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largos, la inserción de un catéter arterial puede evitar la utiliza-

ción repetida del manguito de tensión y reducir el riesgo de

fractura humeral. La limitación del movimiento cervical que pre-

sentan algunos pacientes obliga a una mínima manipulación

durante la intubación traqueal, siendo a veces más prudente la

intubación con fibroscopio con el paciente despierto. Hay que

evitar utilizar succinilcolina para la inducción anestésica ante el

riesgo teórico de hipertermia maligna y ante la posibilidad de que

las miofasciculaciones produzcan fracturas óseas. A los pacientes

con osteogénesis imperfecta se les debe hacer un ecocardiograma

preoperatorio que permita conocer y tratar cualquier alteración

asociada.

En el preoperatorio también hay que evaluar el riesgo de

sangrado por si fuera necesaria una transfusión perioperatoria de

plaquetas. En algunos casos, la alteración de la función de las pla-

quetas puede ser revertida con desmopresina (DDAVP). Debido al

riesgo de hipertermia intraoperatoria y acidosis, los pacientes

deben ser bien hidratados y, si fuera necesario, tratados mediante

un enfriamiento activo. La anestesia regional puede representar

una alternativa a la anestesia general, pero debe hacerse con pre-

caución para evitar punciones óseas y posibles inyecciones intra­

óseas (v. caps. 42 y 43).

Parálisis cerebral

La parálisis cerebral es una alteración en la función motora que

deriva de lesiones cerebrales producidas en los estadios precoces

del desarrollo en el útero (75%), en el momento del nacimiento

(10%) y poco después del nacimiento (15%)

(v. cap. 72)

. La causa

de la parálisis cerebral no está clara; sin embargo, la hipoxia durante

el parto, que fue originalmente aceptada como el principal factor

etiológico, es solo responsable del 10% de los casos. Pueden jugar

un papel más importante las infecciones perioperatorias y el bajo

peso al nacer. La parálisis cerebral se puede clasificar en cuatro

tipos según el tipo de alteración motora: espástica, disquinética,

atáxica y mixta. La parálisis espástica, que es la más frecuente, se

produce por lesión del tracto corticoespinal de la corteza motora

o del tracto piramidal. Muchos de estos niños tienen también epi-

lepsia y trastornos cognitivo

s 49 .

Aunque el déficit neurológico no es progresivo, las conse-

cuencias de la enfermedad a nivel ortopédico hacen que estos

pacientes deban someterse a múltiples intervenciones quirúrgicas.

El desarrollo normal del esqueleto requiere un grado de tensión

muscular para adoptar la forma y tamaño adecuados. Cuando esta

tensión muscular no existe o es anormal, como ocurre en la pará-

lisis cerebral, se producen deformaciones diafisarias con altera­

ciones en el desarrollo de las articulaciones. Son necesarias

intervenciones para liberación muscular (aductor de la cadera y

psoas ilíaco), artrólisis para reducir y alinear malrotaciones (osteo-

tomía desrotatoria del fémur), rizotomías para disminuir el espasmo

y cirugía correctora de cifoescoliosis.

Los pacientes con parálisis cerebral tienen reflujo gastroeso-

fágico y reflejos laríngeos disminuidos. En la mayoría de los casos,

para la cirugía en estos pacientes se requiere anestesia general con

intubación traqueal, incluso cuando se asocia una anestesia regio-

nal para reducir la necesidad de anestésicos sistémicos y controlar

el dolor postoperatorio. La analgesia epidural con anestésicos

locales en el postoperatorio elimina las posibles complicaciones

del uso de opiáceos y permite continuar la administración de

diazepam para mejorar los espasmos. La anestesia regional facilita

también el despertar de una anestesia general que puede verse

prolongado por el daño cerebral inherente y por el efecto de la

medicación antiepiléptica. Son frecuentes las complicaciones pul-

monares como consecuencia de múltiples causas, entre las que se

incluyen broncoaspiración, pobre esfuerzo respiratorio y baja dis-

tensibilidad torácica. Los pacientes con parálisis cerebral deben

ser monitorizados durantes varias horas después de una interven-

ción quirúrgica.

Anestesia regional

versus anestesia general

Se pueden llevar a cabo muchos procedimientos quirúrgicos orto-

pédicos mediante técnicas anestésicas regionales (v. caps. 42 y 71).

Durante décadas se ha debatido sobre si la anestesia regional tiene

ventajas sobre la anestesia general, pero no existe evidencia clara

documentada de la superioridad de una u otra técnica. Sin embargo,

la anestesia regional puede reducir la incidencia de algunas de las

complicaciones importantes en determinados procedimientos qui-

rúrgicos como la trombosis venosa profunda (TVP), la embolia

pulmonar (EP), las pérdidas de sangre, las complicaciones respira-

torias e incluso la muerte del pacient

e 50,51

. Además, el dolor post­

operatorio, problema muy importante en cirugía ortopédica, se

controla mejor con técnicas anestésicas regionale

s 52

. Los bloqueos

de nervios periféricos utilizando catéteres o anestésicos locales de

larga duración proporcionan una excelente anestesia intraoperato-

ria y una mejor analgesia en el postoperatori

o 53,54

. La anestesia

regional puede conseguir una analgesia preventiva o anticipada.

Además, el dolor agudo severo después de la cirugía ortopédica

puede evolucionar hacia un síndrome de dolor crónico, que puede

prevenirse con una adecuada analgesia perioperatori

a 55 .

Como ya se ha comentado anteriormente, los pacientes que

se someten a procedimientos quirúrgicos ortopédicos presentan a

menudo problemas para el manejo de la vía aérea. La anestesia

regional evita que se manipule la vía aérea y los pacientes conscien-

tes pueden facilitar que se consiga una posición más segura y

confortable durante la cirugía. Sin embargo, es prudente reconocer

las advertencias de Benumof: «El uso de anestesia regional en un

paciente con una vía aérea difícil conocida no resuelve el problema,

la vía aérea difícil sigue estando ahí

» 56

. En estos pacientes hay que

tener previsto un plan de manejo de la vía aérea por si falla la

anestesia regional o ante una situación de emergencia.

Otra ventaja de la anestesia regional es la disminución del

sangrado intraoperatorio. Desde 1966, 17 estudios aleatorizados de

pacientes sometidos a ATC han demostrado que se produce una

disminución del sangrado cuando se utiliza anestesia regional en

comparación con la misma intervención realizada con anestesia

genera

l 57 .

Modi

g 58

comparó las pérdidas hemáticas en pacientes

sometidos a ATC aleatorizados para anestesia epidural, anestesia

general con ventilación espontánea y anestesia general con venti-

lación controlada por presión positiva. El grupo con anestesia

epidural mostró tener el menor sangrado, pero ninguna relación

importante entre sangrado y cifras de presión arterial. Los autores

concluyeron que la anestesia epidural reduce la presión venosa

(medida en la zona quirúrgica), siendo ésta el factor determinante

del sangrado quirúrgico.

Manejo perioperatorio de los

pacientes en cirugía ortopédica

Tromboprofilaxis en cirugía ortopédica

Las complicaciones tromboembólicas son una de las principales

causas de morbilidad y mortalidad tras la cirugía ortopédic

a 59,60

. La

2014

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV