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y gaseos

a 175,176

. De forma invariable, tales complicaciones son la con-

secuencia del mal uso del equipo, de ahí que se destaque la necesidad

de una educación y entrenamiento del personal de enfermería y de

los médicos responsables del uso de dichos dispositivos.

Complicaciones infecciosas de la cateterización

venosa central

Con diferencia, la complicación tardía grave más frecuente de la

canalización venosa central es la

infección

. Las infecciones hema-

tógenas se producen en alrededor del 5% de los enfermos con

catéteres venosos centrales estándar y se dan aproximadamente

150.000-250.000 casos anuales de bacteriemia o fungemia secun-

daria a catéte

r 99,177

. Dado que la mortalidad cruda asociada a las

infecciones hematógenas nosocomiales es de casi el 35% y el coste

de estas infecciones puede superar los 50.000 dólares por aconte-

cimiento, los esfuerzos más sencillos para reducir esta complica-

ción parecen ser tanto rentables como salvadores de vida

s 177,178

.

Como se ha indicado con anterioridad, el punto de partida de

la prevención de la infección es una atenciónmeticulosa de la técnica

aséptic

a 179 .

Cuando se prevé una canalización venosa central a más

largo plazo, se prefiere la vía subclavia, ya que el uso de las venas

yugulares o femorales conlleva un riesgo mayor de infecció

n 118,180 .

Los catéteres multiluminales se asocian a más riesgo que los catéte-

res de luz única, aunque la mayor funcionalidad clínica añadida de

dichos catéteres suele obligar a su us

o 99,125 .

Los catéteres están fabri-

cados con materiales como la silicona, el cloruro de polivinilo, el

teflón y el poliuretano. Además, los catéteres del mismo material

pueden fabricarse de distinta forma, lo que repercute en su superficie

y en la frecuencia de adherencias bacterianas a la mism

a 181

. El uso

de catéteres venosos centrales recubiertos de heparina ha demos-

trado reducir la incidencia de trombosis relacionadas con el catéter

y de infecciones, tanto en niños como en adulto

s 182

. La incorpora-

ción de un tratamiento antimicrobiano sobre la superficie del catéter,

como las combinaciones de clorhexidina y sulfadiazina argéntica o

de minociclina y rifampicina han probado que reducen las tasas de

colonización del catéter y de infección hematógen

a 177,183 .

El coste

añadido de estos catéteres ha evitado un uso más amplio, aunque un

análisis ha sugerido su coste-efectividad en las aplicaciones en las

que la incidencia de infecciones relacionadas con el catéter continua

siendo alta (

>

3,3 por 1.000catéteres/día

) 184

. Sin embargo, no ha

demostrado ser beneficioso el uso de catéteres con un manguito

subcutáneo impregnado con plat

a 185

. El uso de un apósito esponjoso

impregnado en gluconato de clorhexidina ha mostrado reducir la

colonización del catéter en lactantes y niños, pero no reduce la

incidencia de infecciones hematógenas asociadas al catéte

r 186,187 .

Las

recomendaciones actuales de los Centers for Disease Control and

Prevention no apoyan el uso de los cambios de rutina de la zona de

inserción del catéter ni los cambios programados sobre una guía, y

proporcionan otras recomendaciones detalladas para el control del

catéter y la reducción del riesgo de complicaciones infecciosa

s 99

.

Otras complicaciones de la cateterización venosa central

Se han registrado otras secuelas adversas distintas de la canaliza-

ción venosa central (v.

cuadro 30-5

). Aunque su incidencia no se

conoce con claridad, la mayoría parecen ser poco frecuentes. Sin

embargo, todos los médicos que realizan estas técnicas deberían

reconocerlas, a fin de limitar la morbilidad de la canalización

venosa central, sobre todo porque muchas de estas complicaciones

se deben a un

error de quien realiza la técnic

a 46,188

.

