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primera unidad multidisciplinaria se puso en práctica en el Tacoma

General Hospital, seguido por la Universidad de Washington en

1960. Desde 1970 hasta 1990, el número de unidades de manejo

del dolor continuó creciendo, la mayoría dirigida por anestesiólo-

gos en Norteamérica y Europa. Estos centros especializados en

dolor deberían tener personal y medios para evaluar y tratar los

aspectos biomédicos, psicosociales y ocupacionales del dolor

crónico y para educar y enseñar a estudiantes de medicina, resi-

dentes y especialistas. Las recomendaciones respecto a las caracte-

rísticas deseables de las unidades de manejo del dolor se han

publicado por la IAS

P 43

. El manejo multidisciplinar y multimodal

da lugar a una mejoría de la actividad física y psicosocial, dismi-

nuye el uso de atención sanitaria y estimula la rehabilitació

n 40,44

.

Algunos metaanálisis han demostrado que estos programas ofrecen

el tratamiento basado en la evidencia más eficaz y en la relación

coste-eficacia del dolor crónico no malign

o 30,45,46

. El tratamiento del

dolor crónico sin un abordaje interdisciplinario es inadecuado y

puede dar lugar a fallos en el diagnóstico (p. ej., no tener en cuenta

procesos psicológicos en una lumbalgia discogénica o no tener en

cuenta una etiología somática en un trastorno doloroso presunta-

mente «psicógeno»

) 47 .

Además, los abordajes monomodales con-

vencionales como la farmacoterapia sola perpetúan una búsqueda

cara, fútil e interminable de soluciones médicas

30,42

.

El equipo principal consta de un médico especialista en

manejo del dolor (anestesiólogo con formación en esta subespecia-

lidad), un psicólogo, un fisioterapeuta y un terapeuta ocupacional.

Dependiendo de las circunstancias locales, este equipo puede

suplementarse con administrativos, enfermeras especialistas y far-

macólogos. La evaluación inicial del paciente por miembros del

equipo principal determina qué otros especialistas serán necesarios

para completar la valoración. Después de esta evaluación, el

paciente es presentado a todo el equipo principal y se desarrolla

un tratamiento global. Este plan se ajusta a las necesidades del

paciente, sus capacidades y expectativas, prestando atención en

establecer objetivos terapéuticos medibles para el mismo. Puede ser

necesario un período de varias semanas. Para estimular la adhesión

del paciente, es esencial discutir previamente con éste de forma

abierta los objetivos del tratamiento en relación con sus expectati-

vas. Muchos pacientes esperan una resolución total del dolor y la

vuelta a una actividad completa, un objetivo que puede no ser

conseguido. En muchos casos, las opciones realistas son una reduc-

ción del dolor; una mejoría en la función física, el estado de ánimo

y el sueño; el desarrollo de habilidades activas de afrontamiento, y

la vuelta al trabajo. De esta forma, la rehabilitación, más que la cura,

es la opción terapéutica más apropiad

a 30,48

.

Psicología

El objetivo del psicólogo comprende una valoración inicial y abor-

dajes terapéuticos como la educación, el tratamiento cognitivo-

conductual y el entrenamiento de la relajación. La valoración del

paciente abarca las dimensiones sensitivas, afectivas, cognitivas,

conductuales y ocupacionales del problema del dolor. Se necesita

una historia extensa (biografía), un análisis conductual y el uso de

cuestionarios. La mayoría de los cuestionarios incluyen escalas de

valoración de la intensidad del dolor (p. ej., escalas numéricas o

analógicas visuales), de las conductas del dolor (p. ej., West Haven-

Yael Multidimensional Pain Inventory), de las cualidades multidi-

mensionales del dolor, del afrontamiento cognitivo, del miedo (p.

ej., State Trait Anxiety Inventory), de la depresión y de otros sínto-

mas asociados. Las indicaciones para el manejo psicológico del

dolor son una somatización importante, alteraciones depresivas, un

afrontamiento inadecuado, el abuso de drogas y altos niveles de

conductas dolorosas reforzadas por el ambiente (p. ej., familiares).

