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(una menor Po

2

venosa acelera la difusión desde el comienzo). Las

membranas alveolocapilares engrosadas prolongarán el proceso de

equilibrado, con la posible consecuencia de producir hipoxemia.

También se debe mencionar que la mayor parte del oxígeno

que se disuelve en el plasma difunde hacia los eritrocitos y se une

a la hemoglobina. Un gramo de hemoglobina se puede unir a

1,36ml de O

2

(se utilizan cifras entre 1,34 y 1,39). Esto significa

que 1 l de sangre con un contenido de hemoglobina de 150 g/l se

puede unir a 204ml de O

2

cuando está saturada por completo. Con

una saturación del 98%, que es la que se consigue normalmente en

la sangre arterial, el oxígeno unido a la hemoglobina equivale a

200ml/l de sangre. Esto se debe comparar con la cifra de tan sólo

3ml de O

2

que está disuelto físicamente en 1 l de sangre a una Pao

2

de 100 mmHg (13,3 kPa). El oxígeno unido a la hemoglobina no

crea presión en el plasma, lo que es importante porque permite que

mucho más oxígeno difunda a través de las membranas antes de

que se alcance un equilibrio de presiones. La anemia reduce la

capacidad de difusión, y la policitemia la incrementa.

P

eso

molecular

. La difusión se relaciona inversamente

con la raíz cuadrada del peso molecular del gas. Así, cuanto mayor

sea la molécula, mayor dificultad tendrá para atravesar las mem-

branas. El O

2

es un gas relativamente ligero, con un peso molecular

de 32. El CO

2

es más pesado, con un peso molecular de 44, por lo

que debería tener una difusión menor que el O

2

. Sin embargo, la

obtención de la raíz cuadrada del peso reduce la diferencia entre

los gases, y en la práctica el CO

2

es mucho más difusible que el O

2

,

como se explica en el párrafo siguiente.

S

olubilidad

. La difusión se relaciona linealmente con la

solubilidad en los tejidos. Normalmente, se toma como referencia

la solubilidad del agua. El CO

2

es casi 30 veces más soluble en agua que

el O

2

y difunde a una velocidad más de 20 veces mayor (el efecto neto

de todos los factores ya mencionados

) 31 .

En la práctica esto significa

que no hay ninguna enfermedad pulmonar compatible con la vida que

produzca un deterioro mensurable de la difusión del CO

2

.

Perfusión pulmonar

Relación presión-flujo

Al contrario de la circulación sistémica, la circulación pulmonar es un

sistema de baja presión. La presión típica en la arteria pulmonar de

20 mmHg de sistólica y 8 mmHg de diastólica es aproximadamente

6-10 veces menor que la presión en las arterias sistémicas. La menor

presión se consigue por el mayor diámetro vascular y por la menor lon­

gitud de los vasos pulmonares en relación con los sistémicos. En

particular, una luz vascular grande reduce la necesidad de presión

impulsora. Según la ley de Poiseuille, un aumento del radio vascular

reduce la necesidad de presión en un exponente de 4 para mantener un

flujo determinado, si el flujo es lineal. Con el flujo turbulento la depen-

dencia de las dimensiones vasculares será aún mayor. Como conse-

cuencia de la menor resistencia, el flujo sanguíneo capilar pulmonar es

pulsátil,al contrario del flujo continuo en los capilares sistémico

s 33 .

Otra

consecuencia probablemente más importante de la baja presión es que

las paredes capilar y alveolar pueden ser muy delgadas sin que se pro-

duzca escape de plasma, lo que facilita la difusión del O

2

y del CO

2

. Un

aumento súbito de la presión arterial pulmonar hasta por encima de

una media de 30 mmHg produce trasudación del plasma hacia los

espacios intersticial y alveolar, lo que da lugar a la formación de edema

pulmonar.Un aumentomás lento de la presión,en un período demeses

o años, estimula el crecimiento del músculo liso vascular («remodelado

vascular»), con engrosamiento de la pared vascula

r 34 .

