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generosa de relajantes musculares proporciona unas condiciones

quirúrgicas óptimas para el cierre del defecto; la hipotensión secun-

daria a la presión sobre órganos principales (hígado) o la compre-

sión de la vena cava es habitual. Si el cirujano no es capaz de cerrar

el defecto en una intervención, se programa el procedimiento en

varias etapas, normalmente en la UCI neonatal. En cualquiera de las

dos situaciones, será necesaria la ventilación postoperatoria hasta

que la pared abdominal tenga tiempo de distenderse y acomodar las

vísceras. La alimentación parenteral puede desempeñar un papel

vital en la rápida recuperación de estos pacientes.

Un pequeño porcentaje de pacientes con onfalocele también

presenta el síndrome de Beckwith-Wiedemann, un cuadro clínico

caracterizado por profundas hipoglucemias, síndrome de hipervis-

cosidad y visceromegalia asociada. No se debe olvidar que el aumento

de la presión abdominal tras un cierre a tensión puede comprometer

la función hepática y alterar de forma significativa el metabolismo

de los fármacos. El cierre en varias etapas con una malla de elastó-

mero de silicona distensible se usa cada vez más para disminuir los

viajes al quirófano y la necesidad de ventilación posreducción.

Fístula traqueoesofágica

Una fístula traqueoesofágica puede tener cinco o más configura-

ciones diferentes, la mayoría de las cuales se manifiesta como una

incapacidad para tragar por una atresia esofágica (el esófago

termina en un fondo de saco). La prueba diagnóstica más caracte-

rística es la imposibilidad de pasar una sonda de aspiración al

estómago. Los neonatos pueden presentar neumonitis por aspira-

ción de una fístula distal que puede conectar el estómago a la

tráquea a través del esófago o de una proximal que conecte el

esófago con la tráquea. Además, esta malformación puede ser parte

de una gran constelación de anomalías conocidas como la asocia-

ción VATER (V, vertebral; A, anal; TE, traqueoesofágica; R, renal)

o la asociación VACTERL (VATER+C, cardíaca y L, miembros

[limbs]

). Cualquier paciente que presente una fístula traqueoesofá-

gica o atresia esofágica debería ser sospechoso de presentar las

otras anomalías que hemos descrito. Un ecocardiograma para

detectar un posible cayado aórtico derecho o la presencia de una

cardiopatía congénita debería realizarse antes de la anestesi

a 143 .

Los puntos más importantes para el manejo anestésico

incluyen: 1) evaluación de una neumonía por aspiración, 2) sobre-

distensión gástrica por la entrada de aire directamente en el estó-

mago a través de la fístula, 3) incapacidad para ventilar al paciente

por el gran tamaño de la fístula, 4) problemas asociados a otras

anomalías, en particular un conducto arterioso permeable (corto-

circuito) y otras formas de cardiopatía congénita y 5) cuidados

intensivos postoperatorios.

Para el control anestésico, se suspende la alimentación del

niño, se coloca un catéter en el esófago para drenar la saliva y el

niño se coloca en posición decúbito prono con la cabeza elevada.

Si el niño padece neumonía, se debe iniciar el tratamiento; la

cirugía puede ser pospuesta hasta que la neumonitis mejore o esté

superada. El niño puede ser candidato a gastrostomía para alimen-

tación durante el tiempo de recuperación de la neumonitis. La

evaluación anestésica se centra en los sistemas pulmonar y cardio-

vascular. En general se realiza una intubación con el niño «des-

pierto sedado». Yo normalmente administro de 0,5 a 1

m

g/kg de

fentanilo y de 25 a 50

m

g/kg de midazolam y utilizo lidocaína

tópica, no más de 5mg/kg (1,0%), para la lengua, laringe y cuerdas

vocales. El tubo endotraqueal se pasa intencionadamente hasta el

bronquio principal derecho y entonces, el tubo se retira despacio

hasta que se oyen ruidos respiratorios en el lado izquierdo. Muchas

veces, esta técnica asegura que la punta del tubo endotraqueal se

coloca más allá del origen de la fístula, para evitar la distensión

masiva del estómago. Hay que tener cuidado y no producir la

rotura del estómago; por tanto, puede ser adecuado mantener la

respiración espontánea y ligeramente asistida hasta que se ligue la

fístula o se realice la gastrostomía. Un cambio en la distancia de

inserción del tubo endotraqueal, tan pequeño como de 1-2mm,

puede determinar si el anestesiólogo está ventilando ambos pul-

mones, un pulmón o la fístula. Por tanto, como un cambio en la

saturación de oxígeno puede ser el primer signo de que algo no va

bien, el pulsioxímetro es uno de los monitores más útiles para

controlar a estos pacientes. Dos pulsioxímetros, uno en posición

preductal y otro posductal, diagnosticarán cortocircuitos intracar-

díacos. Fijar con esparadrapo el fonendoscopio en el lado izquierdo

del tórax, en la axila, también disminuye la posibilidad de una

intubación endobronquial inadvertida. Algunos cirujanos prefie-

ren que el niño permanezca intubado en el postoperatorio, mien-

tras que otros prefieren que se intente la extubación; pero hay que

tener en cuenta que aproximadamente el 30% necesitará una rein-

tubación para eliminar secreciones.

El dolor postoperatorio puede ser manejado con un catéter

caudal progresado hasta el nivel torácico administrando tanto

bupivacaína de forma intermitente (1 a 2ml del 0,125% con adre-

nalina 1:200.000) administrada cada 6-8 horas, como clorprocaína

en infusión continua (1,5%) con fentanilo (0,4

m

g/ml) infundida

entre 0,3 a 0,8ml/kg/h. Este tratamiento sólo puede ser adminis-

trado con el apoyo de una unidad de dolor pediátrico.

Hernia diafragmática

La hernia diafragmática suele manifestarse el primer día de vida

como dificultad respiratoria y un abdomen excavado. La anomalía

consiste en la herniación de las vísceras abdominales a través de

un defecto en el diafragma, con mayor frecuencia a través del

agujero de Bochdalek en el lado izquierdo. La mayoría de las vís-

ceras abdominales, incluidos el hígado y el bazo, pueden estar por

encima del diafragma. La edad gestacional a la que se produce la

hernia puede determinar el grado de hipoplasia pulmonar.

2356

Anestesia pediátrica

V

Tabla 72-10

 Comparación entre gastrosquisis y onfalocele

Gastrosquisis

Onfalocele

Fisiopatología

Oclusión de la arteria

onfalomesentérica

Fracaso de la migración

intestinal desde el

saco embrionario al

interior del abdomen

Incidencia

1 en 15.000

nacimientos

1 en 6.000

nacimientos

Incidencia de

anomalías asociadas

10-15%

40-60%

Localización del

defecto

Periumbilical

En el cordón umbilical

Problemas asociados

con el defecto

Inflamación del

intestino expuesto

Edema

Asas dilatadas y

acortadas

(peritonitis química)

Cardiopatía congénita

(–20%)

Extrofia vesical

Síndrome de Beckwith-

Wiedemann

(macroglosia,

gigantismo,

hipoglucemia,

hiperviscosidad)

De Coté CJ, Lerman J, Todres ID (eds.):

A Practice of Anesthesia for Infants and

Children,

4.ª ed. Filadelfia, WB Saunders, 2008.