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tenían ES

V 393 .

Aunque nosotros recomendamos administrar

potasio de los pacientes con hipopotasemia, la ventaja de esta

práctica no está clara.

Nuestro criterio personal para el tratamiento preoperatorio

con potasio es el siguiente. En general, todos los pacientes some-

tidos a una cirugía programada deberían tener un potasio sérico

normal. Sin embargo, no recomendamos retrasar la cirugía si el

potasio sérico es superior a 2,8mEq/l o inferior a 5,9mEq/l, si se

conoce la causa del trastorno del equilibrio del potasio y si el

paciente está en una situación óptima. Este nivel de potasio seguro

es arbitrario y ha cambiado de 3,3 en 1979 a 3,1 en 1986 y 2,9 en

1990 en el valor más bajo, y de 5,6 en 1979 a 5,7 en 1989 y 5,9

en 1990 en el extremo alto de normalidad, conforme se iba dispo­

niendo de más datos sobre la seguridad de la hipopotasemia

preoperatoria y los riesgos asociados al aporte de potasio en el

entorno hospitalari

o 387 .

Nosotros realizamos diálisis en todos los

pacientes con una insuficiencia renal terminal (con este mismo

criterio arbitrario de seguridad) antes de realizar cualquier cirugía,

salvo las realmente urgentes (como riesgo de desangrado inmi-

nente). En estudios realizados sobre perros en 1978, Tanifuji y

Eger

395

determinaron las relaciones entre el estado electrolítico

y las necesidades anestésicas, que pueden tener que ser conside-

radas durante la intervención: la hiponatremia y la hipoosmola­

lidad reducen la concentración alveolar mínima (CAM), la

hipernatremia aumenta la CAM y la hiperpotasemia no modifica

las exigencias anestésicas.

Enfermedades digestivas

y hepáticas

Enfermedades digestivas

Búsqueda preoperatoria de diversos trastornos digestivos

Aunque la valoración preoperatoria del aparato digestivo suele ser

responsabilidad del cirujano y el anestesista en general no tiene que

realizar una valoración extensa del mismo, la enfermedad digestiva

puede producir, y con frecuencia produce, alteraciones en muchos

otros o en todos los demás sistemas. Estos trastornos pueden

afectar a la seguridad de la anestesia del paciente. Por tanto, el

anestesista puede tener que optimizar la situación del paciente

mediante una preparación preoperatoria extensa, pero también

debe conocer los procesos patológicos y sus efectos para conseguir

que el paciente tenga un tránsito seguro durante el período perio-

peratorio. Los principales avances en la corrección de los trastornos

hidroelectrolíticos y en la optimización del estado nutricional antes

de la cirugía permiten realizar ahora la cirugía en pacientes con

trastornos digestivos que antes se consideraban demasiado arries-

gados y puede haber reducido el riesgo de otro

s 45-47,396 .

En los

pacientes con enfermedad digestiva es importante valorar el

volumen de líquidos intravasculares, las concentraciones de elec-

trólitos y la nutrición, incluida la valoración de los efectos secun-

darios de estos tratamientos (p. ej., hipofosfatemia por la nutrición

parenteral, hiperpotasemia o arritmias cardíacas por un trata-

miento demasiado enérgico de la hipopotasemia e ICC por un

tratamiento demasiado rápido o enérgico de la hipovolemia).

Además de las grandes alteraciones hidroelectrolíticas y

nutricionales que se pueden asociar a las enfermedades digestivas,

como las neoplasias y la pancreatitis, los pacientes con trastornos

digestivos pueden sufrir una enfermedad por reflujo gastroesofá-

gic

o 397

, obstrucción intestinal, vómitos o hipersecreción de ácido.

Estos efectos pueden necesitar una secuencia de inducción rápida

de la anestesia mediante la aplicación de presión cricoidea o la

intubación endotraqueal consciente, aspiración nasogástrica preo-

peratoria o uso de antihistamínicos preoperatorios. Las alteraciones

de la coagulación también se tienen que corregir porque la vitamina

K liposoluble (que con frecuencia se mal absorbe) es necesaria para

la síntesis de los factores II, VII, IX y X en el hígado (v. también cap.

