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Anestésicos locales

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Sección II

Farmacología y anestesia

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

restauración incompleta de la disponibilidad de los canales de Na

+

entre los potenciales de acción, en particular cuando el ritmo cardíaco

es elevado. Los diferentes efectos producidos por la lidocaína y la

bupivacaína han servido para explicar las propiedades antiarrítmicas

de la lidocaína y el potencial arritmogénico de la bupivacaína.

Los estudios electrofisiológicos han mostrado que los niveles

plasmáticos elevados de los anestésicos locales prolongan los

tiempos de conducción en diversas partes del corazón, lo que se

refleja en el electrocardiograma (ECG) por el aumento del inter-

valo PR y la duración del complejo QRS. Las concentraciones

sumamente elevadas de los anestésicos locales deprimen la activi-

dad de marcapasos espontánea del nódulo sinusal, lo que da lugar

a una bradicardia sinusal y a un paro sinusal.

Todos los anestésicos locales ejercen sobre el músculo car-

díaco una acción ionotrópica negativa dependiente de la dosi

s 107 .

Esta depresión de la contractilidad cardíaca es proporcional a la

potencia del bloqueo de la conducción. De este modo, la bupiva-

caína y la tetracaína son más cardiodepresoras que la lidocaína.

Los anestésicos locales pueden deprimir la contractilidad

miocárdica al afectar la entrada y salida estimulada de calcio del

retículo sarcoplasmátic

o 108 ,

así como por inhibir las corrientes de

Ca

2+

y de Na

+

en el sarcolema cardíaco.

Efectos vasculares periféricos directos

Los anestésicos locales ejercen un efecto bifásico sobre el músculo

liso de los vasos periférico

s 109

. Las concentraciones bajas de lidocaína

y bupivacaína producen una vasoconstricción en el músculo cremás-

ter de las ratas, mientras que las concentraciones elevadas producen

vasodilatación tanto en modelos de tejido aislado como in vivo.

La cocaína es el único anestésico local que a cualquier dosis

produce una vasoconstricción de modo sistemático, debido a su capa-

cidad para inhibir la captación de la noradrenalina en las neuronas

premotoras y, por tanto, potencia la vasoconstricción neurogénica.

Toxicidad cardiovascular comparativa

Todos los anestésicos locales, pero especialmente la bupivacaína,

pueden producir una depresión cardiovascular rápida y profunda

(v. también caps. 41-43 y 71). La cardiotoxicidad de la bupivacaína

parece diferir de la producida por la lidocaína en los siguientes

aspectos:

1. La proporción entre la dosis requerida para producir un

colapso cardiovascular (CC) irreversible y la dosis que

produce toxicidad del SNC (convulsiones) (es decir, la pro-

porción CC/SNC) es menor para la bupivacaína y la etido-

caína que para la lidocaín

a 110 .

2. Las arritmias ventriculares y la fibrilación ventricular mor­

tal pueden ocurrir más a menudo tras la administración

intravenosa rápida de una dosis elevada de bupivacaína y

mucho menos frecuentemente con la administración de lido­

caín

a 111,112

. Los efectos de los anestésicos locales sobre el SNC

pueden contribuir a la generación de arritmias (v. cap. 51

) 113

.

3. Un animal preñado o una paciente embarazada pueden ser

más sensibles a los efectos cardiotóxicos de la bupivacaína que

los animales o las pacientes no gestante

s 114

(v. también cap.

59). En Estados Unidos se ha desaconsejado el uso de la solu-

ción de bupivacaína al 0,75% para la anestesia obstétrica.

4. La reanimación cardíaca es más difícil tras un colapso

cardiovascular inducido por bupivacaína. La acidosis y

la hipoxia potencian notablemente la cardiotoxicidad de la

bupivacaín

a 115 .

