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niño a una unidad adicional de hemoderivados. Los valores de

hematocrito en los valores inferiores del intervalo de los 20% suelen

ser bien tolerados por la mayoría de los niños, a excepción de los

niños prematuros, los recién nacidos a término, los pacientes con

cardiopatía congénita con cianosis o aquéllos con insuficiencia res-

piratoria, ya que precisan de una capacidad mayor de transporte de

oxígeno. Dado que la incidencia de apnea es mayor en neonatos y

en niños prematuros cuyos valores de hematocrito son menores de

30%, sería prudente discutir con el cirujano y el neonatólogo el

hematocrito diana mínimo en estos pacientes y documentar la deci-

sión en la historia clínic

a 116

. En niños de más edad con antecedentes

de enfermedad de células falciformes puede ser necesaria la trans-

fusión preoperatoria y deberá tratarse en colaboración con su

hematólogo. Una fórmula simple para la estimación intraoperatoria

y postoperatoria del volumen de CH necesario en el niño de 15kg

del ejemplo anterior con un hematocrito del 20% sería:

Volumen de CH para transfusión=

​ (35−20) × (70×15)  

________________ 

60 

​=

262 ml de CH

Plasma fresco congelado

El plasma fresco congelado (PFC) se administra para reponer los

factores de coagulación perdidos durante una transfusión sanguí-

nea masiva (por lo general definida cuando la transfusión supera

una volemia), en una coagulación intravascular diseminada o en

situaciones congénitas de déficit de factores de coagulación. El

anestesiólogo inicia y dirige el tratamiento con PFC durante una

hemorragia masiva, mientras que consulta al hematólogo cuando

existe alguno de los otros dos trastornos.

Es probable que los pacientes con deficiencias conocidas de

algún factor de la coagulación, como en situaciones de lesiones tér-

micas extensas o en coagulopatías, necesiten transfusión de PFC

antes de que la pérdida sanguínea exceda una volemia. Por el con-

trario, los pacientes sanos sin alteraciones de la coagulación al prin-

cipio de la cirugía no necesitan PFC hasta que la pérdida de sangre

supera 1-1,5 volúmene

s 117,118

. Esta generalización incluye a los

pacientes que han recibido CH; los pacientes que reciben sangre

completa no necesitarán PFC, incluso cuando las pérdidas superen

varias volemias. A pesar de que la pérdida sanguínea sea de una

volemia, la prolongación del tiempo de protrombina (TP) y el tiempo

de tromboplastina parcial (TTP) serán poco importante

s 119,120 .

Las pérdidas sanguíneas superiores a 1-1,5 volúmenes

(repuestos por completo con CH, cristaloides, albúmina u otros

productos no hemoderivados) suelen necesitar la transfusión de

PFC. Aún así, la decisión de administrar PFC debe realizarse sobre

la base de la presencia de coagulopatía y de tener documentada la

prolongación del TP y el TTP. La obtención de estos resultados del

laboratorio suele tardar más tiempo del deseado. En estas circuns-

tancias, deberá registrarse en la historia que la pérdida sanguínea

ha superado la volemia y que se observa una hemorragia anómala

en el campo quirúrgico. Nunca debe administrarse PFC a un

paciente para corregir una hemorragia de origen quirúrgico.

En ningún estudio con niños se ha definido con claridad qué

valores de TP y TTP están asociados con una hemorragia patológica

suficiente como para requerir la transfusión de PFC con el fin de

reponer los factores de la coagulación. No obstante, si se asocia con

una hemorragia anómala, un TP mayor de 15 segundos (índice nor-

malizado internacional [INR]

>

1,4) o un TTP superior a 60 segundos

(

>

1,5 veces el basal) deberían justificar la corrección. Si estas anoma-

lías existen pero no hay signos de hemorragia y el campo quirúrgico

está relativamente libre de complicaciones con formación de hema-

tomas (p. ej., cirugía ortopédica frente a neurocirugía), parece ade-

cuada la observación del paciente y abstenerse de trasfundir PFC.

