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Anestésicos locales

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Sección II

Farmacología y anestesia

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Alergias

Aunque los pacientes que reciben anestésicos locales pueden expe-

rimentar diversos síntomas sistémicos y locales, los estudios pros-

pectivos indican que muy pocos de estos síntomas son reacciones

alérgicas confirmada

s 139 .

Los agentes de tipo aminoéster, como la

procaína, pueden producir reacciones de tipo alérgico con mayor

frecuencia que los agentes de tipo aminoamida, aunque incluso en

el caso de los aminoésteres, la gran mayoría de las reacciones no

son de tipo alérgico. Los aminoésteres, a diferencia de las ami-

noamidas, derivan del ácido

p

-aminobenzoico, un alergeno cono-

cido. Algunas soluciones de anestésicos de la familia aminoamida

pueden contener un conservante, el metilparabeno, cuya estructura

química es parecida a la del ácido

p

-aminobenzoico,pero lamayoría

de las aminoamidas se encuentran disponibles en forma de solu-

ciones sin conservantes. En algunas reacciones alérgicas se sospe-

cha que la causa pudo ser la contaminación de los viales con

antígenos del látex, aunque este punto es difícil de confirmar. En el

caso excepcional de un paciente con alergia confirmada a las ami-

noamidas y a los aminoésteres, la anestesia raquídea puede reali-

zarse con meperidin

a 140 .

Toxicidad tisular local

Aunque todos los anestésicos locales utilizados en la clínica, ya sean

aminoamidas o aminoésteres, pueden producir reacciones tóxicas

directas en los nervios si alcanzan una concentración intraneural

lo suficientemente elevada, en la gran mayoría de las aplicaciones

clínicas no suelen producirse dichas lesiones. Los anestésicos

locales se comercializan por lo general envasados en concentracio-

nes superiores a su rango efectivo desde el punto de vista fisioló-

gico; pero antes de su administración se diluyen lo suficiente como

para que no resulten nocivos. Sin embargo, si no se realiza dicha

dilución, se puede producir una lesión neural duradera o perma-

nente. Por ejemplo, la aplicación de lidocaína al 5% (200mM) en

soluciones viscosas densas por medio de catéteres intratecales

estrechos se ha asociado con una alta frecuencia de casos de sín-

tomas radiculares transitorios o prolongados, o incluso un sín-

drome de la cola de caball

o 141 .

Las investigaciones de laboratorio

han demostrado que la aplicación de concentraciones tan elevadas

de anestésicos locales directamente a las fibras nerviosas sin sus

cubiertas produce un bloqueo de la conducción irreversible en

menos de cinco minuto

s 142 .

De hecho, los estudios previos efectua-

dos in vivo sobre nervios periféricos con sus vainas habían mos-

trado cambios histológicos y neurológicos tras la infiltración del

espacio que rodea a los nervios con anestésicos locales a concen-

traciones de apenas el 1-2%. Los profesionales sanitarios deben ser

conscientes de que las concentraciones de los anestésicos locales

comercializados son neurotóxicas per se y de que su dilución, ya

sea in situ o en los tejidos, es esencial para un uso seguro. Un ensayo

aleatorizado publicado recientemente ha renovado el interés por la

anestesia raquídea continu

a 143 ,

ya que la relación riesgos-beneficios

puede ser favorable en pacientes de alto riesgo seleccionados.

A finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 se

describió en algunos pacientes la aparición de déficits motores y

sensitivos prolongados tras la inyección subaracnoidea o epidural

de cloroprocaína a dosis elevada

s 144

. Los estudios realizados en

animales para investigar el potencial neurotóxico de la cloropro-

caína han arrojado resultados contradictorio

s 145,146 .

