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sometidos a crisis convulsivas inducidas por bupivacaína durante

procedimientos de anestesia regiona

l 180 .

Cuando aparecen signos de efectos adversos sobre el SNC o

convulsiones francas, se han de seguir varios pasos para minimizar

las consecuencias (v. cap. 20). En las primeras fases de las crisis

convulsivas inducidas por anestésicos locales, los enfermos desa-

rrollan con rapidez hipoxemia, hipercapnia y acidosis, y el trata-

miento sintomático de estos efectos debe dirigirse a la corrección

de dichos factores. Hay que suministrar oxígeno mediante masca-

rilla y ambú, pero no está indicado intubar al paciente a menos que

la ventilación sea inefica

z 181

. El siguiente paso del tratamiento

resulta controvertido, ya que algunos administran succinilcolina y

otros antiepilépticos. La primera se recomienda a menudo porque

las crisis convulsivas inducidas por anestésicos locales son de corta

duración, y la relajación muscular obtenida facilita la ventilación y

reduce la magnitud de la acidosis metabólica. No obstante, no

disminuye el metabolismo cerebral; los requisitos de oxígeno del

SNC permanecen aumentados. Otros sugieren que el diazepam

controla de forma eficiente las crisis convulsivas inducidas por los

anestésicos locales, aunque se precisan 2-3 minutos para poder

dominarla

s 182,183

.

El método más eficaz para tratar las reacciones adversas es

la prevención. Hay que evitar administrar dosis excesivas de anes-

tésicos locales, y, antes de inyectar dosis terapéuticas, siempre se

debe administrar una dosis de prueba. Si aparece una reacción

adversa hay que tener a mano oxígeno, un sistema para adminis-

trarlo, succinilcolina y antiepilépticos.

Inyección subaracnoidea

Los efectos adversos de la administración involuntaria de una dosis

epidural de anestésico local en el LCR se manifiestan a través de

los cambios neurológicos que siguen a la inyección subaracnoidea

de 2-cloroprocaína. Sin embargo, la mayoría de las inyecciones

intradurales de anestésicos locales epidurales son menos especta-

culares; más bien, lo fundamental es cómo deben tratarse los

efectos cardiorrespiratorios secundarios a dicha inyección. Como

en cualquier bloqueo neuroaxial que alcanza dermatomas altos,

hay que adoptar medidas de soporte de la presión arterial y de la

frecuencia cardíaca. El paciente se debe colocar en posición de

Trendelenburg para maximizar el retorno venoso. La atropina y la

efedrina por vía i.v. suelen resultar eficaces y proporcionan tiempo

para administrar una catecolamina más potente, si fuese necesario.

La ventilación debe apoyarse, y si se ha administrado la totalidad

de la dosis (20-25ml) de anestésico local en el espacio intradural,

están indicadas la intubación del enfermo y la instauración de

ventilación mecánica, ya que es posible que necesiten 1-2 horas

para poder mantener una ventilación espontánea adecuada cons-

tante. Después de una dosis grande de anestésico local por vía

intradural, los pacientes desarrollan midriasis, que podría sugerir

una lesión del SNC si no se reconoce este efecto por lo que es en

realidad. Las pupilas recuperan su tamaño a medida que el bloqueo

va cediendo en altura. Por fortuna, la necesidad de sedación durante

el período de intubación traqueal y ventilaciónmecánica esmínima.

Estos pacientes no suelen recordar tales episodio

s 184 .

Cuando se realiza un bloqueo epidural y su altura es más

alta de la esperada tras un lapso de 15-30 minutos, debe descartarse

que el anestésico local se haya administrado en el espacio subdural.

El tratamiento es sintomático; el aspecto más difícil de reconocer

es la posibilidad de una inyección subdural.

Lesión neurológica

Con la excepción de la publicidad que rodea a la aracnoiditis adhe-

siva inducida por la 2-cloroprocaína, la anestesia epidural no com-

plicada no se ha relacionado con lesiones neurológicas con más

frecuencia que otras técnicas de anestesia general o regional

117,120 .