Para el tratamiento de la sobredosis de bupivacaína y el

colapso cardiovascular en estudios animales, y ocasionalmente en

el ser humano, se han utilizado muchos de los fármacos emplea-

dos durante la resucitación cardíaca, como la atropina, la adrena-

lina, el bretilio, la lidocaína, la amrinona y la fenitoína. En nuestra

opinión, aparte del uso establecido de la adrenalina, la vasopre-

sina y la atropina en los pasos designados por el protocolo de

soporte vital cardíaco avanzado (SVCA

) 116

y aparte del uso de

Intralipid, como se detalla más adelante, el empleo de fármacos

antiarrítmicos u otro tipo de fármacos usados tradicionalmente

con fines de resucitación no posee un papel establecido ante un

paro cardíaco inducido por bupivacaína.

No

se recomienda tratar

las arritmias ventriculares inducidas por bupivacaína con lido-

caína o amiodarona.

La resucitación cardíaca tras la inyección intravascular o la

sobredosis de un anestésico local posee las siguientes peculiarida-

des clínicas:

1. No existe ningún fármaco que, de manera sistemática, ayude

a revertir el paro cardíaco o la taquicardia ventricular grave

inducidos por la bupivacaína (a pesar de nuestras recomen-

daciones sobre Intralipid que se exponen más adelante). En

primer lugar deben instaurarse las maniobras básicas de

resucitación cardiopulmonar, prestando atención al manejo

de la vía aérea, al aporte de oxígeno y a la ventilación, e

iniciar el masaje cardíaco en caso de ser necesario.

2. Se debe evitar la inyección intravascular masiva de anestési-

cos locales o la administración de dosis elevadas, ya que una

vez instaurado el colapso circulatorio inducido por anesté-

sicos, la resucitación es muy complicada.

3. La aspiración negativa de la jeringa no excluye completa-

mente la inyección intravascular del anestésico. En los

pacientes que van a someterse a bloqueos mayores de la

conducción se debería administrar el anestésico de modo

fraccionado y gradual. Los cambios electrocardiográficos

están presentes con frecuencia –aunque no siempre– antes

del colapso circulatorio. En consecuencia, la monitorización

continua del ECG (prestando atención a la morfología del

complejo QRS, a la velocidad, al ritmo o a los fenómenos

ectópicos) puede salvar la vida del paciente, ya que permite

interrumpir la inyección del anestésico antes de que la dosis

administrada sea letal.

4. Basándonos en estudios animale

s 117

y en un número cada

vez mayor de casos clínicos descritos en humano

s 118-120 ,

reco-

mendamos que los hospitales y las clínicas que realicen blo-

queos mayores de la conducción tengan disponible para usar

en caso de emergencia Intralipid al 20%. Si un paciente sufre

un colapso cardiovascular profundo o un paro circulatorio

tras la administración de bupivacaína, ropivacaína u otro

anestésico local, junto al inicio del protocolo de soporte vital

básico y SCVA apoyamos la recomendación de Weinberg y

cols

. 120

de administrar inmediatamente una inyección rápida

en embolada de 1,5ml/kg de Intralipid al 20% (aproximada-

mente 100ml para un adulto), seguido en caso necesario de

una infusión de 0,25ml/kg/min durante los 10 minutos

siguientes.

Anestésicos locales quirales: ropivacaína

y levobupivacaína

La bupivacaína comercializada es una mezcla racémica de estere-

oisómeros

(R)

y

(S).

En respuesta a la toxicidad cardiovascular

secundaria a las inyecciones accidentales de bupivacaína por vía

intravenosa, se desarrollaron enantiómeros únicos con la esperanza

de que fuesen anestésicos locales potencialmente más seguros. La

ropivacaína (Naropin

) 121

y la levo-

(S)

-bupivacaína (Chirocaine

) 122

fueron formuladas para aprovechar dicha estereoselectividad. La

ropivacaína es un estereoisómero que sólo posee la forma

(S)

y que

se diferencia de la levobupivacaína por la sustitución en el anillo