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parcial, para comparaciones posteriores con los valores de labora-

torio. La hipotensión que aparece durante las reacciones transfusio-

nales hemolíticas puede producirse por la activación del sistema de

la calicreín

a 69 .

Después de varias reacciones, el cininógeno plas-

mático se convierte en bradicinina, un potente vasodilatador que

puede provocar hipotensión.

Seager y cols

. 70

han propuesto otra estrategia terapéutica

para la reacción transfusional hemolítica grave. Según ellos, puede

evitarse la exposición renal a grandes cantidades de eritrocitos

hemolizados mediante la extracción de toda la sangre del paciente

y su reposición posterior con sangre compatible. Este método se

realizó en un paciente que había recibido 3.000ml de sangre

incompatible, mediante hemodilución y empleo de un circuito

extracorpóreo, y se ha mostrado prometedor debido a la rápida

recuperación de la función urinaria del paciente.

En resumen, hay que considerar que la hemoglobinuria o la

hemólisis son reacciones transfusionales hemolíticas hasta que se

demuestre lo contrario. Cuando se sospeche o se confirme el diag-

nóstico, se deben seguir los pasos que se resumen en la

tabla 45-8

.

Reacción transfusional hemolítica retardada

(reacción inmunitaria extravascular)

Una reacción transfusional hemolítica inmediata suele ser un fenó-

meno espectacular, porque existe una concentración de anticuerpos

suficiente para provocar una destrucción inmediata y apreciable de

eritrocitos. En muchos casos de reacción transfusional hemolítica,

las células del donante pueden sobrevivir bien al principio, pero se

hemolizan tras un período variable (2-21 días

) 71 .

Este tipo de reac-

ción ocurre sobre todo en receptores que están sensibilizados a los

antígenos eritrocitarios por transfusiones o embarazos previos. Por

consiguiente, este tipo de reacciones retardadas es más frecuente en

mujeres que tienen una predisposición conocida a la aloinmuniza-

ción. Estas reacciones son de tipo transfusional hemolítico retar-

dado y en ellas el nivel de anticuerpos en el momento de la

transfusión es demasiado bajo para ser detectado, o para destruir

eritrocitos. Esto último sólo ocurre cuando aumenta el nivel de

anticuerpos después de un estímulo secundario (es decir, respuesta

anamnésica). Estas reacciones retardadas a menudo se manifiestan

sólopor undescensopostransfusional del hematocrito. Sinembargo,

también pueden aparecer ictericia y hemoglobinuria y provocar

cierto grado de insuficiencia renal, pero es muy infrecuente que

provoquen la muerte del paciente. A diferencia de las reacciones

inmediatas, los anticuerpos de los sistemas Rh y Kidd están impli-

cados con más frecuencia en las reacciones hemolíticas retardadas

que los del ABO. Las mejoras de los procedimientos de los bancos

de sangre han disminuido la incidencia de las reacciones hemolíti-

cas inmediatas, pero las retardadas tal vez no se puedan prevenir,

porque las pruebas previas a la transfusión son incapaces de detec-

tar la presencia de niveles muy bajos de anticuerpos en los posibles

receptores.

Aunque la insuficiencia renal es infrecuente, el equipo qui-

rúrgico deberá incluir en su diagnóstico diferencial la reacción

transfusional hemolítica retardada en todo paciente que tenga un

descenso inexplicado del hematocrito de 2 a 21 días tras una trans-

fusión, incluso sin manifestaciones evidentes de hemólisis. Esto es

fundamental durante el postoperatorio, cuando se cree que el des-

censo del hematocrito se debe a hemorragia y puede ser un criterio

relevante para decidir si es necesaria una intervención adicional.

Reacciones transfusionales no hemolíticas

Las reacciones no hemolíticas a la transfusión sanguínea no suelen

ser graves y son de naturaleza febril o alérgica. Los casos infecciosos

concretos de las reacciones febriles se comentan en el apartado

«Infectividad de la sangre». En ocasiones, la fiebre puede ser el primer

signo de reacción hemolítica o de contaminación bacteriana.

