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secundarios intolerable

s 64 .

La adaptación inducida por opioides

sucede a múltiples niveles en el sistema nervioso central y otros

órganos; comienza con la modulación directa de la señalización del

receptor opioide y se extiende a una compleja red neuronal, inclu-

yendo las conductas aprendidas. Los mecanismos propuestos impli-

cados en la tolerancia farmacodinámica son el desacoplamiento del

receptor opioide y la proteína G, la disminución de receptores por

internalización/reciclaje y el aumento de la sensibilidad del receptor

NDMA (v.

fig. 48-3

, panel inferior

) 61,65

. Además, la farmacocinética

(p. ej., alteración en la distribución o metabolismo de los opioides)

y la tolerancia aprendida (p. ej., habilidades compensatorias desarro-

lladas durante una intoxicación leve) y un aumento de la estimula-

ción nociceptiva por factores de crecimiento tumoral, inflamación o

formación de neuromas son posibles razones para incrementar las

necesidades de dosi

s 62,66 .

Existe una falta de cuidadosos estudios

clínicos controlados que demuestren de forma inequívoca la toleran-

cia farmacodinámica a la analgesia por opioides en paciente

s 67 .

Actualmente se está debatiendo si los opioides pueden para-

dójicamente inducir hiperalgesi

a 68 .

Sin embargo, en un escrutinio

más detallado de los datos disponibles parece que la mayoría de los

estudios han demostrado en realidad hiperalgesia inducida por

retirada, un fenómeno bien conocido después del cese abrupto de

opioides (v. también más adelante la sección «Manejo perioperato-

rio de pacientes con dolor crónico»). A dosis ultraelevadas, ocasio-

nalmente utilizadas en pacientes con dolor oncológico extremo, se

han observado casos singulares de alodinia, que se han atribuido a

los efectos neuroexcitatorios de los metabolitos de los opioide

s 69 .

No existe una prueba concluyente de que aparezca hiperalgesia

durante la administración crónica o perioperatoria de dosis habi-

tuales de opioides en paciente

s 68 .

Los opioides son efectivos en la periferia (p. ej., por administra-

ción tópica o intraarticular, particularmente en tejidos inflamados), en

el neuroeje (por administración intratecal, epidural o intracerebroven-

tricular) y sistémicamente (administración intravenosa, oral, subcutá-

nea, sublingual o transdérmica

) 61,70 .

La elección clínica de un compuesto

en particular o su formulación se basa en consideraciones farmacociné-

ticas (vía de administración, inicio deseado o duración, lipofilidad) y en

los efectos secundarios asociados con la respectiva vía de administración

del fármac

o 71,72 .

Las dosis dependen de las características del paciente,

del tipo de dolor y de la vía de administración. Los opioides adminis-

trados por vía sistémica y espinal pueden producir efectos secundarios

similares, dependiendo de la posología y la redistribución sistémica/

rostral. Para la aplicación intratecal se prefieren fármacos lipofílicos, ya

que son atrapados en lamédula espinal y esmenos probable quemigren

hasta el cerebro a través del líquido cefalorraquídeo. Los efectos secun-

darios adversos pueden minimizarse mediante una cuidadosa dosifica-

ción y una monitorización intensa del paciente, o pueden tratarse con

otros medicamentos (antieméticos, laxantes) o con naloxona. No se han

publicado efectos adversos significativos con la aplicación periférica (p.

ej., tópica) de pequeñas dosis de opioides inactivas sistémicamente. La

investigación actual tiene comometa el desarrollo de opioides aplicables

de forma sistémica con un acceso restringido al cerebr

o 11,73 .

Los opioides son los fármacos más eficaces para tratar el dolor

agudo intenso y el dolor oncológico crónico. El uso de opioides en

el dolor crónico no oncológico (p. ej., neuropático, musculoesquelé-

tico) no está apoyado de forma inequívoca por ensayos clínicos

aleatorizados (ECA) ciegos y con una potencia adecuada, y los datos

epidemiológicos sugieren que los opioides no mejoran la calidad de

vida o la capacidad funciona

l 74

. Hasta ahora, los estudios doble ciego

controlados con placebo han investigado hasta un máximo de dura-

ción del tratamiento de 8 semana

s 75,76

. Sólo unos pocos ECA han

requerido una estricta retirada de analgésicos no opioides antes del

estudio para comprobar los efectos de una única medicación con

opioide

s 75,77-80

, y algunos otros han examinado una mezcla no espe-

cífica de fármacos opioides y no opioides. Los máximos valores de

reducción del dolor fueron del 17% en comparación con placebo, un

efecto clínicamente no significativo. Parámetros de resultados más

importantes como los factores psicosociales, la calidad de vida y el

estado funcional han sido investigados enmuy pocos ensayo

s 75-79,81,82 .

Sólo uno de los estudios que utilizó solamente opioide

s 78

y dos que

utilizaron fármacos mixto

s 82,83

demostraron una discreta mejoría.

Los ya conocidos efectos secundarios adversos de los opioides

(náuseas, sedación, estreñimiento, mareo, etc.) se observaron en

todos estos estudios y provocaron el abandono de un número signi-

ficativo (hasta el 58%) de sujetos. Por esto, consistente con la

1570

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Figura 48-3

 Señalización y reciclaje del receptor opioide.

Panel superior,

los ligandos opioides inducen un cambio conformacional en el receptor que

permite el acoplamiento de proteínas G al receptor. La proteína G

heterotrimérica se disocia en las subunidades activas G

a

y G

bg

(a) que

pueden inhibir las adenilciclasas y disminuir el adenosín monofosfato cíclico

(AMPc) (b), reduciendo la conductancia de los canales de Ca

2+

dependientes

del voltaje o abriendo los canales de K

+

de rectificación (c). Además, las vías

de la fosfolipasa C (PLC) y la fosfocinasa C (PKC) pueden activarse (d) para

modular la actividad del canal de Ca

2+

en la membrana plasmática (e).

Panel

inferior,

la desensibilización del receptor opioide y su movimiento son

activados por los receptores de cinasas acoplados a proteínas G (GRK).

Después de la unión de la arrestina, el receptor se encuentra en un estado

desensibilizado en la membrana plasmática (a). Los receptores de unión de la

arrestina pueden entonces ser internalizados a través de una vía dependiente

de clatrina y ser o bien reciclados hasta la superficie celular (b) o bien

degradados en los lisosomas (c). (

Adaptada de Zöllner C, Stein C: Opioids.

Handb Exp Pharmacol

177:31-63, 2007

.)