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distraído a la izquierda, lo que da lugar con frecuencia a un fracaso

en la aposición de las valvas de la tricúspide y a un aumento del

reflujo tricuspídeo. Así, algo más que un reflujo tricuspídeo leve

necesita generalmente la anuloplastia tricuspídea. Una función sig-

nificativamente reducida del ventrículo derecho debe hacernos con-

siderar el soporte biventricular, porque es mayor el riesgo de fracaso

del ventrículo derecho cuando el lado izquierdo del corazón está

descomprimido (como consecuencia de una alteración de la geome-

tría del ventrículo derecho, aumento de la precarga, aturdimiento

potencial durante la DCP y un aumento potencial del reflujo

tricuspídeo).

Se valora la función de la válvula aórtica, porque la insufi-

ciencia valvular aórtica de moderada a grave da lugar a reflujo de

sangre al interior del ventrículo izquierdo cuando se activa el

DAVI. Este reflujo previene la descompresión efectiva del ventrí-

culo izquierdo por el DAVI; en consecuencia, aunque hay un

aumento del flujo por el DAVI, se verá comprometida la perfusión

sistémica anterógrada efectiva. Se inspecciona el tabique interau-

ricular en busca de un agujero oval permeable, porque cuando

queda comprometido el soporte del DAVI, las presiones en la aurí-

cula izquierda llegarán a ser menores que en la aurícula derecha;

esta diferencia de presiones causará una derivación de derecha a

izquierda a través del defecto, con lo que se altera la oxigenación

sistémica. Se valora la aorta torácica en busca de calcificaciones,

placas y dilatación.

Durante la DCP, se utiliza la ETE para asegurarse de que la

cánula del flujo de entrada al DAVI está centrada en el ventrículo

izquierdo y dirigida apropiadamente, alejándose del tabique inter-

ventricular o de la pared libre de dicho ventrículo (para evitar

oclusión de la entrada) y hacia la válvula mitral para asegurarse

de un llenado óptimo sin obstrucción. Cuando el DAVI se activa

y se da comienzo al protocolo de desgasificación cerca del final de

la DCP, se utiliza la ETE para valorar la suficiencia de la retirada

de aire.

Para funcionar apropiadamente, los DAVI han de tener una

precarga adecuada. Cuanto más rápidamente se llena el DAVI, más

rápidamente expulsa la sangre, aumentando así el gasto efectivo del

DAVI. Una precarga apropiada depende de la capacidad del ven-

trículo derecho para bombear un volumen suficiente de sangre a

través del circuito pulmonar y del grado en que el circuito pulmo-

nar permite el flujo de sangre. Por consiguiente, una retirada satis-

factoria de la DCP suele requerir una función adecuada del

ventrículo derecho y una PAP razonablemente baj

a 393 .

La monito-

rización con ETE puede detectar signos tempranos de insuficiencia

del ventrículo derecho (es decir, distensión y hipocinesia del ven-

trículo derecho), junto con elevaciones en la CVP y PAP. La insu-

ficiencia del ventrículo derecho comporta un riesgo significativo

de mortalidad y morbilidad. El tratamiento de la insuficiencia ven-

tricular derecha después de la inserción de un DAV es similar al

tratamiento después del trasplante cardíaco (v. sección anterior y

cuadros 50-5 a 50-7 )

, incluida la posible necesidad de vasopresina

(v.

cuadro 50-8

). Rara vez, los pacientes pueden precisar soporte

con un dispositivo de asistencia del ventrículo derecho.

Después de suspender la DCP, también es importante la ETE

para valorar la suficiencia del volumen intravascular, posible deri-

vación de derecha a izquierda, aparición (o empeoramiento) de

incompetencia de la válvula aórtica o tricuspídea, descompresión

del ventrículo izquierdo, suficiencia del flujo de entrada al DAVI,

y ausencia de aire residual. Si los flujos del DAVI son menores de

lo esperado, la ETE es de utilidad para descartar hipovolemia y

taponamiento. Además, puede utilizarse la ETE para reevaluar las

posiciones de las cánulas de entrada y salida de flujo, porque una

obstrucción parcial del flujo de entrada al DAVI o de salida de él

puede causar hemólisis por cizallamiento a medida que el flujo se

acelera alrededor de la boca de una o de ambas cánulas. El mejor

modo de detectar los problemas hemodinámicos es con cartografía

de flujo en Doppler color.