La reacción adversa más frecuente en la transfusión de sangre

es la reacción febril de poca gravedad. Los síntomas son escalofríos,

fiebre, cefalea, mialgias, náuseas y tos no productiva, que aparecen

poco después de la transfusión como consecuencia de la participa-

ción de citocinas pirógenas y del contenido intracelular liberado

por los leucocitos donantes. El uso de sangre leucorreducida dis-

minuirá la incidencia de reacciones febrile

s 72

. Con menos frecuen-

cia el paciente presenta hipotensión, dolor torácico, vómitos y

disnea. Incluso se han descrito infiltrados pulmonares con signos

radiológicos de formación de nódulos prehiliares e infiltrados

basales, junto con edema pulmonar manifiest

o 72

. Como está claro

que las reacciones febriles implican la presencia de fiebre, pueden

confundirse fácilmente con reacciones transfusionales hemolíticas.

La prueba de la antiglobulina directa diferencia con facilidad las

reacciones febriles de las hemolíticas, porque excluye la fijación de

anticuerpos a los eritrocitos del donante transfundidos. Es necesa-

rio descartar otras complicaciones graves (reacciones hemolíticas y

sépticas), que también se asocian a fiebre y escalofríos. No existe un

claro consenso en torno a la cuestión de si se debe interrumpir la

transfusión cuando aparece una reacción febri

l 73,74

.

Las reacciones transfusionales alérgicas son leves, anafilactoi-

des o anafilácticas. La reacción anafilactoide es similar a la anafilaxia

por su clínica, pero no está mediada por IgE. La mayoría de las

reacciones transfusionales alérgicas son leves y se piensa que se

deben a la presencia de proteínas extrañas en la sangre transfundida.

El síntoma más frecuente es la urticaria asociada a picores. En

ocasiones aparece edema facial. Las reacciones alérgicas aparecen

en un 3% de todas las transfusiones. Cuando estas reacciones no se

acompañan de fiebre u otros síntomas sugerentes de reacción hemo-

lítica grave, no es necesario detener la transfusión. Se usan antihis-

tamínicos para aliviar los síntomas alérgicos. En pocas ocasiones

aparece una forma más grave de reacción alérgica anafiláctica, y el

paciente presenta disnea, hipotensión, edema laríngeo, dolor torá-

cico y shock. Estas reacciones están ocasionadas por la transfusión

de IgA a pacientes con déficit de ese anticuerpo y que han formado

anti-IgA. En este tipo de reacción no hay destrucción de eritrocitos

y ocurre muy rápido, por lo general tras la transfusión de sólo unos

1520

Control de la anestesia

III

Tabla 45-8

 Pasos a seguir en el tratamiento de una reacción transfusional

hemolítica

1. INTERRUMPIR LA TRANSFUSIÓN

2. Mantener la diuresis en un mínimo de 75-100 ml/hora mediante los

siguientes métodos:

a. Administración abundante de líquidos intravenosos y tal vez de

manitol (12,5-50 g a pasar en 5-15 minutos).

b. Si los líquidos y el manitol intravenosos no son eficaces, administrar

furosemida intravenosa (20-40 mg).

3. Alcalinizar la orina. Debido a que el bicarbonato se excreta sobre todo

por orina, sólo se requieren de 40 a 70 mEq de bicarbonato sódico por

70 kg de peso corporal para aumentar el pH urinario a 8, tras lo cual las

determinaciones repetidas del pH urinario indicarán la necesidad de

más bicarbonato.

4. Analizar las concentraciones plasmática y urinaria de hemoglobina.

5. Determinar el recuento de plaquetas, el tiempo de tromboplastina

parcial y los niveles séricos de fibrinógeno.

6. Devolver la sangre no administrada al banco para repetir las pruebas

cruzadas.

7. Enviar muestras de sangre y orina del paciente al banco para su análisis.

8. Evitar la hipotensión para asegurar un flujo renal adecuado.