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en consult

a 519 .

Las demandas judiciales sobre anestesia fuera del

quirófano tuvieron penas de mayor gravedad y demostraron una

asistencia de nivel inferior al estándar que en las demandas sobre

anestesia en quirófan

o 520 .

Una oxigenación inadecuada y la inca-

pacidad de ventilar bien a los pacientes fueron los mecanismos más

frecuentes de lesión. Por tanto, se debe exigir un mantenimiento

de unos niveles de monitorización mínimos y conocimientos sobre

el manejo de la vía aérea a todos los profesionales que administran

fármacos sedantes-analgésicos. Cuando se realiza bien, la cirugía

en consulta resulta segura y muy rentabl

e 521 .

Resonancia magnética

La RM se ha convertido en una técnica diagnóstica radiológica no

invasiva cada vez más popular por la alta calidad de las imágenes

que aporta. Para realizar la RM, el paciente debe permanecer con-

finado durante 30-60 minutos en un espacio magnético cerrado y

ruidoso. Debido a la edad, alteraciones del estado mental o dolor,

algunos pacientes no pueden colaborar durante todo este tiempo

y necesitan anestesia general o sedación-analgesia intravenosa para

conseguir imágenes de alta calidad. El movimiento del paciente

durante cualquier momento de la exploración alterará la calidad

de la imagen. Por tanto, los anestesiólogos participan cada vez más

en la asistencia de pacientes en los que se realizan RM y espectros-

copia. En la RM se necesitan consideraciones anestésicas especiales,

pues existe un gran campo magnético y salas y edificios especiales para albergar los dispositivos de RM

522–524

. Entre los problemas

que plantea la monitorización de los pacientes sometidos a una RM

se incluyen los siguientes:

1. Se deben retirar los equipos ferromagnéticos del campo

magnético, como tarjetas de crédito, llaveros, clips de papel,

pins y bolígrafos, así como los dispositivos de monitoriza-

ción convencionales.

2. Mientras el paciente está dentro del escáner, el acceso a él y

su control visual están limitados.

3. Se puede producir un mal funcionamiento del equipo de

monitorización o interferencias secundarias a cambios en el

campo magnético (p. ej., bombas de infusión con jeringa).

4. La corriente de radiofrecuencia producida por el monitor

puede degradar la calidad de las imágenes.

Estos aspectos dificultan la obtención de un equilibrio ade-

cuado entre el cumplimiento de las normas de la ASA sobre la

monitorización durante la anestesia y la consecución de imágenes

de alta calidad

522 .

Existen nuevas máquinas de anestesia y bombas

y dispositivos de monitorización no ferrosos. Como los monitores

antiguos puede que tengan que estar colocados lejos del paciente

(p. ej., fuera de la habitación), se aumenta el riesgo de desconexión

o plegamiento de los tubos intravenosos, del circuito de respira-

ción durante la anestesia y de los cables de monitorización. La

situación ideal sería contar con dos personas para la anestesia: una

cerca del paciente y un ayudante fuera de la habitación con el

equipo de monitores. Por desgracia, el coste en personal de este

planteamiento sería superior al que muchos centros están dispues-

tos a asumir.

Sala de gastroenterología

Durante muchos años los endoscopistas han recurrido a la sedación

consciente para intervenciones digestivas. La sedación no sólo

mejora la comodidad del paciente durante la exploración, sino

también su aceptación de exploraciones de seguimiento. Para ayudar

a los endoscopistas, se han elaborado recomendaciones de monito-

rización y técnicas de sedación específica

s 525–527 .

Sin embargo, se

plantean situaciones que se pueden beneficiar de los servicios de un

anestesiólogo, como las endoscopias realizadas en pacientes desobe-

dientes con trastornos médicos complejos o situaciones en las que

los intentos previos de realizar la intervención con sedación admi-

nistrada por el operador han fracasado.

Una importante consideración a la hora de planificar la

técnica anestésica es la posición del paciente durante la explora-

ción. Es frecuente que durante la endoscopia el paciente tenga

que estar situado en decúbito lateral o prono para facilitar la

exploración y estas posturas pueden dificultar la realización de

maniobras de reanimación en caso de depresión cardiorrespira-

toria. Durante las endoscopias altas o en la colangiopancreatogra-

fía retrógrada endoscópica, el endoscopio se introduce por vía

oral y es preciso que el anestesiólogo comparta la vía aérea del

paciente con el endoscopista. La colaboración y el trabajo en

equipo entre el endoscopista, el radiólogo y el anestesiólogo resul-

tan fundamentales para realizar estas intervenciones de forma

segura y rápida.

Terapia electroconvulsiva

El uso de TEC para provocar una crisis epiléptica generalizada se

describió en 1938 y se ha realizado sin anestesia durante casi 30

años. En este momento, el número de intervenciones de TEC que

se realizan cada año con anestesia general en EE.UU. supera el

número de intervenciones de revascularización coronaria, apendi-

cectomía y herniorrafia. La TEC ha asumido una importancia cada

vez mayor en el tratamiento de la depresión y la manía aguda y

crónica resistentes a la medicación, y también en el tratamiento de

los pacientes esquizofrénicos con trastornos afectivos, tendencias

suicidas, síntomas delirantes, disregulación autónoma, inanición y

síntomas catatónico

s 528 .

La TEC resulta muy segura y eficaz en una

amplia gama de poblaciones de pacientes de alto riesgo. Es típico

que la fase aguda de la TEC se aplique tres veces a la semana hasta

8-12 tratamientos. El tratamiento de mantenimiento se puede rea-

lizar a intervalos cada vez más frecuentes desde una vez a la semana

a una vez al mes.

El manejo anestésico de la TEC suele incluir una dosis de

inducción de un anestésico intravenoso (p. ej., metohexital, tio-

pental, etomidato o propofol) seguida de un relajante muscular

de acción rápida (p. ej., succinilcolina o mivacurio

) 529 .

Aunque los

perfiles de recuperación globales son parecidos a los observados

con todos los anestésicos intravenosos, el metohexital sigue

siendo el fármaco de elección, porque los tiempos de convulsión

son más largos (comparado con el propofol), los tiempos hasta

el despertar son más cortos (comparado con el tiopental) y se

asocia a menos efectos secundarios (comparado con el etomi-

dato). Es de destacar que los pacientes que recibieron propofol

como anestésico necesitaron un ciclo agudo de TEC más prolon-

gad

o 530 .

Sin embargo, cuando los pacientes sufren convulsiones

demasiado prolongadas (

>

100 segundos), el propofol puede ser

una alternativa útil al metohexital

531 .

En situaciones en las que el

anestésico intravenoso impide que la convulsión sea adecuada

(

<

30 segundos), el uso de remifentanilo (50-100

m

g i.v.) permite

prolongar la duración de las convulsiones por su efecto ahorra-

dor de anestésico

532

y porque no afecta de forma directa a la

duración de las convulsiones inducidas por el TE

C 533 .

Diversos

fármacos cardiovasculares (p. ej., esmolol, labetalol, nicardipina)

se suelen emplear para reducir los cambios hemodinámicos

agudos generados por el estímulo eléctrico y la consiguiente acti-

vidad convulsiva

( tabla 68-12

).

Durante esta intervención se emplean monitores no invasi-

vos convencionales y la vía aérea se suele manejar con una masca-

rilla facial y un circuito de vía aérea reutilizable. Se administra un

antisialagogo (p. ej., glucopirrolato) para reducir las secreciones

orales y se puede emplear un tubo de Guedel en pacientes con

Anestesia en el paciente ambulatorio

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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