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anaeróbico. Hasta hace poco se solía realizar una intensa sobre-

carga de líquidos asociada a fármacos inotropos, en lo que se

denominaba un tratamiento por objetivos, para los pacientes en

estado crítico. Este tratamiento se basa en la teoría de que, al haber

una demanda (Vo

2

) aumentada, si se incrementa la Do

2

a niveles

suprafisiológicos, se puede mantener el metabolismo celular en

aerobiosis y evitar el fallo multiorgánic

o 88

. Sin embargo, a princi-

pios de la década de 1990, se publicaron dos grandes ensayos

aleatorizados que demostraban la ineficacia e incluso el potencial

efecto deletéreo de esta terapia

89,90 .

Otros estudios han encontrado

que hay un beneficio en diagnosticar y tratar la depleción de

volumen y la deficiente función cardíaca, si se realiza en la fase

precoz del shoc

k 91-93

.

La clave para entender la diferencia de resultados entre los

primeros estudios de Shoemaker y cols

. 88

y los posteriores es

diferenciar entre la fase precoz y tardía del shock. En la fase

precoz hay una hipoxia tisular aguda en la que los órganos diana

aún no sufren una alteración irreversible. En el shock de tipo I

(hipovolémico o cardiogénico), un tratamiento precoz de la

causa subyacente de hipoperfusión tisular, puede evitar la pro-

gresión hacia una fase tardía con fallo multiorgánico; pero si la

oxigenación tisular no se restaura suficientemente pronto, se

desarrolla el fallo del órgano diana y una disfunción de la célula

endotelial que marcan la entrada en la fase tardía del shock. Al

ocurrir esta disfunción de órgano diana y endotelial, se altera la

regulación normal del flujo sanguíneo regional, con lo que se

compromete la distribución tisular de oxígeno. Llegados a este

punto, mayores aumentos del flujo sanguíneo mediante el uso de

una sobrecarga de líquidos demasiado agresiva y de sustancias

inotropas, no se traducen en una mejor oxigenación porque la

sangre no se distribuye a los tejidos que lo necesitan. Por tanto,

durante la fase precoz del shock, una reposición agresiva de los

líquidos resulta adecuada para minimizar la hipoxemia del

órgano diana lo más rápido posible. Pero cuando el paciente ha

progresado a la fase tardía, aunque sigue siendo importante

mantener un volumen intravascular normal, un tratamiento con

líquidos y vasopresores demasiado agresivo ha demostrado ser

perjudicial.

Cristaloides

Los cristaloides son líquidos compuestos de agua y electrólitos, que

se clasifican en soluciones salinas isotónicas, hipertónicas e hipo-

tónicas. Se utilizan para proporcionar agua y electrólitos de man-

tenimiento, y para expandir el líquido intravascular. A la hora de

la reposición, se necesitan volúmenes tres o cuatro veces mayores

que el de la cantidad de sangre perdida, ya que el cristaloide se

distribuye en una proporción de 1:4, al igual que el LEC, que se

compone de unos 3 l de volumen intravascular (plasma) y otros 12 l

de volumen extravascular (es decir, sólo aproximadamente el 20%

permanecerá en el espacio intravascular).

Soluciones salinas isotónicas

Las soluciones salinas isotónicas tiene un contenido en electrólitos

similar a la del LEC (p. ej., solución de Ringer-lactato). Son hipo-

tónicas respecto al sodio y como sistema tampón contienen sus-

tancias distintas al bicarbonato, ya que éste se hidrata hacia ácido

carbónico, el cual se disocia formando dióxido de carbono que

difundiría fuera de la solución. Estas soluciones, comparadas con

la solución salina fisiológica de NaCl al 0,9%, proporcionan canti-

dades de otros electrólitos demasiado pequeñas para las necesida-

des de mantenimiento diarias.

Solución salina fisiológica

La solución salina fisiológica (NaCl al 0,9%) es isotónica e isoos-

mótica pero contiene más cloruro que el LEC, por eso cuando se

utiliza en grandes cantidades provoca una leve hipercloremia (es

decir, una acidosis metabólica sin hiato aniónico). Esta solución no

contiene sustancias tampón ni otros electrólitos. Es de elección

frente a la solución de Ringer-lactato (que tiene una concentración

hipotónica de sodio) en casos de traumatismo cerebral, alcalosis

metabólica hipoclorémica o hiponatremia. Muchos pacientes con

hiperpotasemia, como aquellos con insuficiencia renal que fre-

cuentemente se encuentran en el quirófano para intervenciones

relacionadas con la fístula arteriovenosa, suelen recibir soluciones

salinas fisiológicas porque no contienen potasio.

Soluciones salinas hipertónicas

Las soluciones salinas hipertónicas se utilizan con menos frecuen-

cia y su contenido en sodio es de entre 250 y 1.200mEq/l. Cuanta

mayor sea la concentración de sodio, menor es el volumen necesa-

rio para una adecuada reanimación, como consecuencia de las

fuerzas osmóticas que atraen el agua desde el líquido intracelular

hacia el espacio extracelular. Al infundir un volumen menor de

agua, se puede reducir la formación de edemas, lo que puede ser

crucial en pacientes con tendencia a su formación (p. ej., sometidos

a una larga cirugía abdominal, pacientes quemados o con trauma-

tismo cerebral). Diversos estudios clínicos han demostrado que las

soluciones moderadamente hipertónicas (250mEq/l de sodio)

pueden asociarse con una menor presión muscular intersticial que

las de Ringer-lactato, con lo que la función del tracto intestinal se

recupera más precozmente, aunque la fracción de shunt pulmonar

es la mism

a 94 .

Otros estudios experimentales han demostrado

menores presiones intracraneales en los animales que recibían

soluciones hipertónicas. Sin embargo, la vida media intravascular

de estas soluciones no es mayor que la de las isotónicas para una

cantidad equivalente de sodio. En la mayoría de los estudios, un

mantenimiento sostenido en la expansión del volumen plasmático

sólo se consigue cuando se utilizan soluciones coloides en la reani-

mación. La alta osmolaridad de las soluciones hipertónicas puede

provocar hemólisis en el punto de inyecció

n 95 .

La solución salina hipertónica se viene utilizando en la prác-

tica clínica desde hace más de un siglo por distintas razones. El

interés por su uso en el shock hemorrágico se reavivó en 1980 a

raíz de un experimento en perros con shock por hemorragia grave,

que se reanimaban únicamente con soluciones de NaCl al 7,5% o

con los mismos volúmenes pero de solución salina fisiológica. Sólo

los perros tratados con soluciones hipertónicas sobreviviero

n 96 .

En

las últimas dos décadas se han realizado numerosos ensayos alea-

torizados, que han demostrado como los sueros salinos hipertóni-

cos aumentan la presión arterial media, reducen la resistencia

vascular sistémica y pulmonar, así como disminuyen las necesida-

des de sangr

e 97-99

. No han demostrado mayor riesgo de complica-

ciones y sí una tendencia hacia una reducción en la mortalidad.

Aunque sigue existiendo cierta controversia en cuanto a su

uso en situaciones de shock hemorrágico, resulta muy útil en la

primera asistencia urgente en situaciones de desastres naturales o

causados por la mano del hombre, debido a su fácil almacena-

miento, bajo coste y capacidad para producir una rápida expansión

Fisiología hidroelectrolítica intravascular

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Sección III

Control de la anestesia

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