El edema se pre-

viene mejor, a pesar de una hipertensión pulmonar incluso grave, pero

habrá deterioro de la capacidad de difusión.

Distribución del flujo sanguíneo pulmonar

El flujo sanguíneo pulmonar está gobernado por la presión impul-

sora y la resistencia vascular. Si estos factores están distribuidos de

forma heterogénea, la perfusión también puede ser heterogénea.

Parece que éste es el caso. En los últimos años ha habido interés en

la distribución de la perfusión y los mecanismos subyacentes a la

misma. Así, la explicación general y previamente aceptada de una

orientación gravitacional de la perfusión, como se demostró en el

trabajo pionero de Permutt, West, Hughes y otros autores (v. una

revisión en la referencia 35), ha sido puesta en duda por otros autores

que proponen una distribución «fractal» donde la gravedad tiene

una participación pequeñ

a 36 .

Aquí abordaremos primero el concepto

«gravitacional» y después pasaremos al concepto «fractal».

Distribución gravitacional del flujo sanguíneo pulmonar

La presión arterial pulmonar aumenta hacia las partes inferiores del

pulmón, como efecto de la presión hidrostática que se acumula en el

recorrido desde la parte superior hasta la inferior del pulmón. Esta

presión aumenta 1cmH

2

O/cm de distancia hacia la parte inferior del

pulmón (o 0,74mmHg/cm de distancia vertical; la sangre tiene una

densidad próxima a 1, o 1,04). Esto produce una diferencia de presión

en los vasos arteriales pulmonares entre el vértice y la base de

11-15 mmHg, dependiendo de la altura del pulmón. De esta manera,

hay menos fuerza impulsora hacia el vértice pulmonar. Como la

presión arterial pulmonar media es de aproximadamente 12 mmHg

al nivel del corazón, puede ser cercana a cero en el vértice pulmonar

en bipedestación. Además, si aumenta la presión alveolar, como

durante la ventilación con presión positiva, puede superar a la de la

arteria pulmonar y comprimir los capilares pulmonares. En ese caso

no fluirá sangre a través de los vasos.Esa parte del pulmón se denomina

zona I, de acuerdo con la nomenclatura introducida por West y cols.

( fig. 5-11 ) 35 .

Si la presión arterial y la presión capilar superan a la

presión alveolar, como ocurre en zonas más inferiores del pulmón

como consecuencia de la adición de la presión hidrostática, se esta-

blecerá un flujo sanguíneo. La presión de perfusión será la presión

arterial menos la presión alveolar, siempre que esta última presión su­

pere a la de las venas pulmonares. Esto difiere de lo que ocurre en

Fisiología respiratoria

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Sección I

Fisiología y anestesia

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Figura 5-10

 Oxigenación de la sangre capilar pulmonar en reposo y durante

el ejercicio en una persona normal y en un paciente con una neumopatía

fibrótica con deterioro de la difusión. En una persona normal el equilibrio de

la presión parcial de oxígeno en la sangre capilar con la del gas alveolar es

rápido. Esto se ha conseguido en un tercio de la distancia capilar. Sin

embargo, durante el ejercicio hay que utilizar la mayor parte de la distancia

capilar para alcanzar el equilibrio entre la presión parcial de oxígeno alveolar

y capilar pulmonar. Esto es un efecto del menor tiempo de tránsito de los

eritrocitos que produce el aumento del gasto cardíaco. La distensión y el

reclutamiento de los capilares pulmonares pueden compensar en cierta

medida el efecto del aumento del gasto cardíaco sobre la velocidad de la

sangre a través de los capilares. Cuando hay deterioro de la difusión, el

equilibrio tarda más en alcanzarse, pero a pesar de todo se puede conseguir

un equilibrio completo en reposo. Sin embargo, con el aumento de la

velocidad de la sangre durante el ejercicio el equilibrio del oxígeno puede

distar mucho de ser completo al final del capilar pulmonar, lo que produce

desaturación de la sangre arterial, que en ocasiones puede ser grave.