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tría por reflectancia para medir la saturación de oxígeno tisular por

debajo del sensor. Habitualmente, se aplican dos sensores colocados

a ambos lados de la frente. La luz atraviesa no sólo partes de la

porción frontal del cerebro, sino también el cráneo y el cuero cabe-

lludo que hay por encima. La contaminación de la señal de oximetría

por fuentes sanguíneas extracraneales es una seria preocupación,

aunque puede reducirse al mínimo este problema utilizando dos

diodos sensores a diferentes distancias de la fuente luminosa dentro

del área de un sensor y con ajustes del algoritmo del oxímetr

o 13,14 .

Dado que entre dos tercios y cuatro quintos del volumen

sanguíneo cerebral es sangre venosa, la oximetría cerebral deter-

mina sobre todo la «saturación local de oxígeno venoso

» 15 .

Se

puede esperar que ante una isquemia cerebral, los valores de oxi-

metría disminuyan como resultado de una extracción de oxígeno

aumentada, mucho antes de que falle la función o se produzca un

daño neuronal permanente. La simplicidad de su uso y la familia-

ridad con los principios de tratar disminuciones en la saturación

de oxígeno venoso sistémico han hecho de la oximetría cerebral un

popular método de monitorización en intervenciones que pueden

causar potenciales descensos del flujo sanguíneo de los vasos cefá-

licos. No obstante, existen algunas importantes limitaciones para el

uso de la oximetría cerebral durante este tipo de procedimientos.

En primer lugar, la suficiencia de la perfusión cerebral global se

extrapola a partir de medidas del parénquima cerebral fronto-

temporal. En segundo lugar, existe una ausencia notable de datos

estandarizados sobre valores normales o sobre los cambios espera-

dos en la oximetría cerebral, pero la aplicación preoperatoria de los

sensores permite iniciar la monitorización continua junto con una

exploración neurológica basal.

Como ejemplo de cómo acaban estas limitaciones se puede

citar un estudio sobre el uso de la oximetría cerebral durante 100 en­

darterectomías carotídeas en pacientes despierto

s 16 .

La oximetría ce-

rebral fue capaz de identificar un 97,4% de pacientes con un FSC

adecuado, tal y como indicaba la ausencia de sintomatología clínica.

Con frecuencia el monitor indicaba un FSC inadecuado, definido

como un descenso del 20% en la saturación de oxígeno cerebral a

partir del nivel basal prepinzamiento, aunque el paciente no tenía

síntomas clínicos de un FSC inadecuado. La tasa de falsos positivos

del 66,7% puede simplemente ilustrar el hecho de que la extracción de

oxígeno aumenta antes de que falle la función. El problema real es que

se desconoce el límite inferior de una saturación de oxígeno regional

aceptable en una gran población de paciente

s 17 .

El valor puede variar

de un paciente a otro, y al añadir fármacos anestésicos que influyen en

el metabolismo cerebral se puede confundir aún más el cuadro.

Técnicas de monitorización (invasivas) del flujo

sanguíneo a nivel tisular

La monitorización a nivel tisular para el cerebro es, por definición,

invasiva. Todos los métodos de monitorización que actualmente se

utilizan en la clínica o en investigación se implantan a través de un

trépano, se extienden al interior de la sustancia blanca o bien al

sistema ventricular, y normalmente se utiliza un perno para la esta-

bilización. Todas estas técnicas comparten entre un 1 y un 2% de

riesgo de sangrado, infección o isquemia debido al procedimiento

de implantació

n 18 .

Una segunda característica que también compar-

ten es su resolución espacial limitada (es decir, cada sonda de moni-

torización sólo monitoriza un área cerebral limitada que rodea a la

sonda). Cuando estas técnicas de monitorización se desarrollaron

por primera vez, se produjo un debate considerable acerca de la

colocación óptima del dispositivo ante tan limitada resolución espa-

cial. A partir de la apreciación actual sobre el impacto de daños

neurológicos secundarios sobre el resultado final, existe un consenso

creciente de que la monitorización a nivel tisular se realiza mejor en

tejido morfológica y funcionalmente normal que forme parte de la

zona de penumbra o de interés vulnerabl

e 19-21 .

Colocar un monitor

de flujo sanguíneo en el interior del tejido cerebral irrigado por una

arteria en la que exista un aneurisma en el contexto de una hemo-

rragia subaracnoidea aumenta al máximo, aunque no garantiza las

posibilidades de detectar precozmente un vasoespasmo.

De las técnicas de monitorización de nivel tisular, dos han

experimentado un refinamiento suficiente como para que se

puedan utilizar de forma generalizada. Representan las dos princi-

pales formas de valoración de un flujo sanguíneo adecuado: la

valoración del FSC a través de la monitorización de la difusión

térmica o la valoración del suministro de oxígeno mediante la

monitorización de la presión parcial de oxígeno tisular (Po

2

).

Monitorización por difusión térmica del flujo sanguíneo

cerebral.

 La monitorización del FSC por difusión térmica se basa

en la idea de que la tasa a la que se disipa el calor en un tejido

depende de las propiedades de conductividad térmica del tejido y

del flujo sanguíneo en esa zona. Dado que las propiedades de disi-

pación térmica se mantienen constantes, los cambios en la disipación

térmica reflejan cambios en el flujo sanguíneo y pueden expresarse

cuantitativamente en las unidades convencionales de FSC como

ml/100g/min. En la práctica, la sonda consiste en un catéter fino con

dos termistores colocados con una separación de 5mm

( fig. 36-2

).

Cuando son insertados, ambos termistores se localizan en la sustan-

cia blanca subcortical. El termistor proximal, o pasivo, mide la tem-

peratura cerebral, mientras que el termistor distal, o activo, es

calentado 2°C por encima de la temperatura medida por el termistor

pasivo. La potencia necesaria para mantener la diferencia de tempe-

ratura de 2°C es directamente proporcional al FSC. Se utiliza la tasa

inicial de propagación del campo térmico para establecer el compo-

nente conductivo fijo de la transferencia térmica.

1246

Control de la anestesia

III

Figura 36-2

 Medición de la difusión térmica del flujo sanguíneo cerebral. La

sonda se coloca en la sustancia blanca subcortical. Contiene un termistor

pasivo (T

1

) que mide la temperatura cerebral y se localiza fuera del área de

influencia del termistor activo. El termistor activo (T

2

) es calentado 2°C por

encima de la temperatura cerebral. La energía requerida para mantener ese

aumento de la temperatura es proporcional al flujo sanguíneo cerebral.