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35

Monitorización de la función renal

Mark Stafford-Smith, Andrew Shaw y Solomon Aronson

Puntos clave

1209

1.

La insuficiencia renal aguda (IRA) perioperatoria, aunque

infrecuente, se asocia a elevadas tasas de morbilidad

y mortalidad.

2.

El mecanismo de la IRA perioperatoria resulta complejo y en la

mayoría de las ocasiones es multifactorial, con la participación

de la isquemia/reperfusión, inflamación y toxinas.

3.

La valoración directa repetida en el período perioperatorio de

la hemodinámica renal, la función tubular o la patogenia de la

alteración de la función renal perioperatoria es complicada y

poco práctica; por tanto, las medidas indirectas, como las

tendencias de la creatinina sérica, son la herramienta

perioperatoria más práctica disponible en la actualidad para

evaluar la función renal.

4.

La formación de orina intraoperatoria depende de

diversos factores y es un método no sensible y poco fiable

para valorar el riesgo postoperatorio de desarrollar una

alteración de la función renal.

5.

La bioquímica plasmática y los índices urinarios como el

BUN, la creatinina, la fracción de excreción de sodio y

el aclaramiento de agua libre suelen constituir indicadores

tardíos de deterioro de la función renal, y no permiten al

médico delimitar con claridad la causa de la insuficiencia renal.

6.

El aclaramiento de creatinina es el método más sensible

y específico para evaluar la función renal, pero se

encuentra limitado por restricciones de tiempo y de la

propia determinación.

7.

Los indicadores bioquímicos precoces de la función renal

resultan prometedores y son un elemento en el que se centra

la investigación que puede dar lugar en breve a nuevas pruebas

capaces de proporcionar una información clínica rápida.

©

2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos

La lesión renal aguda (LRA), que se caracteriza por una disminu-

ción rápida de la filtración glomerular y la acumulación de produc-

tos de desecho nitrogenados (nitrógeno ureico sanguíneo [BUN] y

creatinina) es un problema médico frecuente que se produce en el

5% y el 30% de todos los pacientes hospitalarios y de unidades de

cuidados intensivos (UCI), respectivament

e 1

. La LRA es también

una complicación postoperatoria grave para los pacientes sometidos

a cirugía mayor

( fig. 35-1 ) 2-10

. Esclarecer los efectos clínicos de la

LRA de los debidos a otros trastornos (p. ej., sepsis) es difícil, porque

la insuficiencia renal pocas veces se presenta aislada en los pacientes

en estado crítico. Sin embargo, es una observación generalizada que

la propia LRA conlleva un mal pronóstico, no sólo debido a la

pérdida de función renal y a la posibilidad de que haya un exceso

de volumen y de solutos, sino también por la ineficacia del aclara-

miento de las «toxinas urémicas», como los mediadores inflamato-

rio

s 11-13

y las numerosas complicaciones potencialmente mortales

relacionadas con la insuficiencia renal, entre las que deben citarse

la sepsis, la insuficiencia respiratoria, la hemorragia digestiva y la

disfunción del sistema nervioso central. La insuficiencia renal aguda

(IRA) que requiere diálisis se desarrolla en el 1-7% de los pacientes

tras una cirugía cardíaca o vascular mayor

( fig. 35-2 )

y se asocia con

fuerza a morbilidad y mortalidad

( fig. 35-3 )

(v. también caps. 50 y

52

) 14,17

. La mortalidad de la IRA era del 91% durante la segunda

guerra mundial, del 68% en la guerra de Corea y del 67% en

la guerra de Vietnam. En la actualidad, dependiendo de las enfer-

medades concurrentes asociadas, la insuficiencia renal postoperato-

ria es responsable de hasta un 60% de mortalidad en el período

postoperatori

o 3,4,7,8 .

Si la IRA no se asocia a ninguna otra enfer­

medad concurrente, tiene una mortalidad del 10-40%, mientras que

la IRA en el contexto de la UCI conlleva una mortalidad del

50-80% (v. cap. 81

) 18 .

La insuficiencia renal perioperatoria supone el

50% de todos los pacientes que requieren diálisis agud

a 18 .

La incidencia global descrita de IRA entre todos los pacientes

ingresados en el hospital es del 1

% 19

y puede incrementarse al 2-5%

durante la hospitalizació

n 3,20 .

La incidencia de IRA perioperatoria

que requiera diálisis ha permanecido en gran parte sin variaciones

desde que se describió por primera vez hace más de 40 año

s 21,22

; sin

embargo, se trata de un trastorno que cada vez se reconoce con más

frecuenci

a 9

y se están realizando esfuerzos renovados para reducir

su aparición a medida que en las poblaciones médicas se multipli-

can los pacientes de más edad y en un estado más crítico que se

someten a procedimientos de riesgo crecientemente mayor (v. cap. 61).

Una estrategia novedosa para reducir la incidencia de insuficiencia

renal perioperatoria consiste en mejorar la monitorización de la

función renal para permitir un reconocimiento precoz del inicio de

IRA en el contexto quirúrgico y de cuidados críticos.

La insuficiencia renal perioperatoria, por ejemplo, se ha defi-

nido desde hace mucho como la necesidad de recibir diálisis posto-

peratoria; sin embargo, ésta no es la única herramienta que se ha

empleado comomarcador para describir los cambios agudos del buen

funcionamiento renal. En una revisión de 28 estudio

s 23

, no había dos

definiciones de IRA postoperatorias iguales. Debido a que las