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Control de las vías respiratorias

en el adulto

John Henderson

Puntos clave

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1.

Antes de inducir la anestesia de cualquier paciente deben

adoptarse tres decisiones básicas: determinar la conveniencia

de realizar la intubación con el paciente despierto, utilizar una

técnica percutánea o mantener la ventilación espontánea.

2.

Las condiciones que requieren una cautela especial son la

presencia de lesiones en la base de la lengua, una

ronquera de comienzo reciente, la obstrucción de las vías

respiratorias altas y la apnea obstructiva del sueño.

3.

El eje de la valoración de las vías respiratorias se basa en la

apertura de la boca, el grado de desplazamiento de la

mandíbula hacia delante y la extensión del cuello. La

exploración descrita por El-Ganzouri (apertura bucal,

capacidad de prognatismo, extensión de la cabeza, distancia

tiromentoniana y test de Mallampati) se ha utilizado con

modificaciones menores por parte de otros autores. Puede

efectuarse con rapidez y es de las pruebas más cuantificables

(se recomienda registrar los valores reales) incluidas en las

directrices de la American Society of Anesthesiologists (ASA).

4.

Los estudios radiológicos han confirmado que la

extensión de la cabeza constituye la maniobra aislada más

importante para mantener el espacio entre las partes

blandas faríngeas. Dicha maniobra estira las estructuras

de la región anterior del cuello y desplaza el hueso

hioides y las estructuras unidas a él por delante.

5.

La prevención de las complicaciones durante la intubación

traqueal se basa en cuatro principios:

El mantenimiento de la oxigenación debe ser el

objetivo prioritario, por encima de otros temas. La

preoxigenación debe efectuarse antes de inducir la

anestesia. Debe ventilarse con mascarilla entre los

diferentes intentos de intubación traqueal.

Hay que prevenir los traumatismos. El primer intento

de intubación traqueal debe llevarse a cabo en

condiciones óptimas en cuanto a colocación del

paciente, preoxigenación y preparación del equipo. El

número de intentos con técnicas a ciegas debería ser

idealmente cero, y ciertamente nunca superior a cuatro.

Los anestesiólogos deben contar con una secuencia

de planes de respaldo antes de comenzar a realizar la

técnica primaria. Deben tener la habilidad suficiente y

disponer del material necesario para poner en marcha

dichos planes. En caso de dificultad imprevista en una

cirugía no vital, el plan más seguro es dar por

finalizados los intentos de intubación traqueal,

despertar al paciente y posponer la cirugía.

El anestesiólogo debería solicitar la mejor ayuda

disponible («pedir ayuda») en cuanto detecte dificultad

para realizar la intubación traqueal.

6.

La confirmación inmediata de la colocación correcta del

tubo endotraqueal es esencial, y es un componente

integral del procedimiento de la intubación traqueal.

Deberían utilizarse diversas pruebas, ya que ninguna de

ellas es fiable al 100%. La salvaguarda más importante es

la sospecha clínica. La confirmación visual del paso del

tubo traqueal a través de las cuerdas vocales es fiable,

aunque no siempre es factible, y, en ocasiones, los

anestesiólogos experimentados llegan a conclusiones

erróneas.

7.

Todos los anestesiólogos deben adquirir experiencia y

capacidades técnicas en al menos una técnica alternativa

a la intubación traqueal bajo visión directa. Diferentes

organizaciones, como la ASA y la Difficult Airway Society,

una organización inglesa, han elaborado estrategias en las

que se incluyen algoritmos para la resolución de una

intubación difícil imprevista. El algoritmo de la ASA actúa

como estándar para el resto.

8.

Si las técnicas incruentas no consiguen restablecer la

oxigenación, la cricotirotomía es la vía percutánea de

elección, ya que la traqueotomía puede requerir mucho

tiempo. No es posible definir la Sp

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a la que debe

practicarse la cricotirotomía, ya que depende del grado

de hipoxia y de la rapidez con la que se deteriore ésta.

La anestesia se desarrolló para permitir realizar procedimientos diag-

nósticos y terapéuticos que no podían llevarse a cabo en pacientes

conscientes o sedados. La reducción del nivel de consciencia logrado

con la anestesia general (o con los traumatismos o algunas enfermeda-

des) se asocia necesariamente a una depresión de otros sistemas fisioló-

gicos. Los efectos depresores sobre las vías respiratorias, la función

respiratoria y la función cardiovascular pueden generar amenazas inme-

diatas para la vida del paciente. El control de las vías respiratorias difiere

del control de otras funciones deprimidas, ya que exige un abanico de

habilidades manuales, además de conocimientos y buen juicio.

© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos