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Control de la anestesia

III

Introducción a la monitorización

cardiovascular: exploración

clínica orientada

Aunque los monitores cardiovasculares electrónicos reciben la

atención primordial, la base fundamental de la monitorización

circulatoria sigue estando en los ojos, las manos y el oído del

anestesista. En muchos aspectos, los sentidos del anestesista captan

más información que los dispositivos electrónicos más sofisticados.

En combinación con el conocimiento, la experiencia y el juicio

clínico razonado, los sentidos del médico ofrecen una visión inte-

grada y panorámica del estado del paciente, que incluso es más

valiosa gracias a la comprensión del contexto clínico actual. Mien-

tras que los instrumentos recogen de una forma precisa y monó-

tona volúmenes de datos cuantitativos, el médico integra, evalúa e

interpreta los datos y, al hacerlo, proporciona el aspecto más signi-

ficativo de la monitorización del pacient

e 1

. Dado que la inspección,

la palpación y la auscultación constituyen las piedras angulares de

la exploración física estándar del sistema cardiovascular, estas téc-

nicas representan los elementos fundamentales de la monitoriza-

ción cardiovascular perioperatoria. Sin embargo, han de adaptarse

y centrarse en los requerimientos exclusivos de los pacientes qui-

rúrgicos y críticos y deben conocerse sus limitaciones.

En una intervención se utilizan muchas técnicas físicas están-

dar de valoración de la circulación. Para muchos pacientes sanos que

se someten a intervenciones menores, estos signos físicos pueden

proporcionar una parte considerable de la monitorización cardio-

vascular total. Cuando la intervención es más compleja o el enfermo

entra en quirófano con una enfermedad cardiovascular más avan-

zada o inestable, la monitorización electrónica suplementaria crece

de forma correspondiente. Sin embargo, la valoración física detallada

aún proporciona al médico todo el sistema de apoyo más esencial

para confirmar o refutar la información derivada de otros instru-

mentos de monitorización. El ejemplo más obvio, quizá trivial, es un

paciente cuyo electrocardiograma (ECG) muestra una asistolia. La

detección de un pulso normal mediante palpación directa dirige al

anestesista a la corrección del artefacto del dispositivo de monitori-

zación antes de iniciar una reanimación cardiopulmonar.

Los avances iniciales en la valoración cardiovascular más allá

de los métodos de exploración física básica no se aceptaron fácil-

mente en la práctica clínica. Alrededor de 1900, la introducción de

la esfigmomanometría para medir la presión arterial se criticó

porque debilitaba la agudeza clínica, amortiguando los sentidos y las

14.

El uso de la presión venosa central, la presión

diastólica de la arteria pulmonar o la presión de

enclavamiento de la arteria pulmonar como estimación

de la precarga del ventrículo izquierdo está sujeto a

múltiples factores de confusión, incluidos los cambios

en la distensibilidad diastólica ventricular y en la

presión yuxtacardíaca.

15.

La mayoría de los ensayos clínicos prospectivos

aleatorizados no ha logrado demostrar que la

monitorización con catéter arterial pulmonar conlleve un

mejor pronóstico del paciente. Los posibles motivos son:

la mala interpretación de los datos obtenidos mediante el

catéter y las deficiencias de los tratamientos

hemodinámicos orientados por los índices hemodinámicos

específicos.

16.

La monitorización del gasto cardíaco mediante

termodilución, la técnica clínica más ampliamente

utilizada, se halla sujeta a errores técnicos inducidos por la

administración rápida de líquido intravenoso, la ventilación

mecánica con presión positiva y la insuficiencia tricuspídea.

17.

La saturación venosa mixta de hemoglobina es una

medida de la idoneidad del gasto cardíaco en relación a

las demandas de oxígeno del organismo. También

depende de la saturación arterial de hemoglobina y de la

concentración de hemoglobina.

18.

Los nuevos métodos de monitorización del gasto

cardíaco, como el análisis mediante Doppler esofágico y

el análisis de la onda de pulso, permiten la estimación del

volumen sistólico ventricular latido a latido y la

determinación de otras variables cardiovasculares.

agudas percepciones del médico. Incluso la auscultación con estetos-

copio recibió críticas porque distanciaba al médico del paciente.

La palpación del pulso, su frecuencia y características no

deberían olvidarse en el contexto perioperatorio. Las limitaciones

concretas del quirófano pueden indicar qué pulsos son accesibles

para la monitorización, pero también proporciona oportunidades

concretas de monitorización del pulso durante cada cirugía. Por

ejemplo, durante la cirugía cardíaca, el corazón puede observarse

directamente latiendo y la palpación de la aorta ascendente por el

cirujano proporciona una estimación útil de la presión arterial

aórtica. De hecho, siempre que se desarrolle una inestabilidad

hemodinámica grave, debe considerarse la evaluación del cirujano

de cualquier pulso arterial en el campo quirúrgico.

La evaluación clínica de la presión venosa durante la anes-

tesia es difícil desde el punto de vista técnico, debido a las posicio-

nes inusuales del enfermo, la ventilación mecánica con presión

positiva y la ausencia de acceso a la observación de las venas del

cuello. Sin embargo, el reconocimiento precoz de la obstrucción

venosa de una extremidad o de la cabeza y el cuello puede tener

graves consecuencias clínicas. Esta observación no sólo podría

preceder a problemas hemodinámicos en el paciente, sino que la

comunicación de tales observaciones al cirujano también debería

permitir corregir a tiempo problemas técnicos asociados.

Dado que el sistema cardiovascular es el responsable del

transporte de los sustratos y productos desde y hacia todos los

órganos y sistemas, la monitorización de la función de los órganos

destinatarios refleja la idoneidad de la función del sistema cardio-

vascular. La inspección de las mucosas y del color y la turgencia de

la piel puede orientar de manera pertinente acerca de la hidratación,

la oxigenación y la perfusión. Otras técnicas clínicas adicionales

son la estimación empírica del déficit de líquidos y la determinación

de las pérdidas sanguíneas intraoperatorias, la medición de la diure­

sis y la detección de alteraciones del estado mental. Por desgracia, la

disfunción orgánica preexistente y los efectos directos de los fárma-

cos anestésicos pueden confundir la interpretación de estos senci-

llos signos físicos. Como consecuencia, la simple valoración clínica

de la función de los órganos destinatarios tiene un valor limitado

en muchos pacientes anestesiados o críticos, por lo que se requieren

técnicas adicionales de monitorización cardiovascular.

Estetoscopia

Aunque se considera que Laennec introdujo el estetoscopio en la

prácticamédica general en 1818,hubo de transcurrir casi un siglo antes