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Control de la anestesia

III

hacia la línea media para desplazar la lengua hacia la izquierda. La

visualización progresiva de las estructuras anatómicas minimiza el

riesgo de traumatismos. La epiglotis es la primera referencia anató-

mica clave. La punta del laringoscopio se avanza hacia el interior

de la vallécula y se eleva indirectamente la epiglotis aplicando una

fuerza que ponga en tensión el ligamento hioepiglótico. Se optimiza

la elevación de la epiglotis y se aplica al laringoscopio una fuerza

de elevación adicional para lograr la mejor visión de la laringe

( fig. 40-7 )

. Es sumamente importante no apalancar sobre los dientes

maxilares, ya que esto podría ocasionar lesiones dentale

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y reducir

la visión de la laringe. Si no pudiese lograrse la visualización de la

laringe sin presionar contra los dientes, debería abandonarse el uso

del laringoscopio y emplear otra técnica de intubación traqueal.

Cuando se consigue una visión buena de la laringe es posible

identificar las cuerdas vocales, los pliegues aritenoepiglóticos, el cartí-

lago posterior y la escotadura interaritenoidea

( fig. 40-8 )

. Esta visión

debería optimizarse para facilitar el paso del tubo traqueal. Si la vi­

sión de la laringe fuese defectuosa, es importante comprobar que se

ha llevado a cabo de forma óptima la técnica básica y que se han usado otras maniobras (

cuadro 40-6 )

. La manipulación laríngea externa

(descrita mejor como «laringoscopia bimanual», lo que implica el mo-

vimiento interno del laringoscopio junto con una manipulación exter-

na de la laringe), realizada por el anestesiólogo que guía al ayudante

( fig. 40-9 )

, mejora regularmente la visión laríngea. Es una maniobra

clave.

Introducción del tubo traqueal con una laringoscopia

de Macintosh satisfactoria

La visión de las cuerdas vocales se mantiene mientras el anestesió-

logo guía el tubo bajo visión entre las cuerdas vocales. El paso del

tubo desde una posición posterolateral con respecto a la laringe

facilita la observación de su progresión hacia y entre las cuerdas

vocales. La conducción del tubo y el paso bajo visión directa se

facilitan si el tubo tiene una configuración óptima en «palo de

hockey», creada normalmente mediante el uso de un estilete o

fiador en su interior. El tubo traqueal se avanza hasta que el globo

se sitúa aproximadamente 2 cm distal a las cuerdas vocales. Esta

posición es importante, ya que posiciones más proximales pueden

Figura 40-7

 Laringoscopio de Macintosh en posición. La punta del

laringoscopio está en la vallécula, el ligamento hioepiglótico está en tensión

y la epiglotis se ha levantado indirectamente, de manera que se sitúa a lo

largo de la superficie posterior del laringoscopio.

(En Key Topics in Airway

Management, Cambridge University Press.)

Figura 40-8

 Visión esquemática de la apertura glótica durante la laringoscopia

directa cuando se eleva la epiglotis con una pala de laringoscopio recta o curva.

La apertura glótica se reconoce por su configuración triangular y por las cuerdas

vocales pálidas y blancas.

(En Stoelting RK, Miller RD:

Basics of Anesthesia,

3.ª ed.

New York, Churchill Livingstone, 1994.)

Figura 40-9

 Laringoscopia bimanual (manipulación laríngea externa).

El anestesiólogo guía la posición y la presión ejercida por la mano de su ayudante

sobre la laringe para maximizar la visión de las cuerdas vocales. Se ha omitido la

mano izquierda del anestesiólogo, que es la que sujeta el mango del laringoscopio.

Cuadro 40-6

 Maniobras utilizadas para optimizar la visión en

la laringoscopia directa

Extensión máxima de la cabeza.

Colocación de la totalidad de la lengua a la izquierda del

laringoscopio.

Profundidad de inserción óptima del laringoscopio.

Fuerza de elevación enérgica sobre el laringoscopio aplicada

en la dirección correcta.

Manipulación laríngea externa: aplicada inicialmente con la

mano derecha del anestesiólogo.