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de producció

n 29,59

. Entre las barreras a la vuelta al trabajo se inclu-

yen la insatisfacción laboral y la percepción del impacto del trabajo

sobre la causa del dolo

r 60

. Junto con el paciente, el terapeuta ocu-

pacional debe desarrollar un programa para aumentar la autoes-

tima, devolver la autoeficacia y promover una función laboral y de

ocio óptima a pesar del dolor.

Anestesiología

El papel del anestesiólogo en el tratamiento del dolor crónico ha

cambiado de forma considerable en las últimas décadas. Las «prác-

ticas de bloqueos nerviosos» han sido sustituidas por centros de

manejo del dolor interdisciplinarios. En este contexto, el anestesió-

logo actúa como un educador-médico, no sólo como un técnico

experto. El desafío es combinar de forma óptima las habilidades de

la anestesia regional y los conocimientos farmacológicos con los

componentes psicosociales del dolor crónico para conseguir servi-

cios del manejo del dolor más globales. Los anestesiólogos necesi-

tan usar su experiencia en farmacoterapia, bloqueos nerviosos y

habilidades técnicas dentro de un abordaje de amplia base biopsi-

cosocial. El objetivo no es sólo disminuir el dolor, sino también

disminuir la discapacidad y mejorar la calidad de vida y la funcio-

nalidad. Es de crucial importancia reconocer que la forma conven-

cional de administrar la medicación «a demanda» o el hecho de

utilizar bloqueos nerviosos para un alivio del dolor a corto plazo

puede reforzar la conducta del dolor y la creencia del paciente en

una alteración física subyacente que se maneja mejor con procedi-

mientos biomédico

s 42

. Además, se mantienen falsas expectativas,

como la noción de que el paciente debería ser un receptor pasivo

más que un participante activo en el proceso, y se promueven falsas

asunciones, como que el dolor es el principal problema en la vida

del paciente. Este abordaje deja de lado los factores psicosociales,

perpetúa una búsqueda cara e inútil de soluciones biomédicas uni-

dimensionales y promueve la somatización iatrogénica, la medica-

lización y un gran uso de los sistemas sanitarios por los pacientes

con dolor crónic

o 42 .

El papel del anestesiólogo dentro de un equipo

interdisciplinario difiere dependiendo del tipo de paciente que va

a tratarse. El manejo del dolor oncológico y agudo demanda un

rango mayor de las habilidades técnicas del anestesiólogo y de su

conocimiento farmacológico. En el dolor crónico no maligno, las

capacidades del anestesiólogo como educador, director y motiva-

dor son mucho más importantes. Como miembro de un equipo

interdisciplinario, el anestesiólogo tiene que reforzar y mantener el

objetivo biopsicosocial, responder de forma apropiada a los pro-

blemas somáticos y manejar la medicación. En concierto con otros

miembros del equipo, el anestesiólogo utiliza estrategias de moti-

vación para facilitar que el paciente se implique en los objetivos de

reactivación autodirigidos en los dominios físico, psicosocial, de

ocio y vocacional. Al mismo tiempo, la presencia del anestesiólogo

proporciona una «credibilidad de bata blanca» y es esencial para

evitar la conclusión peyorativa del paciente de que el dolor está

«todo en mi cabeza». El anestesiólogo vigila el estado físico del

paciente, el desarrollo potencial de nuevos problemas médicos y la

medicación. Además, proporciona un reforzamiento en tiempo real

y una educación respecto a la ausencia de cualquier alteración

relevante y el mínimo papel de la cirugía, y ofrece información

médica para tomar decisiones fundamentadas. El anestesiólogo

desempeña un papel crucial dentro del equipo multidisciplinar al

dirigir al paciente hacia un plan de tratamiento multimodal. Esto

se refleja en el hecho de que la mayoría de los terapeutas del dolor

en el mundo son anestesiólogos. En el contexto clínico descrito, el

anestesiólogo trabaja de forma cercana con otros profesionales

sanitarios, y de este modo gana un reconocimiento añadido fuera

del quirófan

o 42 .

