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del bloqueo motor epidural una vez completada la cirugía consiste

en la administración de volúmenes variables de suero salino

(15-30ml) a través del catéter epidural antes de su retirad

a 156 .

La bupivacaína es el anestésico local de acción prolongada

más utilizado; las concentraciones para anestesia quirúrgica son

del 0,5-0,75%. Las técnicas analgésicas pueden llevarse a cabo con

concentraciones del 0,125-0,25%. La epinefrina no prolonga su

duración de acción de forma tan constante, si bien se pueden

obtener hasta 240 minutos de anestesia quirúrgica cuando se añade

este vasoconstrictor. En 1983, la FDA recomendó no seguir utili-

zando bupivacaína al 0,75% para anestesia obstétrica, pues la toxi-

cidad sistémica observada con dicha concentración dificultaba más

la reanimación que con concentraciones menores. Las pruebas de

dicho efecto siguen siendo controvertidas, aunque parece que la

bupivacaína y la etidocaína tienen más probabilidades de alterar el

rendimiento y la conducción miocárdica que otros anestésicos

locales cuando aparecen efectos tóxicos sistémico

s 157,158 .

Cada vez se emplea más la ropivacaína como anestésico por

vía epidural. Se administra a concentraciones del 0,5-1% para anes-

tesia quirúrgica, y del 0,1-0,3% para analgesia. Las pruebas en ani-

males respaldan la idea de que tiene menos impacto sobre la

conducción cardíaca y sobre la aparición de arritmias con las con-

centraciones sanguíneas observadas durante la toxicidad sistémica

inducida por otros anestésicos locale

s 159 .

El efecto clínico de la

ropivacaína es difícil de distinguir del de la bupivacaína en un

paciente determinado, aunque parece que produce menos bloqueo

motor y que su duración de acción es algo menor que la de la

bupivacaín

a 160 .

Sin embargo, es el único anestésico local todavía en

uso que posee propiedades vasoconstrictoras a las concentraciones

usadas en la práctica clínica.

La levobupivacaína también se utiliza como anestésico local

por vía epidural a concentraciones del 0,5-0,75% para anestesia

quirúrgica, y las técnicas analgésicas se pueden practicar con con-

centraciones del 0,125-0,25%. Su efecto clínico es indistinguible del

de la bupivacaína racémica en un paciente en concret

o 161 .

Al igual

que con la ropivacaína, las pruebas en animales respaldan la idea

de que la levobupivacaína tiene menos impacto sobre la conduc-

ción cardíaca y sobre la aparición de arritmias con las concentra-

ciones sanguíneas observadas durante la toxicidad sistémica

inducida por anestésicos locales.

La etidocaína es un anestésico local que rara vez se emplea

por vía epidural, sobre todo por la idea, y por algunos datos que la

respaldan, de que con este fármaco el bloqueo motor es más pro-

fundo que el sensitiv

o 162 .

La razón de ello puede ser que la etido-

caína bloquea las fibras pequeñas con menos eficacia que la

bupivacaín

a 163 .

Aditivos

Algunos investigadores aconsejan combinar fármacos con anesté-

sicos locales con el fin de prolongar la duración de la anestesia

epidural, mejorar la calidad del bloqueo o acelerar su inicio de

acción. La epinefrina aumenta la duración de la anestesia útil con

todos los fármacos, si bien el efecto proporcional es mayor con

lidocaína, mepivacaína y 2-cloroprocaína; es menor con bupiva-

caína, levobupivacaína y etidocaína; y es limitado con ropivacaína

(v.

tabla 41-5

). La fenilefrina se ha utilizado menos en la anestesia

epidural que en la raquídea, quizá porque no disminuye las con-

centraciones sanguíneas máximas del anestésico local con tanta

eficacia como la epinefrina durante su administración epidura

l 164 .

