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Aunque no hay manifestaciones sistémicas de la artrosis, el

anestesiólogo debe estar informado de las intervenciones ortopédi-

cas previas (incluidas las sustituciones articulares) y de cuáles son

las articulaciones que producen dolor y que tienen la movilidad

limitada. Esta información es importante a la hora de elegir la técnica

anestésica y la posición más adecuada. Un bloqueo del plexo bra-

quial a nivel axilar para una cirugía del codo no es lo más apropiado

en un paciente con artritis importante en el hombro ipsilateral.

Aunque la zona quirúrgica esté anestesiada, el paciente puede tener

dolor al mover el hombro durante la cirugía. La técnica anestésica

indicada sería un bloqueo interescalénico que incluya al hombro.

Artritis reumatoide

La artritis reumatoide (AR) es una forma inflamatoria crónica de

artritis, que afecta aproximadamente a un 1% de adultos, con una

prevalencia dos o tres veces mayor en mujeres que en hombres.

La AR se caracteriza por una inflamación del tejido sinovial arti-

cular de forma persistente que da lugar a la erosión del hueso, la

destrucción del cartílago y la pérdida de la integridad articular. La

AR es también una enfermedad sistémica que afecta a múltiples

órganos

40 .

Suele evolucionar con múltiples exacerbaciones y remi-

siones clínicas, pero entre un 20 y un 30% de los individuos

afectados quedan incapacitados de forma permanente a los 3 años

del diagnóstico.

El diagnóstico de AR es, en un principio, principalmente

clínico. Los pacientes presentan dolor y rigidez en múltiples arti-

culaciones. Se caracteriza por una rigidez matutina que persiste a

menudo durante más de una hora después de iniciar la actividad.

Generalmente resultan afectadas las muñecas y las articulaciones

metacarpofalángicas; esto permite distinguir la AR de la artrosis,

que afecta con más frecuencia a las articulaciones interfalángicas

distales. Los síntomas pueden ir apareciendo a lo largo de semanas

y meses, progresando desde una hasta múltiples articulaciones y

pueden acompañarse de anorexia, cansancio y pérdida de fuerza.

Las articulaciones afectadas están blandas, sensibles al tacto y

calientes. Pueden aparecer ganglios linfáticos aumentados epitro-

cleares, axilares y cervicales. Aparecen nódulos subcutáneos

(nódulos reumatoides) alrededor de las articulaciones, superficies

extensoras y prominencias óseas.

No existe una única prueba de laboratorio que confirme

el diagnóstico de AR, pero en el 90% de los pacientes está elevado el

factor reumatoide, un anticuerpo anti-inmunoglobulina. Además,

estos pacientes tienen elevadas la proteína C reactiva y la velocidad

de sedimentación de los eritrocitos, que se utilizan a menudo para

monitorizar el curso de la enfermedad. Hay que diferenciar la AR

de otras enfermedades que cursan como poliartropatías, entre las

que se incluyen las espondiloartropatías seronegativas, las enfer-

medades del tejido conjuntivo (esclerodermia y lupus), la fibro-

mialgia, la hemocromatosis, la gota poliarticular, la polimialgia

reumática y la sarcoidosis.

Dado que en la AR la destrucción articular comienza precoz-

mente, el tratamiento debe iniciarse cuanto antes con el objetivo de

preservar la función y la calidad de vida del paciente. Los fármacos

antirreumáticos más utilizados son el metrotexate, la hidroxicloro-

quina, la sulfasalazina, la leflunomida, el infliximab y el etanercept.

Todos estos medicamentos se asocian a un riesgo elevado de infec-

ción, lo que hay que tener en cuenta en pacientes con sustituciones

articulares. La terapia suele incluir un fármaco antiinflamatorio no

esteroideo (AINE) y glucocorticoides por vía oral o intraarticular.