Ningún anestésico local, ni la técnica de inyección única o con

catéter continuo, ni la adición u omisión de epinefrina o la locali-

zación de la punción epidural parecen estar asociadas a una mayor

incidencia de lesión neurológica.A pesar de esta información, suele

temerse la aparición de lesiones neurológicas, y se evita realizar

técnicas epidurales en pacientes a quienes se han administrado

antiagregantes plaquetarios u otros anticoagulantes de forma preo-

peratoria. ¿Está justificada dicha actuación?

No hay datos de que en pacientes tratados con aspirina exista

una mayor incidencia de lesión neurológica secundaria a hemorra-

gia epidural (hematoma) cuando se efectúa una anestesia epidu-

ra

l 185 .

Resulta dudoso que la ausencia de datos indique que el

problema se ha pasado por alto, pues la anestesia epidural suele

aplicarse en pacientes que van a someterse a procedimientos orto-

pédicos, a los que normalmente se administra aspirina y antiinfla-

matorios no esteroideos.No obstante, existen casos clínicos aislados

de lesiones neurológicas después de técnicas intrarraquídeas o epi-

durales en pacientes en los que se emplearon antiagregantes pla-

quetarios. Puede ser significativo que en estos casos clínicos se

abandonase la técnica neuroaxial cuando se presentaron dificulta-

des en la colocación de la aguj

a 186,187 .

Aún no se ha establecido el

lugar que ocupan las técnicas neuroaxiales con los modernos y

potentes antiagregantes plaquetarios (p. ej., abciximab, un antago-

nista del receptor de la glucoproteína [GP] IIb/IIIa, y clopidogrel,

un inhibidor de la agregación plaquetaria), aunque probablemente

haya que adoptar una gran cautela.

La realización de técnicas epidurales en enfermos que están

recibiendo anticoagulantes es menos clara, ya que suele evitarse en

este tipo de personas. Odoom y Si

h 188

publicaron sus datos sobre

anestesia epidural continua sin complicaciones en 1.000 operacio-

nes vasculares en pacientes tratados de forma preoperatoria con an­

ticoagulantes orales. Todavía está por determinar la magnitud de

anticoagulación preoperatoria aceptable, así como la proporción

entre riesgos y beneficios que supone la ejecución de la técnica, y

debe individualizarse según cada enfermo y cada contexto clínico.

A pesar de la ausencia de datos, tal vez resulte aceptable llevar a

cabo técnicas epidurales en pacientes tratados con heparina sub-

cutánea si el bloqueo se puede realizar de forma atraumática, si

bien deben sopesarse en cada enfermo los riesgos y los benefi-

cio

s 189 .

Algunos autores afirman que antes de efectuar el bloqueo

hay que tener pruebas de que el efecto sistémico provocado por la

heparina subcutánea es mínimo (tiempo de tromboplastina parcial

normal

) 188 .

Se ha llegado al acuerdo de seguir de manera diferente las

técnicas de bloqueo neuroaxial cuando se utiliza HBPM (p. ej.,

enoxaparina) en el período perioperatori

o 190 .

El riesgo de hemo-

rragia neuroaxial es mayor cuando se combinan técnicas neu-

roaxiales y la administración de HBPM si no se siguen las siguientes

recomendacione

s 9

:

1. El bloqueo neuroaxial debe demorarse al menos 10-12 horas

después de la última dosis de HBPM en los enfermos trata-

dos preoperatoriamente.

2. El tratamiento postoperatorio con HBPM se ha de retrasar

al menos 12 horas desde la finalización del procedimiento

quirúrgico.

3. La retirada de los catéteres epidurales o intradurales utiliza-

dos para analgesia postoperatoria se debe realizar a las 10-

12 horas de la última dosis, retrasando las dosis subsiguien­

tes durante al menos 2 horas.

Parece que el tema de la anticoagulación intraoperatoria tras

la inserción de un catéter epidural se ha consensuado en función

de los datos clínicos. Alrededor de 5.000 pacientes se han sometido

a anestesia epidural para cirugía vascular con heparinización

Anestesias raquídea, epidural y caudal

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Sección III

Control de la anestesia

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