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Sistemas de administración

de fármacos intravenosos

Peter S. A. Glass, Steven L. Shafer y J. G. Reves

Puntos clave

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1.

Los fármacos anestésicos se ajustan a modelos

multicompartimentales. Para una administración precisa de

fármacos intravenosos es necesario ajustar la dosis a la

acumulación del fármaco en los tejidos periféricos.

2.

La biofase es el sitio de acción de los fármacos anestésicos.

El inicio, mantenimiento y ajuste de los anestésicos

intravenosos deben tener en cuenta el retraso en el equilibrio

entre el plasma y el sitio de efecto del fármaco.

3.

Algunos de los efectos de los fármacos reflejan directamente

la concentración del fármaco en la biofase (modelos de

efecto directo). Otros efectos de los fármacos reflejan la

alteración que producen los anestésicos en los sistemas de

retroalimentación (modelos de efecto indirecto). Por ejemplo,

la influencia que ejercen los opioides en la ventilación refleja la

influencia dinámica de los opioides en la retroalimentación

que ejerce el dióxido de carbono en la ventilación, por lo que

constituye un ejemplo de efecto indirecto del fármaco.

4.

La concentración deseada en el sitio de efecto es la misma que

la concentración deseada en el plasma cuando se alcanza el

equilibrio estacionario. La concentración deseada está influida

por la fisiología del paciente, los estímulos quirúrgicos y la

administración simultánea de otros fármacos. Normalmente,

hay que fijar la concentración deseada para el hipnótico

(anestésicos inhalatorios o propofol) y el analgésico (opioide)

teniendo en cuenta el sinergismo que se produce entre ellos.

5.

Para conseguir una concentración deseada efectiva, el

método convencional de administrar una dosis de carga

calculada como la concentración deseada por el volumen

de distribución, seguida de una velocidad de

mantenidmiento calculada como la concentración deseada

por el aclaramiento resulta impreciso. La dosis de carga

inicial se puede calcular como la concentración deseada por

el volumen de distribución en el efecto máximo. Las

velocidades de mantenimiento deben tener en cuenta en

primer lugar la distribución del fármaco en los tejidos

periféricos y deben reducirse hasta la concentración

deseada por el aclaramiento sólo después de alcanzarse el

equilibrio con los tejidos periféricos.

6.

La semivida terminal no refleja la evolución clínica en el tiempo

de la concentración del fármaco. El tiempo necesario para que

la concentración plasmática disminuya un determinado

porcentaje es el tiempo para que se reduzca dicho porcentaje

en la concentración del fármaco en función de la duración de

la infusión, para una infusión que mantiene una concentración

plasmática estable. Los tiempos de disminución dependientes

del contexto tienen en cuenta el comportamiento

multicompartimental de los anestésicos intravenosos. La

semivida dependiente del contexto es el tiempo necesario

para que la concentración plasmática disminuya un 50%.

7.

El alfentanilo, el fentanilo, el sufentanilo, el remifentanilo, el

propofol, el tiopental, el metohexital, el etomidato, la ketamina

y el midazolam pueden administrarse todos en forma de

infusión intravenosa. En el texto se explican las precauciones

específicas que hay que tomar, las velocidades de infusión

y las guías para el ajuste de cada uno de ellos.

8.

La infusión mediante el control de concentraciones finales

utiliza algoritmos farmacocinéticos para ajustar los

anestésicos intravenosos a concentraciones específicas en

el plasma o en el sitio de efecto. El Diprifusor es un sistema

de infusión mediante control de concentraciones finales

para el propofol que está disponible en todo el mundo,

excepto en Estados Unidos.

9.

Los sistemas de administración de fármacos en asa cerrada

han utilizado la mediana de la frecuencia del EEG, el índice

biespectral y los potenciales evocados auditivos para

controlar la administración intravenosa de anestesia. Estos

sistemas han revelado un correcto funcionamiento clínico,

aunque siguen siendo herramientas de investigación.

©

2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos

Para que los fármacos anestésicos sean efectivos tienen que alcanzar su

sitio de acción. En 1628,WilliamHarvey demostró en

Exercitatio anato-

mica de motu cordis et sanguinis in animalibus

que la sangre venosa llega

a la circulación arterial y, por tanto, a los órganos del cuerpo, impulsada

por el corazón. Se vio que casi justo después de inyectar un fármaco en

las venas,éste era transportado con rapidez al resto del cuerpo.De hecho,

en 1657, Christopher Wren inyectó opio por vía intravenosa a través de

una pluma y una vejiga

( fig.18-1A )

en perros y en humanos,y consiguió

que perdieran la consciencia. Ocho años después, Sigismund Elsholtz

creó una soluciónde opioides con el propósito de lograr que los pacientes

fueran insensibles, pero no fue hasta 1874, cuando Pierre-Cyprien Ore

administró hidrato de cloral por vía intravenosa para una intervención

quirúrgica.A este hecho le siguieron múltiples intentos fallidos del ciru-

jano ruso Pirogoff de administrar éter por vía intravenosa en 1846; poco

después, Crawford Long yWilliamMorton demostrarían, por separado,

la eficacia de la inhalación de éter en la cirugí

a 1

.

El desarrollo de los sistemas de administración intravenosa

de anestésicos ha dependido del avance continuo que se ha produ-