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Farmacología y anestesia

II

cido en la tecnología. La pluma y la vejiga que utilizó Wren no

fueron significativamente mejoradas hasta que, en 1853, Alexander

Wood utilizó una aguja y una jeringa para administrar fármacos

intravenosos. La aguja hipodérmica hueca fue desarrollada por

Frances Rynd, y la jeringa funcional por Charles Prava

z 1

. Las agujas,

los catéteres y las jeringas que se utilizan hoy en día son descendien-

tes de esos dispositivos iniciales. La tecnología más reciente que se

ha desarrollado en la administración intravenosa de anestésicos ha

sido la introducción de los sistemas de infusión continua controla-

dos por algoritmos farmacocinéticos computarizados

( fig. 18-1B )

, y

fue presentada por primera vez por Helmut Schwilde

n 2 ,

en 1981.

Schwilden demostró que se podía obtener la concentración plasmá-

tica deseada de un fármaco anestésico intravenoso si se usaba una

bomba de infusión controlada por ordenador, utilizando los datos

farmacocinéticos publicados. Estos esfuerzos consiguieron que en

Europa se comercializara el primer sistema de infusión mediante

control de concentraciones finales (TCI, del inglés

target controlled

infusion

) desarrollado por Zeneca, y que es específico para la admi-

nistración de propofol. El número de marzo de 1998 de la revista

Anaesthesia fue

dedicado en exclusiva a revisar la infusión mediante

control de las concentraciones finales, y el papel de los sistemas de

infusión mediante control de las concentraciones finales en la prác-

tica clínica. Desde entonces, prácticamente todos los países, con la

notable excepción de Estados Unidos, han aprobado los sistemas de

infusión mediante control de concentraciones finales para la admi-

nistración de anestésicos intravenosos.

Los últimos avances en los sistemas de administración de

anestésicos son los sistemas de infusión de fármacos intravenosos

en asa cerrada. Se han desarrollado sistemas en asa cerrada para la

administración de nitroprusiato sódico y de relajantes musculares

basados en objetivos definidos y mensurables. La falta de una

medida clara de la «profundidad de la anestesia» ha dificultado el

desarrollo de sistemas de administración de anestésicos mediante

sistemas en asa cerrada. La mayoría de esos sistemas han sido desa-

rrollados utilizando el electroencefalograma (EEG) para medir el

efecto anestésico del fármaco. Schwilden desarrolló sistemas en asa

cerrada para la infusión de metohexita

l 3,4

y propofo

l 5

basándose en

la mediana de la frecuencia del EEG. Otros investigadores han desa-

rrollado sistemas en asa cerrada a partir de parámetros del EEG

(p. ej., potenciales evocados auditivo

s 6

o el índice biespectral [BIS

] 7 )

.

La aparición de nuevas técnicas ha coincidido con el desa-

rrollo de nuevos fármacos. La inducción intravenosa rápida se hizo

popular cuando, en 1934, se introdujo el tiopental sódico. Sin

embargo, la farmacocinética del tiopental impidió que se extendiera

su uso para el mantenimiento de la anestesia. Durante los últimos

50 años, se han introducido numerosos hipnóticos intravenosos

(metohexital, 1957; propanidid, 1957; alfaxalona, 1971; etomidato,

1973; propofol, 1977), ansiolíticos (diazepam, 1966; midazolam,

1978) y analgésicos (fentanilo, 1959; ketamina, 1966; sufentanilo,

1979; alfentanilo, 1980; remifentanilo, 1996; dexmedetomidina,

1999). La tendencia general ha sido conseguir tiempos más cortos

en la recuperación del efecto del fármaco. En este contexto, los

anestésicos intravenosos más nuevos, el propofol y el remifentanilo,

han mostrado que consiguen un inicio rápido de la anestesia, una

fase de mantenimiento estable, y una recuperación rápida.

Antes de revisar las técnicas y los dispositivos de administra-

ción de la anestesia intravenosa, este capítulo presenta los principios

de la farmacocinética y la farmacodinámica como antecedentes para

entender cómo se puede sacar el máximo provecho a la administra-

ción intravenosa de fármacos. De manera específica, se pueden utili-

zar sistemas de administración de anestesia intravenosa para dosificar

de unmodo racional los fármacos que se utilizan en la práctica clínica.

En el capítulo 9 se puede encontrar una descripción más amplia de

los principios de la farmacocinética y la farmacodinámica.

Consideraciones farmacocinéticas

Uno de los objetivos de la anestesia es conseguir la evolución en el

tiempo clínicamente deseada del efecto del fármaco. En general, esta

evolución incluye un inicio rápido, un mantenimiento estable y una

recuperación rápida después de finalizar el anestésico. Los modelos

farmacocinéticos convencionales asumen que un bolo de un fármaco

se mezcla de manera instantánea con el plasma y produce un pico

inmediato en la concentración plasmática. La concentración dismi-

nuye luego de forma progresiva, hasta que se administra el siguiente

bolo. Salvo durante determinados momentos a lo largo de la inter-

vención quirúrgica (intubación, incisión y tracción del intestino),

las necesidades de anestésicos del paciente no seguirán probable-

mente la evolución en el tiempo oscilante del efecto anestésico que

se ve tras administrar bolos intermitentes. Por tanto, con esta técnica

de administrar bolos intermitentes se consigue un efecto excesivo

del fármaco en el momento de la inyección del bolo, o un efecto

insuficiente antes de administrar el siguiente bolo, y algunas veces

ambos efectos

( fig. 18-2

). La técnica de administrar todo el anesté-

sico como un bolo inicial produce una dosis inicial enorme, inne-

Figura 18-1

 Administración intravenosa de fármacos, pasado y futuro.

A,

Representación de la primera inyección intravenosa de opio con una

pluma y una vejiga.

B,

El futuro de la administración de fármacos

intravenosos; se administra el fármaco con la ayuda de una bomba de

infusión pequeña y sofisticada que permite calcular la dosis en función

de la concentración plasmática del fármaco, no de la cantidad.