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Control de la anestesia

III

pacientes. La importancia de integrar la experiencia de los médicos

es todavía mayor para aumentar la esperanza de vida de nuestra

població

n 2

. Conforme crece el número de ancianos y muy ancianos

(

>

85 años), aumentará la necesidad de consultas preoperatorias

quirúrgicas para controlar las patologías asociadas y los múltiples

regímenes terapéuticos, cuyo conocimiento resulta esencial para un

buen manejo del paciente (v. también cap. 61). En un momento en

el que la información médica resulta enciclopédica, resulta difícil,

cuando no imposible, que el anestesista más aplicado conozca todos

los detalles médicos relevantes de cada aspecto del manejo perio-

peratorio de un paciente. En este capítulo se revisan estos aspectos

destacando sobre todo la valoración preoperatoria y la asistencia

por parte del anestesista en lugar de trasladar esta responsabilidad

a los demás proveedores sanitarios.

Igual que sucede con los pacientes «sanos» (v. también cap.

24), la anamnesis y la exploración física permitirán predecir con

precisión los riesgos asociados y también la probabilidad de que una

técnica de monitorización o cambio de tratamiento resulten bene-

ficiosos o precisos para la supervivencia. Este capítulo resalta casos

en los que se debe buscar información física al realizar la anamnesis,

durante la exploración física o en las pruebas de laboratorio.Aunque

en la mayor parte de las enfermedades no se han realizado estudios

controlados para confirmar que una optimización de la condición

física preoperatoria o previa a una intervención del paciente reduce

la morbilidad, es lógico asumir que sea así. Se destacan los estudios

que demuestran los beneficios de optimizar los trastornos específi-

cos antes de la intervención. Es importante recodar que estas

medidas preventivas deben costar menos que tratar la morbilidad

que podrían generar en este entorno tan consciente de los costes y

que pronto puede tener limitaciones para los mismos.

Las intervenciones mínimamente invasivas, como la extir-

pación de cataratas, la resonancia magnética (RM) o la artroscopia

diagnóstica, realizadas bajo las actuales técnicas anestésicas de

primera calidad, no parecen generar un riesgo mayor que el propio

hecho de estar vivo y podrían no considerarse una oportunidad

para las valoraciones especiales. Sin embargo, las valoraciones

preanestésicas y previas a una intervención han aportado informa-

ción que ha condicionado un cambio en el plan de cuidado en más

del 15% de todos los pacientes de clases I y II de la ASA (American

Society of Anesthesiologists) y en más del 20% de los pacientes en

general de la Universidad de Florida (Gibby GL y cols., comunica-

ción personal). Aunque estos cambios en los planes de asistencia

se atribuyeron a datos encontrados durante la anamnesis y la

observación (los más frecuentes fueron el reflujo gastroesofágico,

la diabetes mellitus insulinodependiente, el asma y la sospecha de

intubación endotraqueal difícil), ningún dato demuestra que el

pronóstico del paciente mejorara con estos cambios. A pesar de

todo, la lógica llevó a los médicos a modificar los planes para estos

pacientes de forma que se optimizaran los horarios del quirófano

y se redujeran los costes. Ejemplos de este tipo serían administrar

un fármaco bloqueante

b

-adrenérgico, aspirina o una estatina (o

cualquier combinación) la noche anterior en lugar de retrasar la

cirugía para administrarlos esa misma mañana; la administración

de un antagonista de la histamina de tipo 2 (H

2

) 1-2 horas antes y

un antiácido oral inmediatamente antes de entrar al quirófano;

contar con equipo para medir la glucemia; obtener los datos de la

evolución de la diabetes del paciente y su tratamiento del médico

de atención primaria y del propio enfermo; y realizar una explora-

ción laringoscópica con laringoscopio flexible o solicitar atención

experta adicional. Recomendar al paciente que empiece a caminar

incluso 5 días antes de la cirugía reduce de forma anecdótica las

complicaciones perioperatorias y acelera la recuperación de las

costumbres habituales. Por tanto, aunque la valoración preopera-

toria o previa a una intervención no modifique el pronóstico de

forma significativa, la posibilidad de reducir el costes por evitar

pruebas de laboratorio no indicadas y evitar los retrasos en la

administración del tratamiento y el uso de equipos se considera

importante (y exigible desde la perspectiva medicolegal), por lo que

su uso está justificado.

En este capítulo se comentan los siguientes trastornos:

1. Enfermedades del sistema endocrino y trastornos nutricio-

nales (los hemos comentado los primeros por su creciente

importancia para la asistencia).

2. Enfermedades que afectan al aparato cardiovascular.

3. Enfermedades del aparato respiratorio y sistema inmunita-

rio (incluido el plan de asesoramiento para abandono del

tabaco, «Breathe Free»).

4. Enfermedades del sistema nervioso central (SNC), enferme-

dades neuromusculares y trastornos mentales.

5. Enfermedades renales, infecciosas y trastornos electro­

líticos.

6. Enfermedades del aparato digestivo o hepáticas.

7. Enfermedades de la hematopoyesis y distintos tipos de cáncer.

8. Enfermedades propias del envejecimiento o más frecuentes

en ancianos, y trastornos médicos agudos o crónicos que

necesitan tratamiento farmacológico (v. también cap. 61).

Papel del médico de

atención primaria

El papel del médico de atención primaria no es elegir o sugerir un

método anestésico o quirúrgico, sino optimizar el estado del

paciente antes de la intervención o cirugía en lo que respecta a los

trastornos que aumentan la morbilidad y mortalidad asociadas a

la cirugía, además de advertir al equipo anestésico de la existencia

de estos trastornos.

Este papel del médico de atención primaria se pone de mani-

fiesto en las notas y el recuadro del programa de autoevaluación de

los conocimientos médicos publicado por la principal organización

que representa a los internistas, el American College of Physician

s 2 :

Una interacción eficaz con los compañeros de otras especialidades

exige un sólido conocimiento sobre el lenguaje y la ciencia de las

demás disciplinas y también una serie de nociones sobre las reco-

mendaciones básicas para realizar una consulta de derivación

[ cuadro 25-1

]. El papel del internista en la consulta de asistencia

perioperatoria se centra en aclarar los factores médicos que

pueden incrementar los riesgos de la anestesia y la cirugía. La

selección de la técnica anestésica, la intervención, el cirujano y el

anestesista para un paciente determinado es un proceso muy

individualizado, que sigue siendo una responsabilidad más del

anestesista que del internista.

La optimización de la condición previa a la cirugía o inter-

vención y el asesoramiento del paciente sobre los cambios que se

necesitarán en el estilo de vida de cara al futuro, como caminar,

elección de alimentos y abandono del tabaco, son actividades de

colaboración del anestesista con el internista, pediatra, cirujano o

médico de familia. Si el médico de familia no puede asegurar que

el paciente se encuentra en el mejor estado físico posible (para ese

paciente), el anestesista y el médico deberían hacer todo lo posible

por optimizar la situación. La falta de consulta con el médico de

atención primaria antes de una cirugía o intervención compleja es

tan arriesgada como no confirmar que queda oxígeno en las bom-

bonas. De hecho, las afirmaciones que describen el estado previo a

la cirugía o la intervención del paciente (p. ej., «este paciente se