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Aplicaciones clínicas

El bloqueo de Bier tiene numerosas ventajas, como la facilidad de

ejecución, la rapidez de recuperación, la brevedad de su latencia, la

relajación muscular y el control de la extensión de la anestesia. Es una

técnica excelente para procedimientos quirúrgicos abiertos breves

(

<

90 minutos) y para reducciones cerradas de fracturas óseas.

Técnica

Se coloca un catéter intravenoso lo más distalmente posible en el

brazo que se va a bloquear; el enfermo debe tener además otro

catéter colocado en el brazo contrario para poderle administrar

líquidos y otros fármacos. Tradicionalmente, se coloca un torni-

quete de manguito doble en el brazo que se va a operar; ambos

manguitos deben disponer de cierres de seguridad y calibradores

de presión fiables. Una vez que el brazo se encuentra exangüe,

el manguito proximal se infla hasta una presión aproximada de

150 mmHg por encima de la presión sistólica, y la ausencia de

pulso radial corrobora la presión adecuada del torniquete. La dosis

total de anestésico local se calcula en función del peso del paciente

(3mg/kg de prilocaína o lidocaína al 0,5%, sin epinefrina). La

administración de bupivacaína para anestesia regional intravenosa

se ha asociado a casos de toxicidad anestésica y muert

e 42 ,

por lo

que no se recomienda. Sin embargo, se han utilizado soluciones

diluidas (levobupivacaína al 0,125%) de amidas de acción prolon-

gada, así como la administración conjunta de adyuvantes (trama-

dol, ketorolaco, clonidina) para prolongar el bloqueo sensitivo y la

analgesia después de desinflar el torniquet

e 43

.

La anestesia suele tener una latencia de 5 minutos. Cuando el

enfermo se empieza a quejar de molestias en la zona del torniquete

se infla el manguito distal, que recubre una zona de piel anestesiada,

y se desinfla el manguito proximal. Los datos señalan que un man-

guito único ancho permite el uso de presiones de insuflación

menores durante la anestesia regional intravenosa. La ventaja pos-

tulada es que las presiones más bajas disminuirán la incidencia de

complicaciones neurológicas secundarias a las presiones de insufla-

ción elevadas con manguitos dobles más estrecho

s 44

. El torniquete

puede desinflarse con garantías al cabo de 25 minutos, pero el

paciente debe estar vigilado de cerca unos minutos después de des-

inflarlo, a fin de descartar la aparición de efectos adversos sistémicos.

Se ha demostrado que la inyección lenta de las soluciones de anes-

tésicos locales en una zona distal reduce el riesgo de toxicida

d 45 .

Efectos secundarios y complicaciones

Los problemas técnicos con este bloqueo consisten en molestias por

el torniquete, rapidez de recuperación (con la consiguiente aparición

de dolor postoperatorio), dificultad para proporcionar un campo

exangüe y la necesidad de exanguinación en el caso de una lesión

dolorosa. El desinflado accidental o precoz del torniquete o el uso de

dosis excesivas de anestésicos locales pueden provocar la aparición

de reacciones tóxicas. Se ha probado que la inyección del fármaco lo

más distalmente posible y a una velocidad de infusión lenta reduce

las concentraciones sanguíneas y, en teoría, puede incrementar la

segurida

d 45 .

También se ha demostrado que el desinflado cíclico del

torniquete a intervalos de 10 segundos aumenta el tiempo hasta

alcanzar las concentraciones máximas de lidocaína, lo cual puede

disminuir la toxicidad potencia

l 46 .

Otras complicaciones raras aso-

ciadas a esta técnica son flebitis (con 2-cloroprocaína), el desarrollo

de síndrome compartimental y la pérdida de la extremidad.

Bloqueos de la extremidad inferior

Los conocimientos relativos a la anatomía del plexo lumbosacro y

de los nervios periféricos de la extremidad inferior hacen que el

anestesiólogo pueda proporcionar una asistencia anestésica más

completa. Estos bloqueos son seguros y tienen algunas ventajas,

como la analgesia postoperatoria y la ausencia de una simpatecto-

mía completa, lo que los convierte en ideales para determinados

pacientes.

Los bloqueos de la extremidad inferior son menos populares

que los utilizados de rutina para procedimientos quirúrgicos en la

extremidad superior. Esto se debe, en parte, a la amplia aceptación

y a la seguridad de la anestesia raquídea y epidural. A diferencia del

plexo braquial, los nervios que inervan a la extremidad inferior no

están agrupados de forma anatómica en una zona donde resulte

fácil bloquearlos con una inyección relativamente superficial de

anestésico local. Dadas sus consideraciones anatómicas, los blo-

queos de la extremidad inferior son técnicamente más difíciles, y

requieren más entrenamiento y práctica antes de adquirir la expe-

riencia necesaria. Muchos de estos bloqueos se realizaban clásica-

mente buscando parestesias, con la técnica de pérdida de resistencia

o con la técnica de bloqueo de campo, y sus índices de éxito eran

variables. Los avances realizados en las agujas, los catéteres y la

tecnología de los neuroestimuladores han facilitado la localización

de las estructuras nerviosas, mejorando la tasa de éxito

s 47 .

Las apli-

caciones recientes se han centrado en una analgesia postoperatoria

prolongada para favorecer la rehabilitación y el alta hospitalaria.

Anatomía

La inervación de la extremidad inferior proviene de los plexos lumbar

y sacro. El primero está formado por los ramos anteriores de los

cuatro primeros nervios lumbares, y con frecuencia incluye un ramo

de T12, y en ocasiones de L5

( fig. 42-11 )

. El plexo se localiza entre

los músculos psoas mayor y cuadrado lumbar, en el denominado

compartimento del psoas. Los componentes inferiores del plexo, L2,

L3 y L4, inervan sobre todo la cara anterior y medial del muslo. Las

divisiones anteriores de L2, L3 y L4 forman el nervio obturador; las

divisiones posteriores de los mismos componentes constituyen el

nervio femoral, y el nervio cutáneo femoral lateral o femorocutáneo

está compuesto por las divisiones posteriores de L2 y L3.

El

plexo sacro

da origen a dos nervios importantes para la

extremidad inferior: el nervio cutáneo posterior del muslo y el

nervio ciático. El nervio cutáneo femoral posterior y el nervio

ciático proceden del primero, segundo y tercer nervios sacros, más

ramos procedentes de los ramos anteriores de L4 y L5, respectiva-

mente. Dichos nervios discurren agrupados a través de la pelvis y

por el agujero ciático o isquiático mayor, y se bloquean con la

misma técnica. El nervio ciático es una combinación de dos troncos

nerviosos principales, el tibial (es decir, las ramas ventrales de los

ramos anteriores de L4, L5, S1, S2 y S3), y el nervio peroneo común

(es decir, las ramas dorsales de los ramos anteriores de L4, L5, S1,

S2 y S3). Se separan a la altura o por encima de la fosa poplítea, de

manera que el nervio tibial discurre medial y el peroneo común,

lateral. En la

figura 42-12

se muestran las distribuciones cutáneas

de los nervios lumbosacros y periféricos.

Bloqueo del compartimento del psoas

(abordaje posterior al plexo lumbar)

En el bloqueo del compartimento del psoas se utiliza una técnica

en la que la aguja se coloca dentro del espacio comprendido entre

los músculos psoas mayor y cuadrado lumbar. Inicialmente se efec-

tuaba con una técnica de pérdida de resistencia, inyectando un

volumen grande de solución anestésica para anestesiar la cadera

y la cara anteroexterna del musl

o 48 .

Bloqueos nerviosos

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42

Sección III

Control de la anestesia

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