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terapéutico, ¿cómo vamos a proporcionar una amnesia, analgesia

y ansiólisis adecuadas? Hasta que no existan datos más convincen-

tes, es prudente continuar nuestra práctica clínica con los fármacos

que tenemos disponible

s 141,142 .

No tendría sentido y sería irrespon-

sable modificar la práctica actual sin una base científica que avalase

un cambio tan drástico en el tratamiento pediátrico.

La respuesta al estrés

Existen muy pocas dudas acerca de que un neonato, incluso uno

muy prematuro, es capaz de sentir dolor y responder a estímulos

dolorosos; no obstante, lo que en realidad constituye un estado de

«anestesia» todavía tiene que demostrarse. A ningún niño se le

debe denegar analgesia o anestesia a causa de su tamaño o su edad.

Claramente, el sistema cardiovascular de un lactante prematuro

rara vez tolera los efectos depresores cardiovasculares de los anes-

tésicos inhalatorios potentes. Sin embargo, los narcóticos sintéticos

(p. ej., fentanilo, sufentanilo, alfentanilo y remifentanilo) suelen ser

bien tolerados incluso por los niños en estado crítico. Estos narcó-

ticos potentes han de dosificarse cuidadosamente según la res-

puesta, y el anestesiólogo siempre debe estar alerta frente a la

bradicardia inducida por narcóticos y sus consecuencias sobre el

gasto cardíaco. Pueden emplearse bajas concentraciones de anesté-

sicos inhalatorios potentes con narcóticos para proporcionar una

forma de controlar las respuestas hemodinámicas sin deprimir

de forma significativa al miocardio. Las ventajas relativas de una

técnica anestésica frente a otras no están claras, y los pocos estudios

en los que se revisa este tema no están bien controlados. Los nar-

cóticos y los anestésicos inhalatorios suprimen la respuesta hormo-

nal al dolor. Como resultado de los estudios de provocación que se

han llevado a cabo en este campo, se ha conseguido concienciar a

todos de la necesidad de proporcionar una anestesia y analgesia

adecuadas a los neonatos. Como ya se ha descrito, no son tan sólo

los fármacos sino la forma de utilizarlos lo que hace a la técnica

distinta en términos de resultados. En las manos de un experto

anestesiólogo pediátrico, no se encontraron diferencias significati-

vas en los incidentes críticos o en la recuperación de anestesias para

pilorotomías realizadas con halotano o remifentanil

o 80 .

Procedimientos específicos

de la cirugía neonatal

Mielomeningocele

El mielomeningocele (protrusión herniaria de parte de las menin-

ges y la médula espinal a través de un defecto en la columna ver-

tebral) es una anomalía relativamente frecuente en neonatos.

Además de las precauciones habituales, en el tratamiento de un

neonato deberán considerarse los siguientes puntos: 1) la coloca-

ción especial para la intubación endotraqueal (el defecto en una

«rosquilla» y toallas bajo la cabeza), 2) la posibilidad de infravalorar

las pérdidas de sangre y líquidos por el defecto, 3) la alta asociación

de esta enfermedad con la hidrocefalia, 4) la posibilidad de parálisis

de nervios craneales que puedan producir estridor inspiratorio y

5) la posibilidad de que se produzca un enclavamiento cerebral. El

anestesiólogo debe establecer un acceso intravenoso adecuado y

una monitorización invasiva si está indicado; reponer todas las

pérdidas hídricas, incluidas las pérdidas del mielomeningocele (por

lo general con suero salino) y asegurarse de que hay sangre cruzada

disponible. Deben tomarse precauciones para prevenir la alergia al

látex en estos pacientes en su primera y siguientes anestesias.

Onfalocele y gastrosquisis

El onfalocele y la gastrosquisis son defectos importantes del cierre de

la pared abdominal, con el resultado de exposición de vísceras que

pueden estar cubiertas (onfalocele) o no (gastrosquisis) por el peri-

toneo

( fig. 72-22A y B ; tabla 72-10

). Los principales problemas gene-

rados por estos defectos son: 1) deshidratación grave y pérdida

masiva de líquidos, de la superficie visceral expuesta (gastrosquisis,

peritonitis química) y de las pérdidas al tercer espacio causadas por

una obstrucción intestinal parcial, 2) pérdidas de calor, 3) la dificultad

del cierre quirúrgico y 4) la elevada asociación de esta enfermedad

con la prematuridad y otros defectos congénitos, incluidas anomalías

cardíacas (con onfalocele

20%). Estos niños no deben llegar a toda

prisa al quirófano sin un ecocardiograma antes de la anestesia.

Los pacientes con onfalocele o gastrosquisis deben tratarse

con precaución para evitar la posibilidad de infección y compro-

miso de la función gastrointestinal y minimizar las pérdidas de

líquidos y calor; se recomienda optimizar el equilibrio hidroelectro-

lítico antes de la cirugía. Por lo general se debe asegurar una vía

intravenosa adecuada y ocasionalmente, si un defecto cardíaco está

asociado,esnecesariaunamonitorizacióninvasiva.Laadministración

Anestesia pediátrica

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Sección V

Anestesia pediátrica

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Figura 72-22

A,

Gastrosquisis. Obsérvese cómo las vísceras se han herniado

fuera del peritoneo.

B,

Onfalocele. Obsérvese cómo las vísceras están todavía

cubiertas por el peritoneo.