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monitorizado mediante ECG, presión arterial y pulsioxímetro.

Debido a la frecuencia y a la grave morbilidad de las complicaciones

infecciosas causadas por la cateterización venosa central, se requiere

una técnica aséptica estricta. Las normas formales para reducir tales

complicaciones se han publicado por los Centers for Disease Control

and Prevention y proporcionan recomendaciones prudentes que

deberían seguirse durante todas las cateterizacione

s 99

.

Una buena técnica aséptica comienza con un lavado de

manos antes del procedimiento. Siempre debería utilizarse masca-

rilla, gorro, guantes y bata estériles, independientemente de dónde

se realiza el procedimiento, incluso cuando el catéter se coloca en

el quirófano. La piel se limpia en profundidad desde el lóbulo de

la oreja hasta la clavícula y la hendidura esternal con un antiséptico

adecuado. Los estudios recientes sugieren que es preferible la clor-

hexidina al 2%, que es superior a la solución de povidona yodada

al 10%, utilizada tradicionalment

e 99,100

. La preparación aséptica se

completa con la aplicación de un gran paño estéril que proporciona

las máximas precauciones de barrera, preferentemente un paño que

cubra completamente el cuerpo.

En estas condiciones estériles, se identifica de nuevo la ana-

tomía relevante, en particular el trayecto de la arteria carótida en

el cuello. La vena yugular interna se encuentra en el surco entre las

cabezas esternal y clavicular del músculo esternocleidomastoideo,

en la mayoría de los casos lateral y ligeramente anterior a la arteria

carótida. En muchos pacientes se pueden observar directamente

las pulsaciones venosas de la vena yugular interna en este surco, lo

que ayuda en la identificación del sitio aproximado para la punción

de la piel. Entonces un ayudante coloca al enfermo con la cabeza

algo más baja (posición de Trendelenburg) con objeto de aumentar

el diámetro de la vena yugular en el cuello. Este paso se omite en

ocasiones en los pacientes hipervolémicos o disneicos. El lugar

previsto para la punción se anestesia mediante la infiltración sub-

cutánea de una solución anestésica local (típicamente lidocaína al

1%) con una aguja de calibre 25 G, en caso de que el paciente esté

despierto. Se procede a la punción de la vena con una aguja de

calibre 22 G, de 3,8 cm, ajustada a una jeringa de 5ml (v.

fig. 30-20 )

.

La aguja se inserta en el vértice del triángulo formado por las dos

inserciones del músculo esternocleidomastoideo, en un ángulo de

aproximadamente 30 grados respecto al plano de la piel, dirigién-

dola hacia el pezón ipsilateral. La aspiración suave identificará la

vena yugular cuando en la jeringa entre sangre venosa oscura.

A pesar de que el uso de esta aguja pequeña como localizador es un

paso adicional en dicha técnica, presumiblemente aumenta el

margen de seguridad, pues la punción accidental de la arteria caró-

tida con esta aguja pequeña es menos probable que produzca una

hemorragia significativa y la formación de un hematom

a 101 .

Si no

se aspira sangre al avanzar, ni después de extraer la aguja localiza-

dora, puede que la vena yugular interna se encuentre en sucesivos

intentos formando un pequeño abanico lateral desde el punto en

el que la aguja penetra en la piel. Si la vena no se localiza tras varios

intentos con la aguja, ésta se extrae completamente y se comprueba

su permeabilidad; se vuelve a valorar la anatomía y se procede a

otra punción insertando la aguja en la piel varios milímetros más

cerca del pulso carotídeo palpable, pero de nuevo en dirección

sagital o ligeramente lateral. Debería resistirse la tentación de

explorar en sentido medial o izquierdo cuando se usa esta técnica,

ya que dicha exploración aumentará la probabilidad de punción

accidental de la arteria carótida.

Después de encontrar la vena yugular interna con la aguja

localizadora, la aguja se extrae con suavidad, mientras la piel y la

anatomía superficial siguen fijadas por la mano izquierda. A con-

tinuación se punciona la vena con una aguja de paredes finas de

calibre 18 G, de 6,4 cm, ajustada a una jeringa de 5ml, que se dirige

por el mismo trayecto utilizado por la aguja localizadora, teniendo

siempre presente la localización tridimensional y la profundidad

de la vena yugular interna identificada. No es raro que la luz de la

vena yugular se comprima al avanzar esta larga aguja de pared fina,

por lo que la aguja perfora las paredes anterior y posterior de forma

casi simultáne

a 102,103 .