Se ha planteado que la carbonatación de la solución de anes-

tésico local incrementa la velocidad del inicio de acción y mejora

la calidad del bloqueo, pues obtiene una difusión intraneural más

rápida y una penetración más veloz en el tejido conjuntivo que

rodea a los troncos nervioso

s 165,166

. Algunos datos señalan que las

soluciones carbonatadas no aportan ventajas clínica

s 167 ,

y pueden

aparecer ciertas desventajas con más rapidez porque las concentra-

ciones sanguíneas máximas del fármaco son mayores después de

carbonatar el anestésico local y con descensos de la presión

arteria

l 168,169

(v. cap. 20).

También se ha sugerido que el bicarbonato aumenta el pH

de la solución de anestésico local, incrementando la concentración

de base libre no ionizada, lo que en teoría aumenta la velocidad de

difusión del fármaco y la de comienzo del bloqueo. Desde el punto

de vista clínico, la adición de 1 mEq de bicarbonato sódico por cada

10ml de lidocaína al 1,5% preparada comercialmente causa un

inicio de la anestesia mucho más rápido y una distribución más

expeditiva del bloqueo sensitiv

o 170 .

Además de acelerar la instaura-

ción del bloqueo, existen pruebas de que se puede conseguir un

bloqueo más complet

o 171 .

Cada departamento de anestesia debe

considerar de forma individual el campo de aplicación de esta

modificación, según sus criterios.

Otra modificación de los fármacos para su administración

por vía epidural consiste en combinar fármacos de acción corta y

larga, aprovechándose en teoría de los beneficios de cada uno. Esta

práctica no parece necesaria ni prudente, ya que la familiaridad con

los anestésicos locales y con los aditivos disponibles permite un

amplio abanico de duraciones de bloqueo. Además, la disminución

de la latencia que se pretende alcanzar con estas combinaciones de

anestésicos locales no parece tener relevancia clínica.

Complicaciones

Inyección intravascular

La anestesia epidural puede producir efectos adversos sistémicos

inducidos por los anestésicos locales (v. cap. 20), sobre todo a través

de la administración involuntaria del fármaco en una vena epidu-

ral. Se han realizado numerosas investigaciones para definir la

dosis de prueba ideal con los catéteres epidurales continuos. La

aplicación de esta dosis de prueba debería minimizar las inyeccio-

nes intravasculares involuntarias, si bien todos los anestesiólogos

deberían comprender cómo tratar una reacción adversa sistémica

inducida por anestésicos locales.

Los efectos tóxicos de los anestésicos locales afectan en espe-

cial al SNC y al sistema cardiovascular; el SNC se afecta con con-

centraciones sanguíneas más bajas. Así, por ejemplo, la dosis

necesaria para producir una insuficiencia cardiovascular en perros

es de cuatro a siete veces mayor que la necesaria para desencadenar

convulsione

s 172

. La estimulación del SNC se debe a la inhibición

selectiva de neuronas inhibidoras en la corteza cerebral, lo que

posibilita que las neuronas facilitadoras descarguen sin oposi-

ció

n 173 .

Una vez que las concentraciones sanguíneas son lo suficien-

temente elevadas, se inhiben las vías inhibidoras y las facilitadoras,

con lo que se provoca una depresión del SNC.

En principio, se pensó que el potencial de efectos adversos

(en el SNC y el sistema cardiovascular) inducidos por los anesté-

sicos locales era paralelo a su potencia anestésic

a 174,175 .

Los indicios

sugieren que la bupivacaína y la etidocaína desencadenan una car-

diotoxicidad proporcionalmente mayor que la prevista por su

potencia anestésic

a 176,177 .

Este incremento relativo de la toxicidad

cardíaca parece deberse a los efectos electrofisiológicos más poten-

tes de las amidas de duración larga, ya que el bloqueo que producen

sobre los canales de sodio es de instauración rápida y desaparición

lenta. La toxicidad neurológica y del sistema cardiovascular de

ropivacaína y levobupivacaína (S–), otros anestésicos locales de

tipo amida de duración larga, es intermedia a la generada con

lidocaína y bupivacaín

a 178,179 .

La relevancia clínica de dichas obser-

vaciones sobre la toxicidad debe sopesarse con los estudios clínicos

que demuestran una depresión cardiovascular limitada en pacientes

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Control de la anestesia

III