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y de las ondas de presión de pulso» en los pacientes anestesiados y

luego abogó por ell

a 27 .

Algunos de estos aspectos diagnósticos se

aprecian con facilidad y se emplean con frecuencia, como la identi-

ficación de la hendidura dícrota arterial para guiar el ritmo adecuado

del balón de contrapulsación intraaórtico, en tanto que otros resultan

más sutiles, por ejemplo, el reconocimiento de la excesiva variación

de la presión arterial sistólica como signo de hipovolemi

a 28 .

Canalización percutánea de la arteria radial

La arteria radial es el lugar más habitual para la monitorización

invasiva de la presión arterial en la anestesia y los cuidados inten-

sivos, ya que desde el punto de vista técnico resulta fácil de cana-

lizar y las complicaciones son infrecuentes, en parte debido a la

buena circulación colateral de la man

o 29 .

Por ejemplo, Slogoff y

cols. describieron 1.700 pacientes de cirugía cardiovascular some-

tidos a canalización de la arteria radial sin complicaciones isqué-

micas, a pesar de signos de oclusión de la arteria radial tras la

retirada del catéter en más del 25% de los enfermo

s 30 .

Antes de intentar la canalización de la arteria radial, muchos

médicos valoran la idoneidad del flujo colateral a la mano realizando

una prueba de Allen modificada. Esta exploración a la cabecera del

enfermo, descrita en principio por E. V. Allen en 1929, proporcionó

una técnica para valorar la estenosis arterial en las manos de los

pacientes con tromboangitis obliterant

e 31 .

Con objeto de realizar la

prueba de Allen, el explorador comprime las arterias radial y cubital

y pide al paciente que cierre el puño con fuerza para que expulse la

sangre de la palma de la mano. Después el paciente abre el puño,

evitando la hiperextensión de la muñeca o los dedos, y al liberar la

oclusión de la arteria cubital se observa el color de la palma abierta.

En general, la palma se enrojecerá de forma brusca en varios segun-

dos; cuando permanece pálida durante más de 10 segundos existe

un flujo colateral cubital gravemente reducido.

Aunque la prueba de Allen suele usarse para identificar a los

pacientes con alto riesgo de complicaciones isquémicas por la cate-

terización de la arteria radial, el valor predictivo de esta prueba se

ha cuestionado.Numerosos informes sobre secuelas isquémicas per-

manentes destacan que, antes de la cateterización, la prueba de Allen

era norma

l 32 .

Por el contrario, existen muchas descripciones de cate-

terizaciones de la arteria radial sin complicaciones pese a la existen-

cia de una prueba de Allen anómala antes de la técnic

a 30

. En los

últimos años, la arteria radial se ha utilizado con seguridad como

zona de acceso para la colocación de endoprótesis coronarias o ha

sido extraída para su uso como injerto en cirugía de derivación

coronaria, incuso en pacientes con pruebas de Allen anómala

s 33,34

.

Aunque la mayoría de los pacientes muestra una dominancia de la

arteria radial en la perfusión global de la mano, la oclusión total de

la arteria radial no parece comprometer la perfusión distal, quizá

debido al reclutamiento de colaterale

s 34 .

Además, los resultados de

la prueba de Allen mantienen una escasa relación con el flujo san-

guíneo distal determinado mediante inyección de fluoresceína o

mediante fotopletismografía. Aunque resulta obvia la importancia

de que el médico minimice la posibilidad de isquemia distal signi-

ficativa debido a la monitorización de la presión arterial, parece que

la prueba de Allen no es fiable para evitar este efecto adverso.

La canalización satisfactoria y consistente de la arteria radial

debería lograrse con facilidad si se presta atención a diversos deta-

lles técnicos. La muñeca y la mano se inmovilizan en dorsiflexión

ligera y se aseguran con la muñeca apoyada sobre una almohadilla

blanda. Ante la posibilidad de atenuar el pulso debería evitarse la

dorsiflexión excesiva de la muñeca. El trayecto de la arteria radial

proximal a la muñeca se identifica mediante palpación suave; la

piel se prepara con un antiséptico y se inyecta un anestésico local

por vía intradérmica y subcutánea a lo largo del trayecto de la

arteria. A continuación se puede realizar la cateterización arterial

con un catéter intravenoso estándar o con un conjunto integrado

de catéter-guía específicamente diseñado para este propósito. Se ha

producido un reciente vídeo educacional que ofrece el procedi-

miento estándar con gran detall

e 35 .