46). Las hepatopatías se asocian en general a enfermedad digestiva

y, cuando tienen suficiente gravedad, pueden determinar una defi-

ciencia de los factores de la coagulación sintetizados en el hígado.

Existen otros factores que se deben recordar en el trata-

miento perioperatorio de los pacientes con enfermedades digesti-

vas. En primer lugar, los espacios cerrados que contienen gases se

expanden al absorber óxido nitroso. Esta expansión puede produ-

cir lesiones isquémicas, roturas de las vísceras digestivas o ambas.

En segundo lugar, la cirugía digestiva predispone al paciente a la

sepsis; la sepsis y la reducción de las resistencias vasculares perifé-

ricas pueden provocar necesidades masivas de líquidos, insuficien-

cia cardíaca e insuficiencia renal. Recientemente, la frecuencia de

infecciones del lecho quirúrgico ha disminuido. Esta reducción se

puede explicar por el uso de mejores técnicas, de una profilaxis más

puntual con uso de antibióticos, una mejor nutrición, unas cirugías

menos invasivas (laparoscópica y endoscópica), mantenimiento de

la normotermia o resección quirúrgica de tumores sólido

s 398-402

. En

tercer lugar, los pacientes con enfermedad digestiva pueden sufrir

otros muchos trastornos no relacionados de forma directa con el

aparto digestivo. Por ejemplo, pueden tener anemia por deficien-

cias de hierro, factor intrínseco, folato o vitamina B

12

. Pueden

presentar alteraciones neurológicas por enfermedad de sistemas

combinados. La respiración se puede alterar por el tabaquismo

intenso, por peritonitis, abscesos, obstrucción pulmonar, incisiones

previas, aspiración o embolia pulmonar (como sucede en la

colitis ulcerosa o con la tromboflebitis en pacientes encamados).

Estos pacientes pueden presentar también hepatitis, colangitis,

efectos secundarios de antibióticos o de otros fármacos, hemo-

rragia masiva con anemia y shock o alteraciones psicológicas.

Dado que la enfermedad digestiva se puede asociar a múlti-

ples trastornos distintos, el clínico debe buscar la afectación de

otros sistemas y valorar de forma preoperatoria y tratar estos tras-

tornos de forma adecuada. La descripción de dos enfermedades

específicas, la colitis ulcerosa y los tumores carcinoides, pone de

relieve la importancia de la afectación de otros sistemas en la enfer-

medad digestiva.

Colitis ulcerosa y tumor carcinoide como ejemplos

de enfermedades digestivas con afectación de otros

sistemas

Los pacientes con colitis ulcerosa suelen tener problemas psicoló-

gicos. También muestran flebitis; deficiencias de hierro, folato o

vitamina B

12

; anemia; o trastornos de la coagulación secundarios a

una mala absorción. Pueden estar mal nutridos o deshidratados y

tener alteraciones electrolíticas.Además, la colitis ulcerosa se puede

asociar a una hemorragia masiva, obstrucción intestinal o perfora-

ción o megacolon tóxico con compromiso respiratorio, hepatitis,

artritis, iritis, espondilitis o diabetes secundaria a pancreatitis.

Más del 75% de los tumores carcinoides se originan en el

tubo digestivo. Dentro del mismo, se han descrito tumores desde

el esófago hasta el recto. La localización más frecuente es el apén-

dice, pero los carcinoides de esta localización rara vez, si acaso

alguna, metastatizan o producen síndrome carcinoide. Los tumores

originados en la región ileocecal muestran la máxima incidencia

de metástasis. Se han descrito carcinoides originados en lugares

distintos del tubo digestivo, como la cabeza y el cuello, el pulmón,

las gónadas, el timo, la mama o el aparato urinario. La afectación

cardíaca, aunque se describe con frecuencia, suele limitarse a la

formación de placas valvulares derechas y miocárdica

s 403 .

890

Control de la anestesia

III