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el paso al sistema venoso central. Como alternativa, el brazo ipsi-

lateral del paciente se coloca en un lado, y un ayudante aplica una

tracción caudal ligera sobre el hombro para rectificar el trayecto de

la vena yugular externa mientras se hace avanzar la guía. Los únicos

factores graves que impiden el uso de las venas yugulares externas

para la monitorización de la PVC son la incapacidad para visuali-

zar y canalizar el vaso en el cuello y hacer avanzar el catéter hacia

la circulación central. Se ha de tener cuidado en no utilizar una

fuerza excesiva durante la introducción en la vena yugular externa

del catéter y del dilatador ya que esta vena forma un ángulo agudo

con la vena subclavia que puede aumentar el riesgo de lesión

venosa. Por desgracia, estos problemas de una colocación exitosa

se producen en alrededor del 20% de los pacientes, lo que limita

una aplicación más generalizada de esta técnic

a 104,122 .

Vena femoral

La canalización de la vena femoral proporciona un lugar útil para la

monitorización de la PVC cuando los puntos más frecuentes yugular

y subclavia no son accesibles, como en los enfermos con quemaduras,

traumatismos o técnicas quirúrgicas que afecten a la cabeza, el cuello

y la parte superior del tórax, y durante la reanimación cardiopulmo-

nar. El uso de la vena femoral obvia muchas de las complicaciones

frecuentes de la cateterización venosa central, en especial el neumo-

tórax, pero conlleva el riesgo de lesión de la arteria femoral y con

menos frecuencia del nervio femoral. La punción venosa femoral se

realiza bajo el ligamento inguinal inmediatamente medial al pulso

arterial femoral palpable, de forma similar al empleado para la cana-

lización de la arteria femoral. Se coloca un catéter largo (40-70cm)

bajo control ECG o con fluoroscopia en la vena cava inferior, cerca de

la unión auriculocava o bien se inserta un catétermás corto (15-20cm)

desde la vena femoral hasta la vena ilíaca comú

n 123,124

.Ambas técnicas

proporcionan determinaciones de la presión venosa intraabdominal

que se correlacionan bastante bien con los valores de presión obteni-

dos al mismo tiempo en la vena cava superior cuando estas presiones

se miden en adultos críticos con ventilación mecánic

a 123,124

. Sin

embargo, no está claro si la presión venosa intraabdominal refleja la

PVC intratorácica en los pacientes con respiración espontánea,los que

no están en decúbito supino o en las personas con graves elevaciones

en la presión intratorácica o intraabdominal. Las desventajas de la vía

venosa femoral son el mayor riesgo de complicaciones tromboembó-

licas e infecciosas, así como de lesiones vasculares que pueden produ-

cir una hemorragia intraabdominal o retroperitonea

l 125

. Además, la

colocación de catéteres femorales suele impedir la deambulación

durante el período de recuperación del paciente.

Vena axilar y otras venas periféricas

En los pacientes con quemaduras extensas graves, la región axilar

no suele estar afectada, y proporciona un lugar útil para la monito-

rización de la presión venosa o arteria

l 126

. Los catéteres estándar de

PVC de 20cm colocados en las venas axilares, aproximadamente

1cm mediales a la arteria axilar palpable, permitirán la determina-

ción de la presión en la vena cava superior. Incluso las presiones

determinadas de modo más distal desde las venas periféricas de la

mano y el antebrazo pueden proporcionar una estimación razona-

blemente precisa de la PVC en enfermos quirúrgicos selecciona-

do

s 127

. Las bombas de perfusión volumétricas modificadas pueden

medir la presión venosa periférica en la vía sin necesidad de trans-

ductores adicionales ni equipos de monitorizació

n 128

. Aunque este

método de determinación de la PVC no conlleva más riesgo que el

asociado a la colocación de cualquier catéter intravenoso periférico

estándar, no se ha validado ampliamente y no puede sustituir a la

canalización venosa central en la mayoría de las circunstancias.