El uso de

guías

,

dilatadores vasculares

y

catéteres de gran calibre

conlleva determinados riesgos adicionales que obligan a prestar una

atención meticulosa a la técnica. El extremo proximal de la guía ha

de permanecer bajo control del médico en todo momento con objeto

de evitar su excesiva inserción en el corazón, que pudiese causar

arritmias o bloqueos cardíacos, o la pérdida potencial de la guía en

la circulació

n 175,189

. Por su diseño, los dilatadores vasculares son más

rígidos que los catéteres venosos centrales, y pueden causar trauma-

tismos significativos si se insertan a la fuerza o más allá de lo nece-

sario para dilatar el trayecto en el tejido subcutáneo desde la piel

hasta la ven

a 190

. Las vainas introductoras de gran calibre y los caté-

teres multiluminales se han popularizado debido a su utilidad clínica,

aunque su tamaño puede incrementar el riesgo de traumatismos

secundarios a la canalización, hemorragias por desconexiones inad-

vertidas de la vía y grandes embolias aéreas venosas. No sólo puede

entrar aire durante la canalización inicial, sino que las cánulas de

gran calibre conectadas de forma inadecuada pueden asimismo

entrañar un riesgo adicional debido al amplio punto de entrada de

aire directamente a la circulación venosa centra

l 176,191

.

Aunque muchas complicaciones de la monitorización de la

PVC son secundarias al mal uso del equipo, la frecuencia de com-

plicaciones debido a la mala interpretación de los datos sigue

siendo desconocida. Es bastante probable, no obstante, que los

médicos malinterpreten las mediciones de la PVC y tengan una

comprensión insuficiente de la monitorización de la PVC, como se

ha demostrado de forma repetida en la monitorización de la PAP

con catéter (v. análisis más adelante). El uso seguro y eficaz de la

monitorización de la PVC requiere una comprensión detallada de

la fisiología cardiovascular, las ondas normales de la PVC y los

cambios patológicos frecuentes en estas determinaciones.

Consideraciones fisiológicas

de la monitorización venosa central:

relaciones presión-volumen diastólico

y presión transmural

Las presiones de llenado cardíacas se monitorizan para estimar los

volúmenes cardíacos de llenado, los cuales a su vez determinan el

volumen de eyección de los ventrículos izquierdo y derecho. Según

el principio de Frank-Starling, la fuerza de contracción cardíaca es

directamente proporcional a la longitud de la fibra muscular al final

de la diástole con cualquier grado determinado de contractilidad

intrínseca o inotropismo. Esta longitud de la fibra muscular o pre-

carga es proporcional al volumen telediastólico de la cámara. Pese

a que lo ideal sería monitorizar de forma continua los volúmenes

de las cámaras cardíacas en los pacientes críticos, este objetivo

sigue siendo difícil en la práctica clínica.

Cuando se mide una presión de llenado cardíaco en lugar de

estimar un volumen cardíaco, no debe asumirse que estas dos varia-

bles cambian siempre en proporción directa o incluso en la misma

dirección. De hecho, la relación presión-volumen diastólicos en el

músculo cardíaco no es lineal, sino más bien curvilínea, con una

pendiente progresivamente más pronunciada en los volúmenes más

altos

( fig. 30-22 ) 192,193 .

Esta relación presión-volumen diastólicos es un

fragmento del bucle de presión-volumen que describe la relación entre

la presión y el volumen del ventrículo izquierdo o derecho durante un

ciclo cardíaco completo. Cuando el ventrículo funciona en la porción

plana de su curva de llenado diastólico, un aumento significativo en

el volumen de llenado o precarga produce sólo un pequeño incre-

mento en la presión de llenado. Por el contrario, el mismo aumento

en el volumen de llenado provoca un incremento considerable en la

presión de llenado cuando el ventrículo funciona en la parte pronun-

ciada de la curv

a 194 .

Una situación incluso más confusa surge cuando

varía la relación presión-volumen diastólicos del ventrículo, por

ejemplo, con el inicio de la isquemia miocárdica. Más que moverse a

lo largo de la misma curva de presión-volumen diastólicos, el ven-

trículo cambia a una curva distinta, más pronunciada, en la que, de

forma paradójica, un aumento en la presión de llenado puede acom-

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Control de la anestesia

III