Table of Contents Table of Contents
Previous Page  1356 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 1356 / 2894 Next Page
Page Background

1356

Control de la anestesia

III

Las técnicas a ciegas (un tubo traqueal con fiador o un

introductor) han sido la primera alternativa aplicada cuando no

puede visualizarse la laringe con el laringoscopio de Macintosh. En

primer lugar, se insertan introductores hacia el interior de la

tráquea, como las «sondas de goma elásticas» con una punta angu-

lada, y a continuación se emplean como guías para el paso del tubo.

La técnica del introductor es relativamente sencilla e incorpora la

verificación de su paso a ciegas hacia el interior de la tráquea

52 .

Puede dividirse en tres fases: paso del introductor, confirmación de

la posición traqueal y avance del tubo sobre el introductor hacia la

tráquea. El laringoscopio se mantiene en la línea media y el anes-

tesiólogo calcula la localización probable de la laringe, intentando

avanzar la punta del introductor por detrás de la epiglotis y a ciegas

entre las cuerdas vocales hacia el interior de la tráquea. Una técnica

suave debería minimizar los traumatismos y facilitar la verificación

del paso hacia la tráquea. Al menos en el 90% de las colocaciones

intratraqueales correctas se han apreciado sensaciones de chasqui-

dos y golpes distales. La colocación satisfactoria del introductor

dentro de la tráquea se sigue del avance del tubo traqueal enhe-

brado sobre el introductor hacia el interior de la tráquea. Esta

maniobra a veces es difíci

l 52 .

El laringoscopio debe mantenerse en

su sitio durante el paso del tubo traqueal, y en ocasiones resulta

eficaz girar este último 90 grados en sentido antihorario. El uso de

tubos traqueales pequeños facilita su paso. Otros factores del tubo

traqueal que influyen en el éxito del paso se contemplarán en la

sección sobre el uso del LFF. Una vez que se ha pasado el tubo y se

ha retirado el introductor, debe confirmarse la posición traqueal.

La técnica con introductor a ciegas ha tenido una tasa de éxito alta,

llegando al 90% en un estudio prospectivo en el que se permitía un

máximo de dos intento

s 63

. Sin embargo, hay numerosas referencias

bibliográficas sobre fracasos, y la técnica no funciona bien cuando

no puede elevarse la epiglotis desde la pared faríngea posterior

59 .

La técnica del introductor se desarrolló para vencer los pro-

blemas con la técnica de Macintosh antes de que hubiese confir-

mación sobre la eficacia de técnicas alternativas. Hoy en día hay

tasas de éxito altas de la intubación traqueal bajo visión directa con

un laringoscopio de pala rect

a 45

, LF

F 46

y LI

R 47

cuando fracasa la

técnica de Macintosh. Antiguamente se realizaban varios intentos

a ciegas de intubación traqueal, pero se asociaban a una morbimor-

talidad elevad

a 43,64,65

. La consecución de la intubación traqueal

después de varios intentos con técnicas a ciegas no debería consi-

derarse un éxito, sino «casi una equivocación».

El papel de las técnicas a ciegas en la práctica moderna debería

ponerse en entredicho. El anestesiólogo debería saber que la dificul-

tad en el control de las vías respiratorias puede ser una consecuencia

de lesiones friables como la hipertrofia de la amígdala lingua

l 3

. El uso

de técnicas a ciegas en estas situaciones impredecibles puede ocasio-

nar una obstrucción de las vías respiratorias. Algunos centros no

utilizan técnicas a ciega

s 46,47

, otros limitan el número de intentos a

do

s 63 ,

y todos deberían intentar emular esta práctica inteligente.

Cuando no se logra intubar al paciente después de unos pocos inten-

tos de técnicas alternativas debería posponerse la cirugía progra-

mada, despertando al paciente y programándolo para una intubación

posterior mediante un laringoscopio fibróptico flexible.

Modificaciones del laringoscopio de Macintosh

Se han descrito numerosas variaciones, pero en la mayoría no hay

datos relativos a la eficacia.McCoy desarrolló un laringoscopio de tipo

Macintosh con una punta articulada que se flexiona cuando se baja

una palanca situada en el mango.Funciona bien ante una laringoscopia

difícil

simulada

, y se han publicado numerosos casos clínicos con éxito

cuando no podía visualizarse la glotis con el laringoscopio de Macin-

tosh tradicional. Sin embargo, un laringoscopio de pala recta angulado

funcionaba mucho mejor que el de McCoy ante una intubación difícil

imprevista en la

clínica

, y se han publicado numerosos casos de fracaso

del laringoscopio de McCoy para lograr la visión de la glotis.

