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Control de la anestesia

III

trogenación), la cual se alcanza haciendo que el paciente respire

oxígeno al 100% desde una mascarilla bien adaptada a la cara antes

de inducir la anestesia. Se han descrito diversas técnicas de preoxi-

genación, y debería utilizarse la más eficaz. La eficacia que se consi-

gue es la misma al respirar con un flujo de aire fresco alto durante

1,5 minutos o al realizar respiraciones corrientes durante 3 minutos.

Es especialmente importante evitar fugas en el circuito, las cuales

vienen indicadas por la flacidez de la bolsa reservorio y por la ausen-

cia de las ondas normales en el capnógrafo. Siempre que sea posible,

se empleará la concentración teleespiratoria de oxígeno como guía

de la idoneidad de la preoxigenación, aceptándose un valor del 90%.

La preoxigenación en posición semisentada prolonga el tiempo hasta

el desarrollo de la hipoxia al incrementar la capacidad residual fun-

cional en relación al decúbito supino,y particularmente en el paciente

obes

o 19 .

La utilización de presión teleespiratoria positiva (PEEP)

durante la inducción puede mejorar aún más la oxigenació

n 20 .

Farmacología en el control

de las vías respiratorias

La elección de la técnica farmacológica forma parte de la planifica-

ción esencial del control de las vías respiratorias, y estará influenciada

tanto por las necesidades de las vías respiratorias como quirúrgicas,

y más concretamente por el acceso quirúrgico y por el bloqueo neu-

romuscular. Las condiciones satisfactorias para la intubación tra-

queal son particularmente exigentes y pueden facilitarse por diversas

técnicas farmacológicas, cada una de las cuales con sus ventajas y sus

inconvenientes. La laringoscopia directa se facilita disminuyendo el

tono de los músculos de la cabeza y el cuello. Cuando las cuerdas

vocales están abiertas y arreactivas se consigue una tasa de éxito alta

y un riesgo bajo de traumatismos laríngeos, pero a costa de que

disminuya la protección contra la aspiración pulmonar.

Inducción de la anestesia con anestésicos

inhalatorios

La inducción y el mantenimiento de la anestesia mediante la inha-

lación de anestésicos gaseosos y volátiles constituyeron la técnica

farmacológica original de la anestesia. Continúa siendo una técnica

importante en el paciente que rechaza someterse a técnicas estando

despierto y en las que falta un acceso venoso y existe una dificultad

prevista para asegurar sus vías respiratorias. Una de las ventajas

principales de la inducción de la anestesia mediante anestésicos

inhalatorios es que se mantiene la ventilación espontánea mientras

van produciéndose gradualmente los cambios en la profundidad

del plano anestésico y los efectos respiratorios y cardiovasculares

asociados. Uno de los aspectos esenciales para evitar la obstrucción

de las vías respiratorias y las fugas alrededor de la mascarilla es

tener habilidades técnicas excelentes con la mascarilla facial.

Para lograr la laringoscopia directa y la intubación traqueal

únicamente con anestésicos inhalatorios se necesita un plano anes-

tésico profundo. Esto puede verse complicado por la aparición de

hipotensión, hipoventilación y obstrucción de las vías respiratorias.

Cuando se utiliza sevoflurano se recomienda un plano anestésico

que permita la ventilación controlada. La administración previa de

anestesia tópica (p. ej., lidocaína al 4%, entre 3 y 5ml) puede facilitar

la intubación traqueal en un plano anestésico más superficial.

El sevoflurano tiene ciertas ventajas sobre otros anestésicos

volátiles para inducir la anestesia. Su coeficiente de partición san-

gre-gas es bajo y da lugar a una irritación mínima de las vías res-

piratorias, lo que facilita una consecución rápida y suave de un

plano anestésico suficiente para realizar procedimientos en las vías

respiratorias. En contadas ocasiones se ha recomendado una

técnica rápida («inhalación única»), en la cual el paciente respira

sevoflurano al 8% desde un circuito anestésico purgado previa-

mente, pero esta técnica desencadena apnea con más frecuencia

que la técnica tradicional. Además, la actividad convulsiva con

sevoflurano es más probable con la técnica de inducción rápid

a 21 .

La inducción de la anestesia con anestésicos volátiles es suma-

mente útil en una amplia gama de situaciones en las que puede

resultar difícil el control de las vías respiratorias. Su uso se ha acon-

sejado en pacientes con estridor, pero puede dar lugar a una obstruc-

ción brusca de las vías respiratorias, lo que impide una disminución

rápida de la profundidad anestésica. Puede resultar difícil, e incluso

imposible, aliviar la obstrucción, incluso cuando se emplea CPAP

mediante ventilación con mascarilla, obligando en ocasiones a prac-

ticar una cricotirotomía urgente. La infusión de propofol, con

anestesia tópica antes de la intubación endotraqueal, ha resultado

satisfactoria para el manejo de pacientes con una vía respiratoria

difíci

l 22

. Hay que ser prudentes, ya que la infusión de propofol puede

desencadenar apnea en pacientes con vías respiratorias normales.

Anestesia intravenosa con relajantes

neuromusculares

La combinación de un anestésico intravenoso con un RNM es la

técnica farmacológica más frecuentemente empleada para la intuba-

ción traqueal en la práctica habitual (v. cap. 19). Proporciona con

rapidez condiciones buenas en la mayoría de los pacientes, ya que los

relajantes neuromusculares facilitan la laringoscopia,abren las cuerdas

vocales y evitan que el paciente tosa. La excelente calidad de las con-

diciones de intubación conseguida mediante los RNM disminuye el

riesgo de lesiones laríngeas después de la intubació

n 23 .

Sin embargo,

la apnea ocasionada por esta estrategia farmacológica tiene sus incon-

venientes. En caso de que resultase imposible intubar a un paciente

en apnea, la oxigenación exige que se logre una ventilación eficaz con

una mascarilla facial o con un dispositivo respiratorio supraglótico

(DRSG), aunque ninguna de estas estrategias es fiable al 100%. Las

técnicas farmacológicas que desencadenan apnea no deberían utili-

zarse cuando se prevean dificultades con la ventilación conmascarilla

o con la intubación traqueal. Como ya se ha señalado, el uso de suga-

mmadex puede modificar estas estrategias de intubación difícil.

En la práctica habitual suelen preferirse RNM no despolari-

zantes antes que la succinilcolina para evitar sus efectos adversos

(como se describe en el cap. 19). La succinilcolina se elige cuando es

importante un inicio de acción y una finalización del efecto rápidos.

Se ha planteado la utilización de rocuronio como alternativa a la

succinilcolina para evitar los efectos adversos exclusivos de esta

última. Aunque la duración de la parálisis producida por rocuronio

es mucho más larga, el uso de sugammadex como antagonista hace

que la recuperación de la relajación desencadenada por un RMN sea

tan rápida como la de succinilcolina y más predecible. Hoy en día

está claro que una combinación de rocuronio y sugammadex puede

restablecer la respiración espontánea con mayor rapidez que esperar

a que desaparezca el efecto de la succinilcolina. Es posible que la

necesidad del uso de succinilcolina desaparezca por completo.

Anestesia intravenosa con opiáceos

Se ha aconsejado una estrategia alternativa a base de opiáceos de

acción corta, en lugar de RNM, para facilitar la intubación traqueal

y evitar así los efectos adversos de la succinilcolina. Esta técnica

resulta eficaz en numerosos pacientes que carecen de factores de

riesgo para una intubación difícil. Sin embargo, plantea una serie