Los

catéteres venosos centrales insertados periféricamente

(CCIP)

se han convertido en una alternativa popular a los catéteres

insertados centralmente en los enfermos que requieren un trata-

miento intravenoso a largo plazo. Las ventajas de los CCIP son: la

colocación a la cabecera del enfermo con anestesia local, un riesgo

muy bajo de complicaciones relacionadas con la inserción en venas

más importantes y una inserción segura por personal no médico (es

decir, personal de enfermería cualificado y ayudantes médicos). Esta

técnica puede resultar rentable en especial porque elimina la nece-

sidad de una técnica quirúrgica menor en pacientes que requieren

un catéter venoso central Hickman o Brovia

c 129

. El acceso venoso

para un CCIP se obtiene a través de una vena antecubital, con pre-

ferencia de la vena basílica, que en general se cateteriza con más

éxito que la vena cefálica, debido a su trayecto más rectilíneo. Los

informes iniciales describieron un éxito sólo modesto al colocar los

CCIP en una vena central adecuada, así como un riesgo considera-

ble de trombosis venosa, pero las mejoras en el diseño del catéter y

la técnica de inserción consiguen hoy en día una colocación satis-

factoria y escasas complicaciones en lamayoría de los paciente

s 129–131

.

Casi todos los CCIP colocados para indicaciones terapéuticas a

largo plazo (quimioterapia o nutrición parenteral) son catéteres

muy flexibles, de silicona no trombogénica. Con menos frecuencia,

se inserta un catéter intravenoso de 40 cm de poliuretano estándar

y se hace avanzar hasta una localización central para la perfusión a

corto plazo de fármacos vasoactivos o la monitorización de la PVC

o la presión arterial pulmonar (PAP). La PVC determinada en los

CCIP es ligeramente superior a la que se mide con los catéteres de

colocación central, aunque esta diferencia no es clínicamente signi-

ficativ

a 132

. Cuando estos catéteres venosos largos estándar se inser-

tan desde una vena antecubital, el extremo del catéter puede avanzar

hasta el corazón si se abduce el brazo, con lo que aumenta el riesgo

de perforación cardíaca o de arritmia

s 133,134 .

Cuando se coloca una

vía mediante un CCIP, el médico debe tener cuidado al colocar otros

catéteres venosos centrales, debido al riesgo de rasgar el CCIP des-

plazándose un fragmento hacia la circulación venosa central.

Canalización venosa central guiada por ecografía

Descrita inicialmente en 1984, la canalización venosa central guiada

por ecografía ha mostrado sus beneficios en la mayoría de las situa-

ciones clínicas, incluidos la unidad de cuidados intensivos y el

quirófan

o 135,136 .

La evidencia disponible sugiere que cuando se utiliza

guía ecográfica en dos dimensiones para la canulación venosa se

requieren menos pasos de la aguja para canalizar la vena de forma

satisfactoria. Además, la mayoría de los investigadores ha demos-

trado que el guiado con ecografía reduce el tiempo requerido para

la cateterización, aumenta las tasas globales de éxito y causa menos

complicacione

s 137,138 .

El beneficio es más evidente cuando se realiza

la canulación de la vena yugular interna que con la subclavia o la

femoral, cuando la técnica la realizan médicos con poca experiencia

frente a médicos experimentados y en pacientes adultos más que en

los pediátricos. Basándose en esta evidencia, la Agency for Health-

care Research and Quality ha aconsejado el uso del guiado en tiempo

real con ecografía para la cateterización venosa central como una

de las once prácticas para mejorar la atención clínic

a 139

. No obstante,

aún continua siendo bajo el uso de la ecografía para la colocación

de los catéteres venosos centrales. Encuestas recientes muestran que

tanto los residentes como los especialistas de un centro universitario

de tercer nivel, así como un grupo de anestesistas estadounidenses

utilizaban de rutina la ecografía para la canulación venosa central

en menos del 15% de los caso

s 93,140 .

Algunos aspectos sobre si

siempre es necesario el uso de la ecografía para la canalización de

accesos venosos centrales son aún discutibles. Aún no se sabe en

gran medida si la necesidad de equipamiento y manipulación adi-

cional precisa para el uso del guiado con ecografía en tiempo real

puede producir un aumento de la tasa de infecciones relacionadas

con el catéter o de si una mayor dependencia de esta tecnología por

parte de los médicos en formación podría ser perjudicial en las

situaciones en la que dicha técnica no esté disponible.

Monitorización cardiovascular

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Sección III

Control de la anestesia

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