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prevenir los síntomas que el tratamiento combinado, mientras que el

antagonismo H

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puro resultó ineficaz. Desde la introducción de la

somatostatina estos tratamientos han pasado a una segunda línea.

Las catecolaminas agravan los síntomas del síndrome carci-

noide, posiblemente porque estimulan la liberación de hormonas

por el tumor. El mecanismo de esta liberación sigue estando poco

claro.No se han demostrado receptores adrenérgicos en los tumores

carcinoides ni estos tumores suelen tener inervación neural. Parece

que los estímulos adrenérgicos pueden actuar por un efecto mecá-

nico sobre los vasos y el intestino para estimular la liberación de

productos tumorales. El tratamiento de los pacientes con tumores

carcinoides mediante antagonistas

a

- y

b

-adrenérgicos ha resul-

tado beneficioso para reducir el enrojecimiento en algunos casos,

aunque ha sido ineficaz en otros.

Los resultados obtenidos en los estudios prospectivos

sobre el uso de somatostatina para controlar los síntomas del

síndrome carcinoide han resultado espectaculares. La somatos-

tatina parece un avance fundamental en el tratamiento del sín-

drome carcinoide.

La conclusión lógica es que la preparación preoperatoria del

paciente con síndrome carcinoide debe ser parecida a la del paciente

con un feocromocitoma: ajuste de los bloqueantes adrenérgi­

cos, histaminérgicos y serotoninérgicos para conseguir un efecto

máximo al tiempo que se controla la volemia y añadir somatostatina

antes de la cirugía. Aunque este abordaje parece lógico, los síntomas

preoperatorios no se correlacionan con los síntomas perioperato-

rios y las dos últimas opciones terapéuticas (optimización de la

volemia y administración de somatostatina) son las más eficaces.

El broncospasmo,asociado a enrojecimiento o no,se produce

en muchos pacientes cuando se liberan sustancias vasoactivas. Por

tanto, un paciente con un tumor carcinoide puede estar bien o estar

gravemente incapacitado por las alteraciones pulmonares, neuro-

lógicas, nutricionales, hidroelectrolíticas o cardiovasculares. Por

tanto, aunque puede que el aparato digestivo en sí mismo no nece-

site una preparación preoperatoria extensa, la enfermedad digestiva

puede provocar alteraciones en otros o en todos los demás siste-

mas, que necesiten una preparación preoperatoria óptima para

mejorar el estado del paciente y también necesiten un conoci-

miento preoperatorio de la fisiología y los efectos de las enferme-

dades para conseguir que el paciente tenga un buen período

perioperatorio. Además, la comprensión por parte del anestesista

de la naturaleza de la cirugía posiblemente contribuya a determinar

la afectación sistémica en relación por este trastorno digestivo.

Otra consideración perioperatoria es que los pacientes con

enfermedades digestivas (quizá más incluso que otros enfermos)

han tenido que soportar el trauma psicosocial de vivir con su

enfermedad durante períodos de tiempo prolongados o han afron-

tado esta perspectiv

a 413 .

Necesitan apoyo emocional y una amabi-

lidad holística sin sacrificar el rigor científico del tratamiento de su

trastorno, igual o más que en otros enfermos. La obtención de datos

psicológicos relevantes al tiempo que se recoge la información

médica, estar de pie (no sentado) cuando se recoge la anamnesis y

reconocer al paciente lo difícil que debe ser realizar las tareas con

su enfermedad (destacando los logros que hayamos observado) es

una forma de demostrar el interés del médico por el paciente y su

apoyo ante el dolor y otros aspectos psicosociales. El tiempo que

se invierte en hablar con el paciente permite al anestesista comen-

tar opciones de tratamiento del dolor, explicarle por qué se debería

evitar la morfina en un paciente con una anastomosis intestinal

recient

e 414

y otros aspectos que demuestran que el anestesista es al

tiempo un médico competente y que está especialmente interesado

por el bienestar del paciente. Además de reconocer los efectos

orgánicos de la enfermedad, la atención al soporte emocional

perioperatorio de estos enfermos es una oportunidad de emplear

todas las habilidades como médico para conseguir la curación.

Hepatopatía

¿Cuáles son los riesgos de administrar anestesia a los pacientes

con una enfermedad hepática aguda que necesitan cirugía de

urgencia? ¿Cuáles son los riesgos de administrar anestesia a

pacientes con alteraciones crónicas de la función hepática? ¿Qué

se puede hacer para reducir estos riesgos? Aunque se puede creer

que las experiencias derivadas de la anestesia en trasplante hepá-

tico pueden responder muchas de estas preguntas, existe una

notable diferencia entre optimizar la función cardiovascular para

satisfacer las exigencias de un nuevo hígado (p. ej., aporte de

nutrientes) y mantener la función de un hígado enfermo. Como

la función y fisiología hepáticas se comentan en el capítulo 7 y la

valoración preoperatoria se revisa en el capítulo 24, aquí sólo

recordaremos que el hígado realiza muchas funciones: sintetiza

sustancias (p. ej., proteínas, factores de la coagulación), detoxifica

el cuerpo de los fármacos y los productos derivados del metabo-

lismo humano normal, excreta productos de desecho y almacena

y aporta energía.

Trastornos hematológicos

y enfermedades oncológicas

Trastornos hematológicos

Anemia y policitemia

En los capítulos 45 y 47 se analizan las pruebas de cómo la anemia

normovolémica o la policitemia aumentan la morbilidad perio-

peratoria. Los resultados indican que el conocimiento y trata-

miento de la policitemia pueden reducir la morbilidad y mor­

talidad perioperatorias.

Salvo en los pacientes con cardiopatía isquémica (v. más

adelante), no existen pruebas parecidas en el caso de la anemia

normovolémic

a 415 .

Por tanto, no existen recomendaciones conven-

cionales específicas preoperatorias para la anemia aislada, salvo en

pacientes que sufren o tienen alto riesgo de sufrir una cardiopatía

isquémica (según los factores de riesgo)

416-418 .

En estos pacientes

dos estudios distintos demostraron que un hematócrito por

encima o por debajo del 29-34% se asociaba a un aumento de los

episodios de isquemia miocárdica tras la cirugía vascular

( fig. 25-10 ) 178 .

En los pacientes con riesgo de cardiopatía isquémica

actual, los datos indican que la transfusión hasta conseguir un

hematócrito de 29-34% puede ser adecuada (v. sección previa

sobre enfermedades cardiovasculares

) 419,420 .

Se debe recordar que

la anemia es una reducción de la masa de eritrocitos circulantes

por debajo de un intervalo de valores considerado normal para las

personas del mismo sexo y en la misma localización (la edad

superior a 6 meses, la raza y el origen étnico no justifican la

anemia). Cada eritrocito vive unos 120 días; por tanto, se debe

producir la sustitución de 15-20ml de hematíes viejos en ausencia

de enfermedades que destruyan o produzcan pérdida de hematíes.

Además, los síntomas de la anemia –cefalea, debilidad, disnea de

esfuerzo y pérdida de resistencia–, no aportan mucha información

sobre la gravedad, la rapidez de producción y los efectos cardio-

rrespiratorios de la causa de base de la anemia.

A su vez, dado que la anemia puede caracterizar a múltiples

patologías distintas que pueden condicionar el tratamiento anesté-

sico perioperatorio, la existencia de una anemia preoperatoria obliga

a buscar y tratar la causa de base. Por ejemplo, la anemia podría

indicar una insuficiencia renal o reacción frente a un fármaco,

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Control de la anestesia

III