Laringoscopio de pala recta

La laringoscopia para la intubación traqueal se realizó en primer

lugar utilizando un laringoscopio de pala recta, que continúa siendo

el laringoscopio diagnóstico y terapéutico utilizado por los otorri-

nolaringólogos. En numerosos estudio

s 45

se menciona el éxito de la

intubación traqueal bajo visión directa con un laringoscopio de pala

recta en pacientes en los que la intubación parecía imposible con el

laringoscopio de Macintosh. Las pruebas confirmatorias sobre el

valor de esta técnica proceden de numerosos casos de utilización

satisfactoria del laringoscopio de pala recta por parte de los otorri-

nolaringólogos y del broncoscopio rígido en dichos pacientes.

El mecanismo de mayor eficacia con el laringoscopio de pala

recta probablemente sea un mejor control de la lengua y una ele-

vación más fiable de la epiglotis, aparte de que se necesita menos

fuerza y menos extensión de la cabez

a 55 .

El laringoscopio de pala

recta resulta especialmente valioso con las lesiones laríngeas (como

la hipertrofia de la amígdala lingual) y en los pacientes con una

mandíbula hipoplásica. Resulta útil en algunos individuos con den-

ticiones problemáticas, sobre todo en presencia de un hueco en la

dentición de la arcada superior. La maestría en el uso del laringos-

copio de pala recta es una ventaja para cualquier anestesiólogo.

La técnica paraglósica descrita aquí proporciona un control

óptimo de la lengua. La preparación inicial para la intubación tra-

queal es idéntica a la utilizada con el laringoscopio de Macintosh. La

extensión de la cabeza es tan importante como en la técnica de

Macintosh. Resulta esencial desplazar la totalidad de la lengua hacia

la izquierda del laringoscopio. Éste se introduce por fuera de la lengua

y se avanza cuidadosamente a lo largo del canal paraglósico, entre la

lengua y la amígdala. La aplicación de una fuerza de elevación con-

tinua moderada en el mango del laringoscopio ayuda a mantener el

desplazamiento lateral de la lengua y reduce el contacto con los

dientes maxilares. A medida que se avanza el laringoscopio, va visua-

lizándose la epiglotis, y la punta del laringoscopio se coloca por detrás

de ella. La posición óptima de la punta del laringoscopio de pala recta

se sitúa en la línea media de la superficie posterior de la epiglotis,

cerca de la comisura anterior de las cuerdas vocales

( fig. 40-11 )

. Con

esta posición se consigue un control adecuado de la epiglotis y se

facilita el paso del tubo traqueal. La dirección de la fuerza aplicada al

mango del laringoscopio de pala recta es perpendicular a la pala (y

está en la línea de visión de la laringe). Bajo ninguna circunstancia

debería apalancarse contra los dientes. No sólo supone un riesgo para

la integridad de los dientes, sino que además degrada la visión. En

caso de que no pueda lograrse una visión aceptable, deberá usarse

una técnica de laringoscopia o de intubación traqueal alternativa.

Si no se visualiza la laringe, es probable que la punta del larin-

goscopio esté ubicada en la vallécula, en la fosita piriforme (normal-

mente en la derecha), en la pared faríngea posterior o en el esófago.

A continuación se efectúan las comprobaciones y lasmaniobras básicas

comunes a las técnicas de laringoscopia directa (v.

cuadro 40-6

). La

laringoscopia bimanual, como el movimiento lateral de la laringe

(empleado normalmente por los otorrinolaringólogos), es particular-

mente importante. El paso directo del tubo traqueal con el laringosco-

pio de Miller puede resultar complicado. La técnica de introducción

visual resulta útil siempre que sea difícil guiar el tubo hasta la laringe.

El laringoscopio de Miller es bastante popular gracias a que su

perfil bajo facilita su introducción y su colocación, si bien existen

algunos problemas. La punta posee un punto de contacto pequeño

con la superficie posterior de la epiglotis, y de ahí el riesgo de trauma-

tismo o de inestabilidad en la elevación de la epiglotis. Resulta difícil

colocarlo con precisión, ya que no se visualiza la punta. El problema

principal con el laringoscopio de Miller es que su sección transversal

impide el paso del tubo traqueal. Los laringoscopios de pala recta se

han diseñado para vencer problemas surgidos con el laringoscopio de

Miller. El Belscope es un laringoscopio de pala recta angulado y estre-

cho, con un perfil bajo y una punta atraumática que se diseñó para