El tipo de tratamiento depende del síndrome doloroso. Por ejemplo,

la cefalea, el dolor reumático inflamatorio y las lumbalgias inespe-

cíficas se benefician de forma específica del tratamiento conduc-

tua

l 38,49

, lo que habitualmente significa un completo cambio de vista

por parte del paciente desde un receptor puramente pasivo del

tratamiento curativo a un abordaje activo basado en el paciente

para conseguir una mejoría funcional, una rehabilitación vocacio-

nal y un menor uso de los sistemas sanitarios a pesar del dolor. De

esta forma, la disminución del dolor en sí misma deja de ser el

centro del tratamient

o 42 .

Fisioterapia

El papel del fisioterapeuta comprende una evaluación inicial del

sistema musculoesquelético, una valoración del lugar de trabajo y

del hogar del paciente, la educación en habilidades de afronta-

miento físicas activas y el manejo de los procesos de rehabilitación

física. Un programa intensivo de ejercicios con énfasis en la res-

ponsabilidad del paciente en su automanejo es una parte integral

de los programas globales para el dolor crónico no malign

o 30,40,44 .

Si se mejoran la actividad, la movilidad y la postura se contrarres-

tan los efectos de la inactividad y se complementa el tratamiento

conductual. El fisioterapeuta estimula la adopción del ejercicio

físico en la vida diaria, facilita la exposición repetida al movi-

miento lo máximo posible a pesar del dolor y refuerza la educa-

ción en el modelo biopsicosocial del manejo del dolor. Diferentes

técnicas físicas como el acondicionamiento muscular, el aeróbic y

otras son eficaces para mejorar la resistencia y disminuir el dolor,

la incapacidad y las conductas de aversión por mied

o 50,53 .

Por otro

lado, los tratamientos pasivos como el masaje o las intervenciones

de quiroprácticos no son beneficiosa

s 54,55 .

El régimen de ejercicio

gradual sigue el concepto original de Fordyce y cols

. 36

. Se enseña

a los pacientes a encontrar un nivel basal de tolerancia para cada

ejercicio. Posteriormente, se negocia un programa de mejora y se

llega a un acuerdo. El paciente observa mejoría de forma diaria y

ha de completar un plan de ejercicios independientemente de

cómo se sienta. De esta forma, el control sobre la conducta ante el

ejercicio depende del plan más que del dolor, ya que se desconecta

el dolor del ejercicio. La motivación individual es un factor impor-

tante para determinar cómo los pacientes aprenden a manejar el

dolo

r 56 .

Terapia ocupacional

El terapeuta ocupacional enseña al paciente a conseguir objetivos

vitales a pesar del dolor y a sobreponerse a las limitaciones impues-

tas por aquél. La valoración inicial comprende una historia de la

vida laboral y de su localización, de la vida familiar y de las acti-

vidades diarias, así como un examen físico para determinar el

rango de movimiento y la presencia de alteraciones del mismo o

deformidades que puedan disminuir su capacidad. Los objetivos

terapéuticos principales son reducir el dolor y la incapacidad aso-

ciada, promover una funcionalidad óptima en la vida diaria y

estimular las relaciones familiares, sociales y laborales de forma

adecuad

a 57 .

Un objetivo importante es apoyar la vuelta al trabajo

del paciente, incluyendo un acondicionamiento laboral especí-

fic

o 58

. La posibilidad de volver al trabajo después de un período de

baja laboral por una lumbalgia, por ejemplo, aparentemente dis-

minuye con el tiempo, lo que genera un enorme coste a la sociedad

debido a las compensaciones salariales, el apoyo social y la pérdida

Anestesia y tratamiento del dolor crónico

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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