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PAI que lleva a insuficiencia cardíaca congestiva puede ser pequeña.

Por tanto, se requiere un manejo juicioso de los líquidos.

En los pacientes con EM, se debe mantener la frecuencia

cardíaca dentro de su rango normal. La taquicardia puede ser mal

tolerada por el menor tiempo para el llenado diastólico. Además,

los gradientes de presión dependen en cierto grado del flujo en la

EM. Un estado de flujo elevado, como el embarazo y aumento de

la actividad simpática, sea de la causa que sea, pueden aumentar

de modo espectacular el gradiente de presión a través de la válvula

y se reflejan en una mayor PAI o presión venosa pulmonar. Eco-

cardiográficamente, el concepto de gradientes valvulares deriva del

empleo de una forma modificada de la ecuación de Bernoulli,

P=4v

2

, donde «v» es la velocidad medida del flujo de sangre a

través de la válvula. Así, cualquier aumento en la velocidad del flujo

transvalvular causado por un aumento en la frecuencia cardíaca

tiene una repercusión significativa sobre la dinámica del flujo

transvalvular y sobre la PAI.

Las contribuciones auriculares al volumen por latido pueden

verse aumentadas en los pacientes con EM que se hallan en los

estadios iniciales de la enfermedad y no en FA. Cuando se ha pro-

ducido FA, se pierde la contracción auricular. Sin embargo, el factor

más importante en el deterioro del estado clínico del paciente es

la propia taquicardia más que la pérdida de la contracción

auricular.

La contractilidad y la RVS suelen estar preservadas en la EM.

Si acaso, el ventrículo izquierdo presenta crónicamente un volumen

disminuido, pero pueden producirse anomalías del movimiento pa-

rietal o disfunción sistólica global en un pequeño porcentaje de

pacientes con EM. Por lo general, la RVS no es un factor que avance

el flujo anterógrado, porque el volumen latido viene determinado por

el área del orificio de la válvula mitral y el intervalo de llenado dias-

tólico. Puede resultar apropiado disminuir la RVS en el caso de un

ventrículo izquierdo que tenga una acusada disfunción sistólica, pero

hay que tener cuidado porque una reducción en la poscarga se acom-

paña inevitablemente de una reducción en la precarga, que puede no

ser deseable en los pacientes con EM significativa.

La disfunción del ventrículo derecho plantea probablemente

un mayor reto en el tratamiento de los problemas con EM que la

disfunción del ventrículo izquierdo. Las elevaciones crónicas en

la PAI llevan a congestión venosa pulmonar, aumento de la presión

venosa pulmonar y, en último término, aumento de la PAP. El

ventrículo derecho se hipertrofia y se dilata en respuesta a una PAP

crónicamente elevada. Las elevaciones prolongadas en la presión

llevan a la larga a disfunción contráctil del ventrículo derecho.

Aunque la valvuloplastia puede reducir la presión pulmonar, des-

cargando así un ventrículo derecho disfuncional, la PAP elevada

asociada con EM de larga duración puede tener un componente

permanente, especialmente en pacientes con enfermedad pulmo-

nar asociada. Por consiguiente, puede ser persistente la disfunción

del ventrículo derecho. En un paciente con vasculopatía pulmonar

residual y disfunción del ventrículo derecho, la principal prioridad

clínica es dar soporte a un ventrículo derecho insuficiente o mar-

ginalmente funcional.

La monitorización de estos pacientes incluye modalidades

no invasivas estándar y la monitorización invasiva de la presión

sanguínea, PVC, y ecocardiografía intraoperatoria. Puede ser de

gran utilidad la monitorización de la PAP y del gasto cardíaco con

un catéter en la AP, pero debe tenerse en cuenta la propensión a la

rotura de la AP en pacientes con hipertensión pulmonar de gran

duración. Puede requerirse soporte inotrópico en los pacientes con

disfunción secundaria o insuficiencia del ventrículo derecho. La

epinefrina y la milrinona constituyen buenas opciones terapéuti-

cas. El manejo de la disfunción del ventrículo derecho incluye la

optimización del equilibrio acidobásico con empleo de hipocapnia,

hiperoxia y, posiblemente, vasodilatadores para disminuir la RVP.

Insuficiencia mitral

Puede clasificarse la IM en orgánica (valvulopatía intrínseca) o

funcional (es decir, relacionada con componentes no valvulares del

aparato mitral). Es común que la IM tenga un componente funcio-

nal y otro orgánico, como en la valvulopatía reumática que da lugar

a dilatación anular o del ventrículo izquierdo con anomalías super-

puestas de coaptación de las valvas. En los países desarrollados, las

causas más comunes de IM son: 1) degeneración mixomatosa de

la válvula mitral que da lugar a dilatación anular, elongación y

ruptura cordal, y valvas redundantes, que se prolapsan u oscilan,

y 2) insuficiencia mitral causada por cardiopatía isquémica.

Se valora la gravedad de la IM atendiendo a si la IM es aguda

o crónica. Los síntomas, exploración física, hemodinámica y eco-

cardiografía proporcionan, todos ellos, una información útil para

atribuir un grado de intensidad

( tabla 50-11 )

. La valoración eco-

cardiográfica es particularmente importante para guiar las decisio-

1696

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Figura 50-23

 Representación esquemática de los cambios hemodinámicos

que se producen en diversos estadios de la gravedad de la estenosis mitral.

El área valvular figura listada encima de cada estadio.

, aumentada;

,

disminuida; AI, presión en la aurícula izquierda; GC, gasto cardíaco; N,

normal; AP, presión en la arteria pulmonar.

(De Rappaport E: Natural history

of aortic and mitral valve disease.

Am J Cardiol

35:221-227, 1975.)