Por tanto, la aguja de pared fina debería inser-

tarse sólo ligeramente más allá de la profundidad esperada de la

vena, para luego extraerla despacio, mientras se mantiene una

suave aspiración en la jeringa. Con frecuencia, la entrada de la

aguja en la vena se reconoce durante la retirada de la aguja por

la recuperación brusca de sangre venosa que fluye libremente.

Muchos médicos eligen sustituir la punción de la vena con

un catéter intravenoso 18 G de 5 cm por la aguja de paredes fijas

18 G. Con este método, se avanza el catéter sobre la aguja hacia

dentro de la vena inmediatamente una vez que se ve la sangre reflu-

yendo en el tubo de la jeringa. Aunque es posible avanzar comple-

tamente el catéter dentro de la vena, dicho catéter puede doblarse u

ocluirse, lo que haría más difícil la diferenciación del flujo pulsátil

arterial en caso de punción arterial accidental. Resulta fundamental

la confirmación de que este catéter se encuentra en situación intra-

venosa. Se examina el color de la sangre aspirada que se debería

comparar con una muestra arterial obtenida de forma simultánea,

aunque esta técnica no es completamente fiabl

e 104

. Un método más

seguro es la transducción manual de la presión conectando un

sistema de infusión intravenoso estéril al catéter y observando la

columna de líquid

o 104,105 .

Si se utiliza esta técnica, es importante

permitir que la sangre ascienda y llene más de 30cm del tubo del

sistema, y a continuación elevarla verticalmente y observar el des-

censo de la columna de sangre. De este modo se excluye la posibi-

lidad de la torsión del catéter o de la protrusión del catéter contra

la pared arterial, situaciones que podrían enmascarar una punción

arterial. También se aconseja la transducción continua de la presión

de la aguja de paredes finas como un método incluso mejor de

detección de la punción arterial y de este modo evitar una canula-

ción arteria

l 96,106

. Aunque ninguno de esos métodos es infalible, sin

embargo pueden ofrecer un mayor margen de seguridad y reducir

la incidencia de complicaciones graves debidas a la canulación acci-

denta de la arteria carótida con un catéter de gran calibre.

La punción venosa satisfactoria se confirma por la aspiración

libre de sangre venosa oscura en la jeringa de 5ml; el extremo

proximal de la aguja de pared fina se fija con los dedos de la mano

izquierda; cuando se retira la jeringa debería observarse el goteo de

la sangre por el extremo proximal de la aguja. Se inserta una guía

(por lo general de 0,8-0,9mm) con una punta en J o un extremo

recto flexible a través de la aguja. La guía debe avanzar fácilmente

en la vena con escasa resistencia. El ECG se controla en todo

momento para detectar arritmias, que son frecuentes si el extremo

de la guía contacta con las paredes de la aurícula o el ventrículo

derecho

s 107

. Desde este instante del procedimiento, es fundamental

que el médico mantenga el control de la guía y preste atención a su

profundidad de inserción y a su continua esterilidad.

El lugar de punción se amplía mediante un bisturí del

n.° 11 hasta el tamaño requerido para el catéter previsto. Con

objeto de dilatar los tejidos subcutáneos alrededor de la guía y

permitir el paso de un catéter mayor de una forma más suave puede

insertarse un dilatador vascular de extremo fusiforme. (Cuando se

utiliza un introductor para la canalización de la vena yugular

interna, el dilatador y la vaina forman una unidad y, por lo general,

se omite este paso previo de dilatación.) El dilatador vascular se

extrae y el catéter venoso central se inserta sobre la guía mientras

se mantiene la tracción de la piel. De nuevo, el médico debe estar

atento a la guía, y asegurar que protruye una longitud suficiente del

extremo proximal del catéter para que pueda extraerse con facili-

dad. El catéter se inserta hasta una profundidad adecuada, que

situará el extremo en la vena cava superior, por encima de su unión

con la aurícula derecha. Esta profundidad suele ser de 15-18 cm si

el catéter se coloca con la técnica descrita. Por último, se extrae la

Monitorización cardiovascular

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Sección III

Control de la anestesia

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