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guía, se fija el catéter mediante un conector Luer-Lock al disposi-

tivo de monitorización o al sistema de perfusión, se sutura y se

coloca una gasa estéril o un apósito transparente. No debería apli-

carse pomada antibiótica en el punto de inserción, debido a la

posibilidad de aumentar el riesgo de colonización del catéter por

bacterias multirresistentes o por

Candid

a 108,109 .

En pacientes con riesgo de grandes pérdidas de sangre y de

inestabilidad hemodinámica, a menudo se insertan dos catéteres

venosos centrales. Algunos médicos defienden la canalización

doble en la misma vena central (en general, la yugular interna

derecha) con dos catéteres muy próximos. Con esta técnica, se

introduce una guía en la vena yugular interna mediante el método

estándar. Luego, antes de la colocación del catéter, se realiza una

segunda punción venosa, aproximadamente 1-2 cm más cefálico o

más caudal, y se introduce una segunda guía en la vena. La colo-

cación de los catéteres adecuados sobre cada guía y la fijación de

ambos a la piel con la técnica habitual completan el procedimiento.

La escasa evidencia disponible sugiere que la incidencia de com-

plicaciones graves con esta técnica de doble canalización no es

mayor que con la cateterización venosa central única; no está claro

si este abordaje es más seguro que la canalización venosa central

en dos venas centrales separada

s 110 .

Las complicaciones graves

registradas de la técnica de doble canalización son: la avulsión de

la vena facial, el enrollamiento y la rotura del catéter

111,112 .

La cana-

lización venosa central doble debe reservarse para los pacientes

cuyas necesidades de acceso venoso y monitorización hemodiná-

mica no puedan lograrse mediante la canalización única.

Lugares alternativos de canalización venosa central

Vena yugular interna izquierda

La canalización de la vena yugular interna izquierda puede lograrse

mediante una técnica similar a la ya descrita para la vena yugular

interna derecha, si bien algunos detalles anatómicos hacen que el

lado izquierdo resulte menos atractivo que el derecho. La cúpula

de la pleura es más alta en el lado izquierdo, lo que en teoría

aumenta el riesgo de neumotórax. El conducto torácico puede

dañarse durante la punción venosa, pues entra en el sistema venoso,

en la unión de las venas yugular interna y subclavia izquierd

a 113 .

La vena yugular interna izquierda suele ser más pequeña que la

derecha y muestra un grado mayor de superposición de la arteria

carótida adyacente durante la rotación de la cabez

a 114 .

Los catéteres

insertados por el lado izquierdo del enfermo deben atravesar la

vena innominada (es decir, braquiocefálica izquierda) y entrar

perpendicularmente en la vena cava superior, y sus extremos dis-

tales pueden protruir sobre la pared lateral derecha de la vena cava

superior, por lo que aumenta el riesgo de lesión vascular. (Esta

desventaja anatómica existe en todos los lugares de cateterización

en el lado izquierdo y subraya la necesidad de confirmación radio-

lógica de la localización adecuada del catéter.) Además, debido a

que los médicos canalizan la vena yugular interna izquierda con

mucha menor frecuencia que la derecha, no sorprende que la cana-

lización de la vena yugular interna resulte más complicada, requiera

más tiempo y se asocie a más complicaciones que la canalización

de la vena yugular interna derech

a 98,115

.

Vena subclavia

La vena subclavia es un lugar relevante para la canalización venosa

central y es popular sobre todo entre los cirujanos y otros médicos

que colocan catéteres venosos centrales para la reanimación de

emergencia con líquidos y el tratamiento intravenoso a largo plazo

más que para la monitorización a corto plaz

o 116,117 .

Entre las ventajas

de la canalización de la vena subclavia se encuentran un menor

riesgo de infección que en la vena yugular interna o femoral, facili-

dad de inserción en los pacientes traumatológicos que pueden pre-

cisar inmovilización con collarín cervical y una mayor comodidad

del enfermo, en especial en el tratamiento intravenoso a largo plazo,

como la hiperalimentación parenteral y la quimioterapi

a 99,118 .

