postobstructivo. Estos niños pue­

den precisar ventilación durante la noche en la UCI. En general,

los factores de riesgo para las complicaciones postoperatorias inclu-

yen: 1) edad menor de 3 años; 2) coagulación anómala; 3) evidencia

de SAOS; 4) enfermedades sistémicas que ponen al niño en un

riesgo perioperatorio elevado (p. ej., cor pulmonale, enfermedades

metabólicas); 5) presencia de anomalías craneofaciales y otras ano-

malías de la vía respiratoria; 6) procedimientos relacionados con

abscesos periamigdalinos y 7) vivir lejos de un centro sanitario

adecuado, condiciones climáticas adversas o condiciones domésti-

cas no aptas para una observación estrecha, una colaboración y

capacidad para volver rápidamente al hospital (p. ej., padres con-

sumidores de drogas, madre adolescente

) 179 .

Los principales pro-

blemas que afrontamos como anestesiólogos son, cuándo es seguro

enviar a estos niños a casa y qué deberíamos hacer para propor-

cionar analgesia postoperatoria. Algunos centros de cirugía ambu-

latoria envían niños operados de amígdalas inmediatamente a casa;

otros los retienen por lo menos 4 horas (el intervalo en el que se

producen con más frecuencia la hemorragia y el compromiso res-

piratorio). Los hospitales tienden a admitir a los niños en unidades

de 23 horas (para evitar el «ingreso hospitalario» de 24 horas), y

con ello el niño está bajo observación durante un período prolon-

gado de tiempo (normalmente no llega a las 23 horas) a la vez que

se minimizan los gastos del seguro médico. Aunque no es eficiente

en coste, esto proporciona la mejor red de seguridad para estos

niños. La analgesia se realiza normalmente con una combinación

de paracetamol oral administrado preoperatoriamente o rectal-

mente tras la inducción y dosis bajas de morfina (50

m

g/kg). Algu-

nos anestesiólogos prefieren un opiáceo de corta duración como

el fentanilo para minimizar la depresión respiratoria y después

suplementar la analgesia con un opiáceo de duración más prolon-

gada en la URPA. El ketorolaco proporciona analgesia sin efectos

respiratorios adversos, pero se asocia a un aumento de la inciden-

cia de la hemorragia postoperatoria si se administra antes de que

se realice la hemostasia

180 .

Las náuseas y vómitos postoperatorios

se tratan normalmente con antagonistas de la serotonina 5-HT

3

,

mientras que el edema postoperatorio (más el vómito) se trata

con dexametasona (0,0625 a 0,15mg/kg

) 181 .

El más común de los

analgésicos utilizados en el domicilio es el paracetamol con

codeína. Una cuestión que requiere una evaluación en profundi-

dad es la posible alteración de los receptores opiáceos (regulación

al alza de los receptores

m

) en respuesta a episodios menores de

hipoxemia repetidos, así como en respuesta al dióxido de car-

bon

o 182-185 .

Estas alteraciones se traducen en una sensibilidad

aumentada al efecto depresor respiratorio de los opiáceos

186 .

Ade-

más de estos factores, se ha demostrado que los niños con SAOS

tienen una vía respiratoria estructuralmente más estrecha lo que

aumenta su propensión al colapso de la vía respiratoria supe-

rio

r 187 .

Estos factores explican en parte por qué los niños con

SAOS tienen muy aumentado el riesgo de complicaciones respi-

ratorias postoperatoria

s 170,177,188,189 .

Anestesia regional y analgesia

La mayoría de las técnicas de anestesia regional utilizadas en

adultos pueden realizarse con seguridad en los pacientes pediátri-

cos siempre que se preste una estricta atención a las dosis de anes-

tésico local y de adrenalina, a la vía de administración y al uso del

equipamiento adecuado. Quizá el mayor avance en anestesia pediá-

trica ha sido el desarrollo de métodos para proporcionar analgesia

postoperatoria (v. también

caps. 71 y 77)

. La anestesia caudal, los

narcóticos caudales, los bloqueos regionales y la analgesia contro-

lada por el paciente-padre-personal de enfermería, han sido todos

aceptados por los anestesiólogos y los pacientes. Los avances

recientes en ultrasonografía han mejorado la precisión de los blo-

queos nerviosos. Incluso la analgesia epidural controlada por el

paciente se ha utilizado con éxito en niños de hasta de 5 año

s 190 .

Cada hospital y cada facultativo deben decidir qué método fun-

ciona mejor, en función del entorno y los medios disponibles. Es

obvio que hasta que las guías clínicas sobre dosificación y los están-

dares de seguridad estén bien establecidos, algunas de estas técni-

cas deberán estar limitadas a centros médicos familiarizados con

su uso en niño

s 191 .

En mi práctica habitual complemento la analgesia de los

opiáceos o de las técnicas regionales con 40mg/kg de paracetamol

rectal al comienzo de la intervención. En diferentes estudios se ha

demostrado que 40mg/kg de paracetamol rectal ponen a la mayoría

de niños en el rango terapéutico antipirético en 60-180 minutos

(no conocemos los niveles plasmáticos asociados con la analgesia

en niños), de ahí la necesidad de administrar el supositorio al

comienzo de la intervención en lugar de al finaliza

r 192 .

Deberíamos

hacer hincapié en el hecho de que no deberían cortarse los supo-

sitorios ya que el fármaco no se distribuye de forma homogénea

por la matriz; la combinación de supositorios con diferentes dosis

es la mejor manera de conseguir una dosis aproximada de 40mg/

kg. La dosis rectal debe repetirse a 20mg/kg cada 6 horas hasta

que se produzca la transición a paracetamol oral (límite total en

24 horas

100mg/kg, ya sea oral o rectal

) 192 .

Anestesia pediátrica

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Sección V

Anestesia pediátrica

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