Dichos estudios

indican que la combinación de un pH bajo, bisulfito sódico y la

administración intratecal inadvertida del anestésico son responsa-

bles en parte de las reacciones neurotóxicas que se observan tras el

uso de cantidades elevadas de cloroprocaína. Otros estudios han

cuestionado las anteriores afirmaciones y han observado que las

concentraciones elevadas de cloroprocaína también pueden resultar

neurotóxicas per s

e 145,146 ,

pero dichas concentraciones no suelen

alcanzarse durante una anestesia epidural bien realizada, a diferen-

cia de en la anestesia raquídea inadvertida. Las soluciones comer-

ciales de cloroprocaína disponibles en la actualidad no contienen

bisulfito sódico. El bisulfito sódico fue reemplazado inicialmente

por el ácido etilenglicol-bis-(

b

-aminoetil éter)-

N,N

-tetraacético

(EGTA), un conservante y un quelante del calcio de alta afini­

dad que inicialmente se asoció con la producción de espasmos

musculares locales tras su administración epidural. Actualmente la

cloroprocaína se encuentra disponible en una presentación sin

conservantes. Este fármaco es muy útil en situaciones en las que se

requiere un aclaramiento plasmático rápido para evitar una acumu-

lación excesiva de anestésico local a nivel sistémico. La cloropro-

caína se ha administrado mediante infusión epidural en neonatos y

lactantes en los que la lidocaína y la bupivacaína no proporcionan

un índice terapéutico efectiv

o 99

y recientemente se ha popularizado

su uso para la anestesia raquídea de corta duración.

La anestesia raquídea en dosis única con anestésicos locales

administrados a las dosis y a las concentraciones recomendadas

comúnmente puede producir síntomas neurológicos más limita-

dos y transitorios (dolor lumbar, parestesias, dolor radicular o

hipoestesia

) 147 .

Algunos estudios y revisiones completas han encon-

trado que la mepivacaína y la lidocaína a diferentes diluciones

producen síntomas con mayor frecuencia que la bupivacaína y la

prilocaín

a 148 .

El riesgo de sufrir síntomas neurológicos transitorios

tras la anestesia raquídea con lidocaína no disminuyó al reducir la

concentración del 5 al 1-2%. Las diferencias en el diseño de los

estudios, los cuestionarios empleados y los criterios de inclusión

pueden ser responsables en parte de las diferentes prevalencias

encontradas en los distintos estudios acerca de las secuelas radicu-

lares. A pesar de las diferencias en el diseño de los estudios, un

metaanálisis reciente concluyó que el riesgo relativo acumulado de

sufrir síntomas neurológicos transitorios tras la anestesia raquídea

con lidocaína fue 6,7 veces superior que con la bupivacaína y 5,5 veces

mayor que con la prilocaína

148 .

La adición de vasoconstrictores a

las soluciones de anestésicos locales también puede incrementar el

riesg

o 149 .

La neurotoxicidad parece no relacionarse con el bloqueo

de la conducción porque la tetrodotoxina, un potente bloqueante

de los canales de sodio, puede producir un bloqueo de la conduc-

ción profundo sin signos histológicos ni funcionales de lesión

nervios

a 150 .

La posición intraoperatoria también parece ser un factor de

riesgo. Los pacientes sometidos a una cirugía en la posición de

litotomía parecen estar expuestos a un riesgo superior de desa­

rrollar síntomas neurológicos tras la anestesia raquídea o epidural.

En la actualidad se desconoce la razón por la cual esta asociación

conlleva un riesgo más elevado, aunque la compresión, el estira-

miento nervioso o la disminución de la presión de perfusión de los

vasa nervorum posiblemente puedan incrementar la toxicidad de

los anestésicos locales. La posición de litotomía per se puede pro-

ducir secuelas neurológicas y síndromes compartimentales en la

extremidad inferior, en particular después de cirugías prolongadas

y la posición de Trendelenburg

151 .

Se ha descrito la aparición de cambios en el músculo esque-

lético tras la inyección intramuscular de anestésicos locales como

la lidocaína, la mepivacaína, la prilocaína, la bupivacaína y la eti-

docaína. Por lo general, los agentes más potentes y de acción más

duradera, como la bupivacaína y la etidocaína, parecen producir

un daño más localizado en el músculo esquelético que los fármacos

menos potentes y menos duraderos, como la lidocaína y la prilo-

caína. Este efecto sobre el músculo esquelético es reversible; la

regeneración muscular se produce rápidamente y se completa a las

2 semanas posteriores a la inyección de los anestésicos locales.