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incidencia de insuficiencia renal aguda. En comparación, la adminis-

tración de un exceso de líquidos puede provocar desenlaces clínicos

adversos a partir de la formación de edema tisular con un compro-

miso del intercambio de gases pulmonares, deterioro de la perfusión

microvascular y oxigenación tisular, anomalías de la coagulación y

alteraciones acidobásicas. Como consecuencia, se ha cuestionado la

pauta liberal tradicional de fluidoterapia perioperatori

a 24 .

Además, los

pacientes que, tras cirugía torácica, requieren ventilación de un

pulmón corren riesgo de complicaciones pulmonares postoperatorias

(v. cap. 49). Se ha demostrado que un balance hídrico positivo exce-

sivo es el factor de riesgo más potente de complicaciones pulmonares

postoperatorias y un aumento de la tasa de mortalidad hospitalaria

en estos paciente

s 57 .

Fluidoterapia restrictiva

Como consecuencia de los efectos adversos de la pauta liberal en

algunos pacientes, se han desarrollado pautas de fluidoterapia restric-

tiva y se han aplicado en el perioperatorio con resultados conflictivos.

Se ha demostrado que los protocolos basados en la restricción de

líquidos reducen la incidencia de complicaciones cardiopulmonares y

alteraciones de lamotilidad intestinal perioperatorias al mismo tiempo

que mejoran la curación de la herida y reducen la incidencia de insu-

ficiencia anastomótica en la cirugía abdominal mayo

r 58,59 .

Sin embargo,

en otros estudios no se han confirmado estos hallazgo

s 60 .

La causa más

probable de estos hallazgos controvertidos es la ausencia de una defi-

nición estandarizada de fluidoterapia liberal y restrictiva. Hasta la

fecha, los diferentes estudios han usado definiciones diferentes, por lo

que ha sido imposible una combinación de los datos. Sin embargo, en

la mayoría de estudios hay un consenso de que en los procedimientos

quirúrgicos mayores la sobrecarga de líquidos puede ser perjudicia

l 59 .

Fluidoterapia óptima

La idea, que es la base de la fluidoterapia dirigida al objetivo y la opti-

mización, es obtener valores normales o superiores a los normales de

distribución de oxígeno tisula

r 61 .

Transfiriendo este concepto al

paciente quirúrgico general, se consideró que un volumen sistólico

máximo, obtenidomediante bolos de líquidomonitorizados mediante

eco-Doppler esofágico, representaba la carga óptima de fluidoterapia.

De hecho, comparado con la reposición a discreción del anestesiólogo,

esta estrategia dirigida al objetivo se tradujo en una disminución sig-

nificativa de la estancia hospitalaria y un menor número de compli-

caciones postoperatorias intermedias y mayores después de cirugía

colorrectal electiv

a 62 .

Además, los pacientes tratados durante el período

intraoperatorio con bolos de sustancias coloidales para mantener un

flujo aórtico mínimo predefinido y optimizar individualmente el

volumen sistólico toleraron significativamente antes la alimentació

n 62 .

Así mismo, se examinaron diversas variables indirectas como factores

pronósticos de la respuesta a la fluidoterapia. Las determinaciones

menos invasivas, como la variación de la presión arterial sistólica o la

presión del pulso (en función del principio de que la presión intrato-

rácica cambia cíclicamente durante la ventilación mecánica, con una

disminución del retorno venoso y, en consecuencia, del volumen sis-

tólico, de preferencia en pacientes hipovolémicos) distinguen clara-

mente entre pacientes respondedores y no respondedores a la

provocación con líquido

s 63 .

Sin embargo, la optimización circulatoria,

obtenida con una mejora de estas variables indirectas aplicables fácil-

mente, todavía no se ha traducido fiablemente en unos mejores resul-

tados y, por razones prácticas, no se puede recomendar el eco-Doppler

esofágico como un examen sistemátic

o 64 .

