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Bloqueos nerviosos

Denise J. Wedel y Terese T. Horlocker

Puntos clave

1405

1.

Durante la realización de los bloqueos nerviosos

periféricos, la provocación de una parestesia equivale a la

estimulación eléctrica. La tasa de éxito y la latencia de

instauración del bloqueo mejoran adicionalmente si se

realizan estimulaciones múltiples.

2.

La visualización directa de la distribución del anestésico

local mediante ecografía tiene una tasa de éxito similar a

la técnica de estimulación múltiple.

3.

La paresia diafragmática ocurre en el 100% de los

pacientes que se someten a un bloqueo interescalénico,

incluso con soluciones de anestésicos locales diluidas.

4.

Puede conseguirse un bloqueo completo del plexo lumbar

mediante una vía de abordaje proximal (compartimento

del psoas), pero rara vez con la técnica femoral 3 en 1 o

con la técnica de bloqueo de la fascia ilíaca.

5.

Los bloqueos periféricos continuos mejoran los resultados

y la rehabilitación después de la cirugía ortopédica mayor,

como la artroplastia de rodilla, cadera y hombro.

6.

El nervio ciático se divide en sus componentes tibial

y peroneo a unos 7-10 cm por encima de la rodilla; a esta

altura hay que realizar el bloqueo en la fosa poplítea.

7.

Independientemente de la altura del bloqueo, la

provocación de una respuesta motora tibial

desencadenada mediante técnicas de neuroestimulación

es más eficaz que una respuesta peroneal durante un

bloqueo del nervio ciático.

8.

Hay que fijar la dosis total de anestésico y mantenerla

dentro de unos límites aceptables. En las técnicas

continuas puede producirse un fenómeno de acumulación.

9.

La frecuencia de complicaciones neurológicas después de

los bloqueos periféricos es menor que la asociada a las

técnicas neuroaxiales. La neurotoxicidad y los

traumatismos directos por la aguja constituyen la

etiología principal de las complicaciones neurológicas.

©

2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos

Las técnicas de los bloqueos nerviosos periféricos aparecieron pronto

en la historia de la anestesia. Los cirujanos norteamericanos Halsted

y Hal

l 1,2

describieron la inyección de cocaína en localizaciones peri-

féricas como los nervios cubital, musculocutáneo, supratroclear e

infraorbitario para procedimientos de cirugía menor en la década de

1880. James Leonard Cornin

g 3

recomendaba ya en 1885 el uso de una

venda de Esmarch para detener la circulación local, con lo que se

prolongaba el bloqueo inducido por cocaína y disminuía la absorción

del anestésico local a los tejidos. Esta idea fue auspiciada por Heinrich

F. W. Brau

n 4 ,

quien en 1903 reemplazó la epinefrina, un «torniquete

químico». Brau

n 5

también acuñó el término

anestesia de conducción

en su libro de texto sobre anestesia local de 1914, donde se describían

técnicas para cada región del cuerpo. En 1920, un cirujano francés,

Gaston Labat, fue invitado por Charles Mayo para enseñar métodos

innovadores de anestesia regional en la Clínica Mayo. Durante su

estancia allí, Labat escribió

Regional Anesthesia: Its Technic and Appli-

catio

n 6

.El libro se consideró el texto definitivo sobre anestesia regional

durante al menos los 30 años siguientes a su publicación. Esta obra se

centraba en el control intraoperatorio de pacientes que iban a some-

terse a intervenciones intraabdominales, de la cabeza y el cuello, y en

las extremidades mediante infiltración,bloqueos periféricos,bloqueos

de plexos y bloqueo esplácnico; en dicha época aún no se había exten-

dido la aplicación de las técnicas neuroaxiales.

Los bloqueos periféricos siguen siendo un componente bien

aceptado de la práctica anestésica global. Su papel se ha ampliado

desde el área quirúrgica hasta el campo del control del dolor crónico

y postoperatorio (v. caps. 48 y 77). Estas técnicas se pueden utilizar

en cualquier grupo de edad, seleccionando y sedando del modo

conveniente a los candidatos. La pericia en la aplicación de los blo-

queos nerviosos periféricos aumenta las opciones terapéuticas de los

anestesiólogos para proporcionar una asistencia anestésica óptima.

Técnicas para localizar

estructuras nerviosas

Se han descrito diversos métodos de localización con aguja, como

los «chasquidos» aponeuróticos, la búsqueda de una o más pares-

tesias, la inyección perivascular o transarterial, la electroestimula-

ción y la infiltración de campo. Más recientemente, se han usado