Es necesario controlar a los pacientes en tratamiento con AINE ante

la posibilidad de que se produzcan efectos adversos gastrointesti-

nales y complicaciones renales. Los glucocorticoides, a pesar de su

gran eficacia sobre el control de los síntomas, deben utilizarse en

dosis bajas porque producen efectos adversos tipo osteoporosis,

cataratas, síndrome cushingoide e hiperglicemia. Los pacientes en

tratamiento con dosis elevadas de glucocorticoides necesitan recibir

dosis de esteroides de estrés en el perioperatorio.

Dado el gran número de problemas sistémicos que se asocian

a la AR y los efectos adversos que produce su tratamiento, las con-

sideraciones anestésicas pueden ser complejas

( tabla 60-3

). El

manejo de la vía aérea puede ser particularmente difícil en pacien-

tes con AR y requiere una planificación, incluso cuando se va a

realizar anestesia regional, debido a su complejidad (v. más ade-

lante). En estos pacientes, la sinovitis en la articulación temporo-

mandibular puede limitar de forma importante la movilidad

mandibular y la apertura de la boca. La lesión de las articulaciones

cricoaritenoideas puede dar lugar a un movimiento disminuido a

nivel de las cuerdas vocales, con una apertura de glotis estrecha; en

el preoperatorio esto se manifiesta con ronquera y estridor. Durante

la laringoscopia, las cuerdas vocales pueden aparecer eritematosas

y edematosas y la reducida apertura glótica puede interferir con el

paso del tubo endotraquea

l 41 .

En el caso de intubación endotra-

queal traumática existe, también, un incremento del riesgo de

luxación cricoaritenoidea.

En pacientes con AR es frecuente la afectación de la columna

cervical. En el 40% de los mismos puede existir una subluxación

anterior de C1 sobre C2 (subluxación atlantoaxial), acompañada

de síntomas de dolor cervical progresivo, dolor de cabeza y mielo-

patía

( fig. 60-3 )

. Menos frecuente es la migración posterior y ver-

tical de la apófisis odontoides. La flexión de la cabeza en presencia

de una inestabilidad atlantoaxial puede producir un desplaza-

miento de la apófisis odontoides en el canal medular al nivel cer-

vical, con compresión de las arterias vertebrales

( fig. 60-4 )

, lo que

puede precipitar un cuadro de tetraparesia, shock espinal y muerte.

En pacientes con AR que presentan limitación de la movilidad

cervical y síntomas neurológicos es necesario realizar un estudio

radiológico del cuello en flexión y extensión. Si la distancia desde

el arco anterior del atlas hasta la apófisis odontoides excede los

3mm, el paciente debe ser intubado despierto con fibroscopio y se

protegerá la columna cervical con un collarín durante todo el pro-

cedimiento. Estos pacientes requieren vigilancia de su saturación

de oxígeno en el postoperatorio junto con la utilización cuidadosa

de opiáceos, ya que el manejo de los problemas que pueden apare-

cer con la vía aérea, incluida la traqueotomía, es extremadamente

dificultoso.

El anestesiólogo debe también estar al corriente de otras

manifestaciones extraarticulares de la AR que pueden, potencial-

mente, ser causa de morbilidad perioperatoria. Es frecuente que

estos pacientes presenten una pericarditis aguda, que si es restric-

tiva se caracteriza por disnea, insuficiencia cardíaca derecha, fiebre,

dolor torácico, roce pericárdico y pulso paradójico. En estos casos

es necesario realizar una evaluación ecocardiográfica. Puede haber

Anestesia para la cirugía ortopédica

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Tabla 60-3

 Consideraciones anestésicas para pacientes con artritis reumatoide

Vía aérea

Movimiento ATM limitado

Apertura glótica estrecha

Columna cervical

Inestabilidad atlantoaxial

Cardíacas

Pericarditis

Taponamiento cardíaco

Ojos

Síndrome de Sjögren

Gastrointestinal

Úlceras gástricas secundarias a AAS, esteroides

Pulmonares

Fibrosis intersticial difusa

Renales

Insuficiencia renal secundaria a AINE

AAS, ácido acetilsalicílico; AINE, antiinflamatorios no esteroideos; ATM, articulación

temporomandibular.