En resumen, es preciso individualizar y sopesar la fluidote-

rapia de acuerdo con los riesgos y beneficios de la administración

de líquidos intravenosos. Por tanto, las características del paciente

y el tipo de procedimiento determinarán si se debe seleccionar una

pauta más liberal o más restrictiva. En caso de cirugía más invasiva

o traumática y con pérdidas hemáticas crecientes, son predecibles

mayores alteraciones de la homeostasia hídrica y la fluidoterapia

debe optimizarse con un concepto racional, es decir, una fluidote-

rapia dirigida al objetivo y basada en un protocolo con una valo-

ración cuidadosa y continua del balance hídrico.

Tipos de líquidos: cristaloides, coloides

y hemoderivados

Para la fluidoterapia están disponibles diversas formulaciones comer-

ciales (v. caps. 39, 44, 45 y 47) que difieren en dos aspectos funda-

mentales: el electrólito que compone la solución y el material

suspendido que proporciona la presión osmótica coloidal (oncótica).

Los cristaloides son soluciones acuosas de moléculas inorgánicas y

pequeñas moléculas orgánicas, siendo el principal soluto el suero

salino normal o la glucosa. En función de la concentración del soluto,

las soluciones cristaloides comerciales son isotónicas, hipotónicas e

hipertónicas. En comparación, los coloides son sustancias no crista-

linas, homogéneas que contienen moléculas de gran tamaño. Puesto

que poseen una capacidad mucho mayor para permanecer en el

espacio intravascular, estas soluciones pueden restablecer más eficaz-

mente el volumen plasmático y actuar como expansores del volumen.

Los coloides usados en la práctica clínica incluyen los éteres de

almidón, la gelatina y el dextrano, disueltos en cristaloides y produc-

tos del plasma humano, como la albúmina o hemoderivados (plasma

congelado fresco) (v. cap. 45).

Cristaloides

Las soluciones cristaloides son bien toleradas, no tóxicas, libres de

reacciones y de bajo coste. Están disponibles comercialmente nume-

rosas formulaciones diferentes; en la

tabla 78-11

se resumen las más

utilizadas. Además de la diferente tonicidad, los cristaloides pueden

clasificarse adicionalmente en formulaciones no equilibradas (com-

posición no fisiológica de electrólitos, no tampones) y equilibradas

(combinación fisiológica de electrólitos con tampones). Una impor-

tante desventaja de los cristaloides hipotónicos e isotónicos es su

capacidad limitada para permanecer en el espacio intravascular. Por

tanto, para mantener un volumen circulante efectivo, se requiere la

administración de grandes volúmenes de soluciones cristaloides.

Como efecto adverso característico se produce la acumulación de

líquido en el espacio intersticial con la formación de edema.

En el período perioperatorio son de elección los cristaloides

isotónicos. Puesto que el NaCl es la sal predominante y el Na

+

se

equilibra a lo largo de todo el compartimento de LEC, tan sólo el

25% de la solución administrada permanece en el espacio intravas-

cular. Por tanto, para reponer por completo una pérdida de la

volemia con soluciones cristaloides isotónicas, ha de administrarse

3-4 veces el volumen perdido. En la selección de una solución una

importante consideración es su composición específica de electró-

litos (principalmente Na

+

, K

+

y Cl

) y su capacidad tampón). El

suero salino normal puede inducir una acidosis metabólica hiper-

clorémica sin hiato aniónico asociada con un deterioro de la per-

fusión y función de los órganos vitales (si se administran grandes

volúmenes por vía intravenosa

) 65 .

Por otra parte, los sistemas

tampón en la solución de Ringer lactato (es decir, lactato) o los

sueros poliónicos como Plasma-Lyte (es decir, acetato y gluconato)

se metabolizan a bicarbonato en el hígado y pueden provocar alca-

losis metabólica. Estas soluciones cristaloides equilibradas deben

usarse con precaución en pacientes con hiperpotasemia preexis-

tente (es decir, insuficiencia renal terminal) debido a su contenido

en K

+

. Las alternativas son el suero salino normal o las soluciones

equilibradas sin K

+

. Además, el calcio presente en la solución de

Ringer lactato impide su utilización en presencia de hemoderiva-

dos citratados y puede precipitar diferentes fármacos (p. ej., anfo-

tericina B y tiopental).

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Cuidados postoperatorios

VI