En el período posderivación, los principales objetivos del

clínico son invertir la anticoagulación y lograr una hemostasia

adecuada. El volumen requerido de productos hemáticos puede ser

alto y se requieren dispositivos para una rápida infusión de los

componentes hemáticos. Dado que el flujo por el DAVI depende

del volumen, una disminución de flujo suele ser consecuencia de

un déficit de volumen, aunque la disfunción del ventrículo derecho

puede causar también una disminución del flujo. Igualmente, aun

siendo adecuados una carga de volumen y un gasto del DAVI, la

presión de perfusión sistémica puede ser demasiado baja en los

primeros estadios después de la inserción de la bomba. Este pro-

blema puede estar causado por el shock vasodilatador relacionado

con el estado descompensado preoperatorio del paciente, metabo-

lismo alterado de los IECA o amiodarona, efectos secundarios de

la milrinona, o deficiencia de arginina vasopresin

a 394 .

Por tanto,

puede requerirse la administración de vasopresina para mantener

la presión sistémica.

Después de la implantación del DAVI, tal vez no sea posible

el cierre torácico primario durante 24-48 horas, hasta que se haya

estabilizado la función cardíaca y controlado el riesgo de hemorra-

gia. Cuando sea posible el cierre esternal, se puede separar a los

pacientes del respirador. Para una extubación satisfactoria, con fre-

cuencia se requiere promover la diuresis con el fin de aliviar la

sobrecarga residual de volumen intersticial pulmonar.

Recuperación

Aunque el enlace al trasplante cardíaco y tratamiento de destino

con los DAVI está bien estudiado, está menos elaborado y com-

prendido el enlace a la recuperación a largo plazo. Se ha descrito

un remodelado inverso con la descarga prolongada del ventrículo

izquierdo por un DAVI, junto con la administración de clenbuterol,

agonista del receptor

b

2

-adrenérgico, para prevenir la atrofia mio-

cárdic

a 395 .

Se requieren nuevas investigaciones para determinar la

duración del soporte con DAV necesario para la recuperación mio-

cárdica, definir el nivel óptimo de descarga ventricular y establecer

la sostenibilidad de esta recuperació

n 381,396 .

Otros procedimientos

Remodelado ventricular quirúrgico

P

rocedimiento

de

escisión

ventricular

posterior

.

 En

los pacientes con IC, el ventrículo izquierdo se dilata y causa un

mayor estrés de la pared ventricular, muerte celular miocárdica y

fibrosis. Se ha pensado que la inversión de la dilatación ventricular

puede prevenir una mayor muerte celular miocárdic

a 369 .

Por con-

siguiente, se han investigado los procedimientos ideados para

«remodelar» el ventrículo izquierdo.

Batista y cols

. 397

introdujeron en Brasil la ventriculectomía

parcial izquierda (cirugía de reducción del VI). Este procedimiento

implica la resección de un segmento del miocardio hipertrofiado

para restablecer su tamaño y función normales. También se repara

o sustituye la válvula mitral, y puede efectuarse CRC en caso

necesario. Los resultados han sido variables: la IC empeoró en

algunos pacientes, pero en otros se ha demostrado una mejoría

establ

e 369,398 .

P

rocedimiento de

D

or

.

 Otra técnica de remodelado ven-

tricular, el procedimiento de Dor, implica la colocación de un

parche endoventricular a través de una ventriculotomí

a 399 .

El pro-

cedimiento está ideado para reducir el volumen del ventrículo iz­

quierdo dilatado, disminuyendo así el estrés sobre el ventrículo

remodelado, así como la I

M 400 .

La restauración de una forma elíp-

tica más normal puede mejorar también la función sistólica. En un

estudio multicéntrico de 1.198 pacientes se observó que la media

de la FE mejoró del 30-40% después del procedimiento de Do

r 401 .

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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