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del volumen plasmático. Con 250ml de suero salino al 7,5% se

pueden alcanzar resultados comparables a la resucitación con 2 a

3 litros de solución salina fisiológica al 0,9

% 87 .

Para su uso habitual

en la práctica clínica diaria, todavía sería preciso realizar algunos

grandes ensayos aleatorizados más. Hasta la fecha, se han encon-

trado mejores tasas de supervivencia con suero hipertónico en

siete de ocho ensayos clínicos, aunque sólo en uno de ellos se

demostró un beneficio estadísticamente significativo en la super-

vivencia globa

l 87

.

Suero glucosado al 5%

La utilidad del suero glucosado al 5% radica en su capacidad para

aportar agua libre, ya que la glucosa se metaboliza. Es isoosmótico

y no produce la hemólisis que causaría el agua pura si se inyectase

directamente en una vía venosa. Se puede utilizar para corregir una

hipernatremia, pero su principal uso es en el paciente diabético en

tratamiento con insulina para evitar la hipoglucemia.

Cristaloides frente a coloides

Existe una gran controversia alrededor del papel que cristaloides y

coloides tienen en la terapia de los líquidos (v. caps. 45

y 78).

Los

defensores de los líquidos coloides ponen énfasis en que la reani-

mación con soluciones cristaloides provoca una dilución de las

proteínas del plasma, con el subsiguiente descenso de la presión

oncótica que resulta en la salida de líquido del espacio intravascu­

lar hacia el intersticial y desarrollo de edema pulmonar. Los defen-

sores de los cristaloides argumentan que las moléculas de albúmina

entran libremente en el espacio pulmonar intersticial y a continua-

ción se recogen hacia el sistema linfático, que las devuelve a la

circulación sistémica, con lo que administrar más albúmina única-

mente consigue aumentar la cantidad que los linfáticos tienen que

hacer recircular. De hecho, una revisión de la literatura realizada

por Moss y Goul

d 100

confirmó que todos los estudios bien realiza-

dos demostraban la eficacia de las soluciones salinas isotónicas

como expansores del plasma en la reanimación, sin la necesidad de

añadir sustancias coloides. Otros argumentos a favor del uso de los

cristaloides son el mayor coste y los potenciales riesgos que tiene

el tratamiento con coloides.

Los coloides más utilizados en los Estados Unidos son albú-

mina, hidroxietilalmidón y dextranos. Como son moléculas de

gran tamaño, no atraviesan las membranas capilares y permanecen

en el espacio intravascular y su distribución por el organismo se

representa con la fórmula de Starling-Landis:

J

v

= K

h

A

(

[

P

m

ξ

− P

T

]

d

[

COP

M

ξ

− COP

T

])

En esta fórmula, J

v

representa el volumen neto de líquido que

atraviesa la barrera capilar por unidad de tiempo, expresado en

m

m

3

/

min; K

h

es la conductividad hidráulica del agua, es decir, la permeabi­

lidad de la barrera capilar al líquido, expresada en micrómetros

cúbicos por minuto y por micrómetro cuadrado de superficie capilar

por cada 1 mmHg de gradiente de presión. El valor de K

h

aumenta

hasta cuatro veces su valor en el extremo venoso de un capilar típico

respecto al extremo arterial. P

es la presión hidrostática capilar y

P

T

la presión hidrostática tisular; A es el área de la superficie capilar

y

d

, el coeficiente de reflexión de las proteínas plasmáticas. Este

último coeficiente es necesario debido a la pequeña permeabilidad

a las proteínas plasmáticas que tiene la pared microvascular, que

impide una expresión completa de las dos fuerzas osmóticas que

tienen lugar. Cuando

d

es igual a cero, las moléculas atraviesan libre-

mente la membrana; cuando su valor es 1, no la atraviesan en abso-

luto. El valor habitual de

d

para las proteínas plasmáticas en el sistema

microvascular es de más de 0,9 en la mayoría de los órganos, per-

maneciendo constante en condiciones normales, pero pudiendo

descender significativamente en procesos fisiopatológicos como la

hipoxia, inflamación o daño tisular. COP

es la presión oncótica del

coloide y COP

T

representa la presión oncótica del tejido.

Los gradientes de las presiones hidrostáticas y oncóticas a

través de la barrera capilar (es decir, las fuerzas de Starling), pro-

vocan el paso de agua y solutos al espacio intersticial. Sin embargo,

este movimiento juega un papel menor en relación a la nutrición

tisular si lo comparamos con la difusión simple. El coeficiente de

reflexión que expresa la capacidad de la membrana semipermeable

para evitar el paso de solutos varía notablemente entre los distintos

tejidos. Así, los pulmones tienen una permeabilidad moderada res-

pecto a otros órganos y cuando sufren una agresión, como por

ejemplo una cirugía, este coeficiente puede cambiar, alterando la

permeabilidad capilar que aumenta produciendo lo que se ha dado

en llamar fuga capilar, donde los coloides atraviesan fácilmente

aumentando el edema intersticial.

Con la fuga de moléculas coloides al espacio intersticial,

cambia el gradiente de presión oncótica, provocando un mayor

edema tisular. Estas moléculas deben ser retiradas por el sistema

linfático, pero para ello necesitan más tiempo que en el caso de los

cristaloides; esto puede ser un problema importante en pacientes

quemados y en aquellos sometidos a cirugía mayor. Velanivic

h 101

publicó en 1989 un conocido metanálisis sobre la mortalidad

encontrada en ocho estudios que concluye que la reanimación de

los pacientes con traumatismos se debe realizar con soluciones cris-

taloides, mientras que las coloides son más eficaces en los pacientes

sin traumatismo ni sepsis sometidos a cirugía electiva. Los datos

actuales parecen apoyar la idea de que la composición sanguínea se

debe mantener lo más parecida posible a la fisiológica en relación

con la transfusión de hematíes y factores de coagulació

n 86 .

Otro factor a tener en cuenta es el efecto general que pueden

tener los líquidos utilizados en la reanimación sobre la cascada de

la coagulación. Es bien conocido el hecho de que tras un trauma-

tismo, los pacientes pueden tener bajas concentraciones de los

factores de coagulación circulantes; situación que puede llevar a la

transfusión de plasma fresco congelado para su reposición. La

cascada de la coagulación es una compleja sucesión de eventos

encaminados a la formación del coágulo que puede alterarse por

muchos factores. De hecho, algunos estudios que han utilizado un

tromboelastograma para medir la formación del coágulo en los

pacientes con traumatismos, han encontrando que la situación

puede ser más bien de hipercoagulabilida

d 102 .

Otro estudio demos-

tró, utilizando perfiles tromboelastográficos, que los pacientes

sometidos a cirugía mayor que recibían intraoperatoriamente infu-

siones de Ringer-lactato, tenían también una estado de hipercoa-

gulabilidad respecto de la basa

l 103 .

Los resultados de estos estudios

sugieren que los líquidos elegidos para la reanimación pueden

jugar un papel en el desarrollo de la coagulopatía que a veces se

observa en los pacientes con traumatismos

(v. cap. 46).

Sin embargo,

se precisan más estudios para determinar el verdadero papel que

tienen estos líquidos en la cascada de la coagulación.

Soluciones coloides y sustitutos

de la sangre

Habitualmente se administra un volumen de soluciones coloides

equivalente al déficit calculado de sangre (v. cap. 45) y su volumen

inicial de distribución es igual al volumen plasmático. La vida

media de la albúmina dentro del torrente circulatorio es general-

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Control de la anestesia

III