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Control de la anestesia

III

(microaspiración) de contenido faríngeo a lo largo de canales forma-

dos entre pliegues del globo, y constituye uno de los contribuyentes

principales de la neumonía asociada al respirador en las unidades de

cuidados intensivos. Los avances en los materiales y los diseños de los

globos intentan eliminar la formación de canales en los globos y

puede que ayuden a prevenir el desarrollo de microaspiraciones.

Intubación traqueal

La intubación traqueal (introducción de un tubo traqueal) es una

técnica esencial en la práctica anestésica. En el

cuadro 40-5

se

enumeran las indicaciones para la intubación traqueal. No existen

contraindicaciones absolutas para este procedimiento.

Principios de la práctica clínica

de la intubación traqueal

La incidencia de complicaciones debería minimizarse aplicando los

mejores principios práctico

s 6 .

El anestesiólogo debe tener a su dis-

posición el personal, los fármacos y el equipo necesarios. La preven-

ción de las complicaciones se fundamenta en cuatro principio

s 52 :

1. El mantenimiento de la oxigenación tiene prioridad sobre el

resto. Antes de inducir la anestesia hay que preoxigenar al paciente

6 .

Entre los intentos de intubación traqueal, el paciente

debe ser ventilado mediante mascarilla facial.

2. Deben evitarse los traumatismos. El primer intento de intu-

bación traqueal debe llevarse a cabo en condiciones óptimas

(posición del paciente, preoxigenación y equipo preparado

) 53 .

En condiciones ideales, el número de intentos de intubación

a ciegas debería ser cero, y ciertamente no superior a cuatro.

3. El anestesiólogo debe contar con planes alternativos antes de

comenzar la técnica primari

a 6

, además de tener la destreza

y el equipo necesario para poner en práctica dichos planes.

Cuando se produce una dificultad imprevista en una cirugía

que no sea imprescindible para la vida, el plan más seguro

es dar por concluidos los intentos de intubación traqueal,

despertar al paciente y posponer la cirugía.

4. El anestesiólogo debe buscar la mejor ayuda disponible

(«pedir ayuda») en cuanto detecte dificultades con la intu-

bación traqueal.

El acceso intravenoso debe estar asegurado (en ocasiones

solamente se logra durante la inducción de la anestesia con inha-

latorios) y debe llevarse a cabo la monitorización estándar. El

paciente debe estar colocado en la posición óptima. El tiempo

empleado en ajustar la posición después de la inducción de la

anestesia puede retrasar el éxito de la intubación traqueal, prolon-

gando el período en el que el paciente está en riesgo de aspiración

pulmonar y aumentando el riesgo de hipoxia o de traumatismos

de las vías respiratorias.

Intubación nasotraqueal

La intubación nasotraqueal (INT) es necesaria cuando no es factible

la vía oral (p. ej., limitación de la apertura de la boca) o si impidiese

el acceso quirúrgico. Al principio se consideró la técnica de elección

para la reanimación, pero en la actualidad es la intubación orotra-

queal con la técnica de secuencia rápida. La INT se ha utilizado en

cuidados intensivos como alternativa a la traqueotomía, ya que se

tolera mejor que la intubación oral. Sin embargo, el tubo utilizado

debe ser más largo y estrecho que los tubos orotraqueales o de tra-

queotomía, de modo que la resistencia en las vías respiratorias es

mayor y la aspiración terapéutica de las secreciones pulmonares

resulta más complicada. Los problemas asociados a una INT prolon-

gada son lesiones nasales, abscesos locales, otitis media y sinusitis. La

vía nasal está contraindicada en pacientes con antecedentes (antiguos

o recientes) de cirugía o fractura de la base del cráneo. No obstante,

en caso de no haber alternativas, esta complicación inusual puede ser

menos probable cuando se utiliza un catéter a modo de guía.

La técnica de la INT está influenciada por la necesidad de

minimizar la incidencia de las complicaciones peculiares de esta

vía, como los desgarros del globo de neumotaponamiento, las

lesiones de la cavidad nasal (epistaxis, fracturas de cornetes, arran-

camiento de pólipos nasales, abscesos del tabique) y de la nasofa-

ringe (arrancamiento de adenoides). Resulta beneficioso utilizar

vasoconstrictores para contraer la mucosa de ambas cavidades

nasales antes de introducir el tubo. Otra complicación es conse-

cuencia del ángulo recto a través del cual debe girar el tubo cuando

pasa desde la cavidad nasal al interior de la orofaringe. El tubo

puede desgarrar o impactar contra la mucosa nasofaríngea poste-

rior y avanzar por vía submucosa. Esta complicación es menos

probable si se introduce en primer lugar un catéter blando en el

interior de la orofaringe y posteriormente se emplea a modo de

guía. Los factores del tubo que disminuyen el riesgo de trauma-

tismo son un diámetro interno (DI) menor de 7,5mm para los

varones y de 7,0mm para las mujeres, su calentamiento previo a

la inserción y el uso de una punta blanda. El tubo se avanza direc-

tamente hacia atrás a lo largo del suelo de la nariz. La resistencia

al avance nasal puede vencerse mediante una rotación suave o

utilizando un tubo más estrecho, o bien probando por la otra

cavidad nasal. Es importante avanzar con suavidad y detenerse en

cuanto se perciba una resistencia anormal. El riesgo de lesiones

puede reducirse avanzando el tubo por la cavidad nasal bajo visión

directa con un LFF.

La intubación nasal a ciegas se utilizó por primera vez en

pacientes que respiraban espontáneamente, en un plano anestésico

profundo a base de inhalatorios, pero también puede efectuarse en

pacientes despiertos bajo anestesia tópica. El avance del tubo está

guiado por cambios en los ruidos respiratorios en el extremo

Cuadro 40-5

 Indicaciones para la intubación traqueal

Indicaciones quirúrgicas y anestésicas

Necesidad quirúrgica de relajantes neuromusculares, como,

por ejemplo, durante la cirugía abdominal.

Acceso a las vías respiratorias compartido con el cirujano,

como la cirugía otorrinolaringológica.

Posición del paciente en el que esté limitado el acceso a las

vías respiratorias o que impida una intubación traqueal

rápida, como, por ejemplo, en decúbito lateral o prono.

Dificultad prevista para el control de las vías respiratorias.

Riesgo de aspiración de contenido gástrico o de sangre,

como, por ejemplo, obstrucción gastrointestinal alta o sepsis,

traumatismos faciales, hemorragia hacia el aparato

respiratorio por cualquier causa.

Cirugía que deteriore el intercambio gaseoso.

Cirugía prolongada.

Ineficacia de otros accesos a la vía respiratoria.

Enfermedades críticas

Incapacidad para proteger las vías respiratorias, como, por

ejemplo, coma de cualquier etiología.

Deterioro de la función respiratoria (hipoxia o hipercapnia)

que no responde a tratamiento incruento.

Prevención de hipercapnia, como, por ejemplo, hipertensión

intracraneal.