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Farmacología y anestesia

II

producir convulsiones. La cloroprocaína puede ofrecer ventajas

importantes para la infusión epidural en los lactantes, e incluso en los

neonatos pretérmin

o 99 ,

debido a su rápida eliminación plasmática.

La disminución de la irrigación hepática o la alteración de

la función de las enzimas hepáticas pueden producir una elevación

importante de los niveles plasmáticos de los anestésicos locales de

tipo aminoamida. La vida media de la lidocaína en un estudio

realizado con voluntarios cuya función hepática era normal fue de

1,5 horas, mientras que en los pacientes con hepatopatías la vida

media fue de 5 hora

s 100 .

El ritmo de eliminación plasmática de la

lidocaína también se ve muy ralentizado en los pacientes que

sufren insuficiencia cardíaca congestiv

a 101 .

Toxicidad

Los anestésicos locales son compuestos relativamente seguros si se

administran en las dosis adecuadas y en la localización anatómica

correcta. Sin embargo, pueden producirse reacciones tóxicas locales

o sistémicas, generalmente como resultado de la inyección intra-

vascular o intratecal, o por la administración de una dosis excesiva.

Además, ciertos compuestos se asocian con una serie de efectos

adversos específicos, como por ejemplo los aminoésteres con las

reacciones alérgicas o la prilocaína con la metahemoglobinemia.

Toxicidad sistémica

Las reacciones sistémicas producidas por los anestésicos locales

tienen lugar principalmente en el SNC y en el sistema cardiovas-

cular (v. también caps. 41-43 y 71). Por lo general, el sistema ner-

vioso central es más susceptible que el sistema cardiovascular a la

acción de la administración sistémica de los anestésicos locales, por

lo que la dosis y los niveles plasmáticos necesarios para producir

reacciones tóxicas en el SNC suelen ser inferiores a los requeridos

para producir un colapso circulatorio.

Reacciones tóxicas en el sistema nervioso central

Los síntomas iniciales de la toxicidad del SNC inducida por los

anestésicos son el vértigo y la sensación de mareo, seguidos fre-

cuentemente de alteraciones visuales y auditivas, como la dificultad

para enfocar y los acúfenos. Otros síntomas subjetivos son la des-

orientación y la somnolencia ocasional. Los signos objetivos de la

toxicidad del SNC suelen ser de carácter excitatorio y consisten en

estremecimientos, espasmos musculares y temblores, que inicial-

mente afectan a los músculos faciales y a los músculos de la zona

distal de las extremidades. Por último se presentan convulsiones

generalizadas de carácter tónico-clónico. La administración de un

anestésico local en una dosis suficientemente elevada o mediante

una inyección intravenosa rápida produce signos de excitación del

SNC que son seguidos rápidamente por un estado de depresión

generalizada del SNC. La actividad convulsiva desaparece y en

ocasiones se presenta una depresión respiratoria que puede des-

embocar en un paro respiratorio. En algunos pacientes se observa

una depresión del SNC sin una fase de excitación previa, particu-

larmente cuando se han administrado otros fármacos depresores

del SNC.

La excitación del SNC puede ser el resultado del bloqueo

inicial de las vías inhibitorias en la corteza cerebral por los anesté-

sicos locale

s 102 ,

pero también puede deberse a la estimulación neta

causada por la liberación de glutamato, un aminoácido que actúa

como neurotransmisor excitatorio. El bloqueo de las vías inhibito-

rias permite que las neuronas facilitadoras funcionen sin oposi-

ción, lo que da lugar a un aumento de la actividad excitadora que,

en último término, es la responsable de las convulsiones. Un

aumento de la dosis del anestésico local produce una inhibición de

la actividad tanto de los circuitos inhibitorios como de los facilita-

dores, lo que provoca una depresión generalizada del SNC.

Tras la administración intravenosa de diversos fármacos

existe por lo general una correlación entre la potencia anestésica

y la toxicidad del SN

C 103 .

Las convulsiones secundarias a la inyec-

ción inadvertida de un bolo de anestésico local pueden interrum-

pirse por lo general mediante la administración por vía intravenosa

de pequeñas dosis de benzodiazepinas como el midazolam, o con

pequeñas dosis de pentotal, también por vía intravenosa.

La acidosis metabólica o la respiratoria aumentan el riesgo

de toxicidad del SNC de los anestésicos locale

s 104 .

La elevación de la Paco

2

aumenta el flujo sanguíneo cerebral

y, como resultado, el anestésico llega al cerebro más rápidamente.

Además, la difusión del anhídrido carbónico hacia el interior de las

neuronas disminuye el pH intracelular, lo que facilita la conversión

de la forma básica de los fármacos a la forma catiónica. La forma

catiónica no difunde bien a través de la membrana neural, por lo

que los iones quedan atrapados, incrementando la toxicidad de los

anestésicos locales.

La hipercapnia y/o la acidosis también disminuyen la unión

de los anestésicos locales a las proteínas plasmática

s 105 .

Por consi-

guiente, la elevación de la Paco

2

o la disminución del pH incre-

mentarán la proporción de fármaco libre que podrá difundir al

cerebro. Por otro lado, la acidosis contribuye al aumento de la

forma catiónica del anestésico local, lo que debería disminuir la

tasa de difusión a través de la barreras lipídicas.

La repercusión clínica del efecto de la hipercapnia y de la

acidosis sobre la toxicidad merece ser resaltado. Las convulsiones

producen una hipoventilación y una acidosis mixta (metabólica y

respiratoria) que exacerban más todavía la toxicidad del SNC.

Ante una reacción tóxica a un anestésico local resulta fundamental

instaurar con rapidez las medidas de ventilación asistida y de

soporte circulatorio para impedir o corregir la hipercapnia y la

acidosis, así como para evitar o corregir la hipoxemia, que también

empeora la toxicidad del SNC. Según lo expuesto, queda claro que

los profesionales que realizan bloqueos nerviosos mayores rutina-

riamente deberían contar con el siguiente material listo para su

uso: un equipo de monitorización, un tanque de oxígeno o una

toma de oxígeno en la pared, un equipo de vía aérea que incluya

como mínimo un circuito de bolsa y mascarilla para administrar

una ventilación de presión positiva y fármacos anticonvulsivantes,

como el midazolam, el lorazepam, el diazepam o el tiopental.

Toxicidad del sistema cardiovascular

Los anestésicos locales pueden ejercer acciones directas sobre el

corazón y los vasos sanguíneos periféricos e indirectas sobre la

circulación, por medio del bloqueo de la actividad eferente simpá-

tica o parasimpática.

Efectos cardíacos directos

El efecto principal de los anestésicos locales sobre la electrofisiología

cardíaca consiste en una disminución de la tasa de despolarización

de los tejidos de conducción rápida de las fibras de Purkinje y del

músculo ventricula

r 106

. Se cree que esta reducción de la tasa de

despolarización se debe a una disminución en la disponibilidad

de los canales rápidos de sodio de las membranas cardíacas. La dura-

ción del potencial de acción y el período refractario efectivo también

se encuentran disminuidos por la acción de los anestésicos locales.

Los efectos electrofisiológicos de los diversos fármacos difieren

cualitativamente. La bupivacaína deprime la fase rápida de la despo-

larización (Vmáx) en las fibras de Purkinje y en el músculo ventricu-

lar en mayor grado que la lidocaína. Además, la tasa de recuperación

del bloqueo dependiente del uso es más lenta en los músculos papi-

lares tratados con bupivacaína que en los músculos tratados con

lidocaína. Esta lentitud en la tasa de recuperación da lugar a la