Para la canalización de la vena subclavia el paciente se coloca

en una posición con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y

con los brazos en aducción completa, la cabeza se gira un poco hacia

el lado opuesto de la punción venosa y se coloca una pequeña

almohadilla entre las dos escápulas, a fin de exponer completamente

la zona infraclavicular. Se punciona la piel 2-3 cm por debajo del

punto medio de la clavícula, lo suficientemente lejos de su borde

inferior para evitar la angulación hacia abajo de la aguja conforme

se inserta justo bajo la superficie posterior de la clavícula. La punta

de la aguja se dirige hacia la escotadura supraesternal, que debe estar

identificada en todo momento por los dedos de la otra mano del

médico. De nuevo, se avanza la aguja manteniendo ligera presión

negativa sobre el émbolo de la jeringa. Si no se accede a la vena

subclavia en el primer intento, la aguja puede retirarse e intentarlo

de nuevo en una dirección ligeramente más cefálica, mientras se

asegura que la aguja sigue en la proximidad de la superficie inferior

de la clavícula mientras se avanza y evitando la tendencia a aumen-

tar la inclinación caudal de la aguja. Una vez que se punciona la

vena subclavia, se procede a la cateterización de forma similar a

la descrita para la cateterización de la vena yugular.

Deben considerarse varios detalles técnicos fundamentales

para asegurar la canalización satisfactoria de la vena subclavia y

evitar complicaciones, sobre todo el neumotórax. La punción

venosa suele realizarse sin identificar primero la vena con una

aguja localizadora de menor calibre, pues la profundidad de la vena

subclavia a menudo se encuentra más allá del alcance de las agujas

estándar de 3,8 cm y calibre 22 G. Se prefiere una aguja de pared

fina antes que un catéter de calibre 18 G para la punción venosa y

la colocación de la guía, ya que un catéter de calibre 18 G se arruga

fácilmente en su trayecto bajo la clavícula lo que impediría tanto

la confirmación de la punción venosa como el paso de la guía. Sin

embargo, importa más que el médico resista la tentación de realizar

múltiples perforaciones con la aguja si no se punciona la vena

subclavia en el segundo o tercer intento. Queda claro que las com-

plicaciones de esta técnica, en especial la incidencia de neumotórax

y de punción de la arteria subclavia, se relacionan de forma directa

con el número de intento

s 117,119 .

Pocas veces deberían realizarse

intentos bilaterales de punción de la vena subclavia, debido a la

morbilidad potencialmente grave del neumotórax bilateral y

la dificultad de detectar y tratar una posible lesión de la arteria

subclavia. Quizá más que en el caso de la canalización de la vena

yugular interna, la seguridad de la punción de la vena subclavia

resida en la experiencia del médico. En las manos más experimen-

tadas, la incidencia de complicaciones debería ser baja, con neu-

motórax en menos del 2% de los casos y una punción arterial en

menos del 5

% 117,119

.

Vena yugular externa

Tanto la vena yugular externa derecha como la izquierda constitu-

yen una alternativa segura, aunque algo problemática, a la canali-

zación de la vena yugular interna y la subclavia. Como las venas

yugulares externas son superficiales, permiten la canalización

venosa central casi sin riesgo de neumotórax o de punción arterial

accidental. En la mayoría de los casos, es mejor utilizar un catéter

de calibre 18 G en vez de la aguja de pared fina para introducir

la guía, debido al trayecto tortuoso de la vena yugular externa y la

necesidad frecuente de manipular la guía de forma repetida para

dirigirla hacia la vena cava superior. Siempre se debería usar una

guía con extremo en J, ya que podría avanzarse bajo la clavícula

hacia la circulación central con más posibilidad de éxito que una

guía con extremo rect

o 120,121

. Cuando la guía no avanza según lo

deseado y parece moverse periféricamente en la vena subclavia, la

abducción del hombro ipsilateral más de 90 grados podría facilitar

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Control de la anestesia

III