Una vez que el catéter se encuentra completamente introdu-

cido en la luz arterial, la arteria radial se ocluye mediante presión

proximal, se retira la aguja, se ajusta el sistema de monitorización

de la presión arterial al catéter, se coloca un vendaje estéril ade-

cuado y se ajusta o se sutura el aparato con firmeza a la muñeca.

Aunque se puede utilizar un soporte de antebrazo almohadillado

para mantener la muñeca en una posición anatómica neutra

durante la monitorización de la presión arterial, se debe evitar

siempre una excesiva dorsiflexión de la muñeca, ya que puede

producir una lesión del nervio median

o 36,37

.

Algunos médicos eligen la técnica de «transfixión» para la

canalización arterial, en la que se puncionan de forma intencionada

las paredes anterior y posterior de la arteria, la aguja se retira del

catéter y éste se introduce en la luz vascular. Aunque es innecesario

realizar un orificio adicional en la pared posterior de la arteria radial

para una canalización satisfactoria, la técnica per se no parece que

influya sobre la incidencia de complicaciones tras la canalización.

Otras ayudas para la canulación arterial incluyen el uso de

la inserción del catéter guiada por ecografí

a 38

. Esta técnica puede

ser especialmente útil cuando han fracasado los intentos de colo-

cación mediante la técnica estándar por palpación.Aunque algunos

autores afirman que las técnicas basadas o guiadas por ecografía

mejoran las tasas de éxitos de la canulación arterial, es posible que

en realidad este hecho esté más en función de la experiencia o de

la preferencia personal del médico que realiza la técnic

a 39 .

Lugares alternativos para la monitorización

de la presión arterial

Si las arterias radiales no son adecuadas para la monitorización de

la presión arterial, se dispone de varios lugares alternativos para la

canalización. La

arteria cubital

se canaliza mediante una técnica

muy parecida a la de la arteria radia

l 40 .

Incluso en circunstancias en

las que han fallado los intentos previos de canalizar la arteria radial

ipsilateral, la arteria cubital puede canalizarse con segurida

d 30

.

Aunque en teoría la

arteria braquial

no tiene las ventajas

anatómicas de la circulación colateral presente en la mano, los

ensayos clínicos han confirmado la seguridad de este lugar de cana-

lización. Bazaral y cols. registraron el uso de más de 3.000 catéteres

de arteria braquial en pacientes sometidos a cirugía cardíaca durante

un período de 3 años, pero sólo uno de los pacientes requirió una

trombectomía posquirúrgica sin secuelas posteriore

s 41 .

Para la

arteria braquial se prefiere un catéter ligeramente más largo, dada

la necesidad de que el catéter atraviese la articulación del codo. Otras

arterias periféricas elegidas de modo ocasional para la monitoriza-

ción de la presión arterial son la

pedia,

la

tibial posterior

y la

temporal

superficial

. Las arterias pedia y tibial posterior se reservan habitual-

mente para aplicaciones en la población pediátrica.

La

arteria axilar

proporciona otro lugar para la monitoriza-

ción de la presión a largo plazo. Las ventajas son la comodidad y la

movilidad para el paciente y el acceso a una onda de presión arterial

central. Las complicaciones parecen infrecuentes y similares en

incidencia a las de la cateterización de las arterias radial y femora

l 42 .

Si se elige el abordaje axilar, se prefiere el lado izquierdo al derecho,

pues la punta del catéter se situará distal al cayado aórtico y a los

grandes vasos. No obstante, el médico debería tener en cuenta que

cuanto más central es la arteria más aumenta el riesgo de embolia

cerebral.

La

arteria femoral

es la arteria de mayor calibre de las selec-

cionadas con frecuencia para la monitorización de la presión arte-

rial, y parece tener un registro de seguridad comparable a la de

otras localizacione

s 42

. Al igual que con la monitorización de la

presión arterial en la arteria axilar, la onda de la arteria femoral se

Monitorización cardiovascular

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Sección III

Control de la anestesia

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