El volumen de PFC necesario para corregir la prolongación

del TP y el TTP depende de la gravedad de la deficiencia de factores

de la coagulación y de la presencia o ausencia de coagulopatía de

consumo. En general, el tratamiento con PFC suele ser necesario en

reposiciones del 30% o más del volumen sanguíneo del niño. En

ocasiones la transfusión de PFC por encima de 1,0ml/kg/min

algunas veces se sigue de una hipocalcemia grave y depresión mio-

cárdica con hipotensión, en especial si el PFC se administra durante

la anestesia con un anestésico inhalatorio potente

( fig. 72-18 ) 121,122

.

Por tanto, durante la rápida transfusión de PFC se debe administrar

cloruro cálcico exógeno (2,5 a 5mg/kg) o gluconato cálcico (7,5 a

15mg/kg

) 123

. La hipocalcemia es muy frecuente en neonatos a los

que se administra PFC, posiblemente por tener disminuida su capa-

cidad de movilizar el calcio y metabolizar citrato; los pacientes some-

tidos a trasplante hepático o aquellos con una función o perfusión

hepática comprometida pueden también presentar un riesgo elevado

por tener disminuida su capacidad para metabolizar el citrato.

Plaquetas

Puede producirse trombocitopenia como consecuencia de una

enfermedad (púrpura trombocitopénica idiopática, quimioterapia,

infección, coagulación intravascular diseminada) o como resultado

de la dilución durante pérdidas masivas de sangre. Los niños cuyo

recuento plaquetario ha disminuido como consecuencia de una

púrpura trombocitopénica idiopática o de quimioterapia suelen

tolerar cifras de plaquetas de hasta 15.000/mm

3

sin la necesidad de

una transfusión. Por el contrario, los pacientes cuyo número de

plaquetas disminuya como consecuencia de la dilución (pérdidas

masivas de sangre) suelen necesitar transfusión de plaquetas cuando

el recuento es de 50.000/mm

3

o menor (v. también cap. 45). La razón

de esta diferencia se desconoce. No obstante, en mi experiencia, el

recuento plaquetario preoperatorio es extremadamente valioso para

predecir las necesidades intraoperatorias de plaqueta

s 124

. Los niños

que al principio de la cirugía presentan cifras de plaquetas elevadas

suelen no necesitar transfusión a pesar de que la pérdida sanguínea

sea de cuatro o más volemias. En cambio, los niños que al principio

de la intervención presentan recuentos plaquetarios bajos (alrede-

dor de 100.000/mm

3

) pueden necesitar transfusión de plaquetas

cuando la pérdida de sangre es de una o dos volemias. Los niños

que comienzan la cirugía con recuentos plaquetarios normales

(150.000-350.000/mm

3

) no suelen necesitar transfusión de plaque-

tas hasta que no se pierden dos o más volemias

( fig. 72-19

).

Cuando se administren las plaquetas, la hoja de anestesia

debe documentar la razón de la transfusión y se deben realizar todos

los esfuerzos para obtener un recuento plaquetario antes de comen-

zar la misma. La hemorragia en sábana es la indicación típica para

la transfusión de plaquetas y cuando la posibilidad de la hemorragia

sea crucial para la supervivencia, como en caso de neurocirugía,

cirugía cardíaca o trasplante de órganos. El volumen inicial de pla-

quetas transfundidas es de alrededor de 0,1-0,3U/kg; el incremento

del número de plaquetas que se obtiene con esta transfusión varía

de forma considerable y depende de la presencia o ausencia de

anticuerpos antiplaquetarios y de la tasa de consumo de plaquetas.

Calentadores de sangre

Un calentador de líquidos/sangre es fundamental para cualquier

niño que necesite una reposición rápida del volumen intravascular.

El uso de estos dispositivos para la fluidoterapia intravenosa de

mantenimiento no proporciona ningún beneficio porque la velo-

cidad de infusión es tan baja que el líquido vuelve a temperatura

ambiente en el tiempo desde que sale del calentador hasta que entra

en el paciente. Los nuevos calentadores con métodos de contraco-

rriente o por microondas son mejores que los antiguos, con baños

​ 

[Hto deseado (35) −Hto actual (20) ×VSE (70 ml/kg×15 kg)]

_________________________________________________    

Hematocrito del CH (

60%) 

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Anestesia pediátrica

V