Fármacos utilizados para

el dolor crónico

Los analgésicos interfieren en la generación o la transmisión (o

ambas) de los impulsos después de la estimulación por dolor del

sistema nervioso (nocicepción). Esto puede suceder tanto a niveles

periféricos como centrales del neuroeje. El objetivo terapéutico

consiste en disminuir la percepción del dolor. Los analgésicos son

utilizados para modular bien la generación de sustancias químicas

nociceptivas (p. ej., prostaglandinas) o bien la activación de recep-

tores neuronales o canales iónicos que transducen o transmiten

estímulos nociceptivos (p. ej., péptidos, cininas, receptores mono-

aminas, canales de Na

+

). Los fármacos actualmente utilizados para

el dolor crónico son opioides, antiinflamatorios no esteroideos

(AINE), compuestos serotoninérgicos, antiepilépticos y antidepre-

sivos

( tabla 48-1 )

. Otras clases, como agonistas del receptor adre-

nérgico, antagonistas de receptores de aminoácidos excitatorios (p.

ej., NMDA), antagonistas de neurotrofinas, antagonistas de recep-

tores de neuropéptidos (p. ej., péptido relacionado con el gen de la

calcitonina), antagonistas del receptor de cininas, antagonistas del

receptor de prostaglandina E, cannabinoides y bloqueantes de

canales iónicos (p. ej., TRP, P2X) están actualmente bajo investiga-

ción, pero no se utilizan todavía de forma rutinaria. Los anestésicos

locales se usan para técnicas locales y de anestesia regional. Las

mezclas de fármacos combinan diferentes mecanismos, como la

inhibición de la recaptación de noradrenalina y efectos agonistas

opioides (tramadol), o efectos agonistas opioides y efectos antago-

nistas NMDA (ketamina). Pueden utilizarse diversas vías de admi-

nistración de fármacos (p. ej., oral, intravenosa, subcutánea,

intratecal, epidural, tópica, intraarticular, transnasal), dependiendo

de las circunstancias clínicas. El dolor crónico requiere un abordaje

multidisciplinar que englobe varias estrategias terapéuticas farma-

cológicas y no farmacológicas (psicológicas, fisioterapia) (v. la

sección anterior, «Manejo interdisciplinario del dolor crónico»).

Opioides

Los opioides actúan sobre receptores acoplados a proteína G hep-

tahelicoidales. Se han clonado tres tipos de receptores opioides (

m

,

d

,

k

). Se han propuesto subtipos adicionales (p. ej.,

m

1

,

m

2

,

d

1

,

d

2

)

posiblemente consecuencia de polimorfismos genéticos, variantes

de empalme o procesos alternativos. Los receptores opioides están

localizados y pueden activarse en todos los niveles del neuroeje,

incluyendo los procesos periféricos y centrales de las neuronas sen-

sitivas primarias (nociceptores), la médula espinal (interneuronas,

neuronas de proyección), el tronco cerebral, el mesencéfalo y el

córtex. Todos los receptores opioides se acoplan a proteínas G (fun-

damentalmente G

i

/G

o

) y, por tanto, inhiben la adenilciclasa, dismi-

nuyen la conductancia de los canales de Ca

2+

dependientes del

voltaje o abren los canales de K

+

de rectificación, o cualquier com-

binación de estos efectos

( fig. 48-3

, panel superior). Estos efectos

producen al final una disminución de la actividad neuronal. La

disminución del flujo de entrada de Ca

2+

inhibe la liberación de

neurotransmisores excitatorios (pronociceptivos). Un ejemplo pro-

minente es la supresión en la liberación de sustancia P desde neu-

ronas sensitivas primarias tanto dentro de la médula espinal como

de sus terminales periféricos dentro del tejido lesionado. En la

membrana postsináptica, los opioides producen hiperpolarización

al abrir los canales de K

+

, lo que previene la excitación o propaga-

ción de potenciales de acción en neuronas de proyección de segundo

orden. Además, los opioides inhiben canales de Na

+

resistentes a la

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV