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en grandes volúmenes puede producir una acidosis metabólica hiper-

clorémic

a 129

. El significado fisiológico de esta acidosis, que afecta al

espacio del líquido extracelular, pero no al intracelular, resulta incierto.

Como mínimo, tiene el potencial de confundir el cuadro diagnóstico

cuando aparece acidosis. Como resultado, muchos médicos utilizan

sobre todo Ringer lactato. Aunque éste (273mOsm/l) no resulta en

teoría ideal, ni para la reposición individual de sangre ni para las

pérdidas del tercer espacio o pérdidas insensibles, sirve como com-

promiso del todo razonable para cubrir ambas necesidades simultá-

neamente y es muy adecuado en la mayoría de los casos. Sin embargo,

es un líquido hipoosmolar y en animales sanos de experimentación

resulta posible reducir la osmolaridad sérica y provocar edema cere-

bral con un gran volumen de Ringer lactat

o 128 .

Por tanto, en caso de

administrar un gran volumen de líquido (p. ej., en las hemorragias

significativas o en los politraumatismos) nosotros alternamos Ringer

lactato y suero salino de forma equitativa.

La discusión sobre el uso de cristaloides o de coloides es recu-

rrente. Suele surgir en el contexto de una víctima de traumatismo

craneal. A pesar de existir numerosas creencias firmes al respecto, en

realidad sólo ha habido una única demostración de que una reduc-

ción de la presión osmótica coloide, en ausencia de cambios en la

osmolaridad, pueda realmente contribuir a incrementar el edema

cerebral en el caso de un traumatismo craneal experimenta

l 130

. Los

gradientes de presión en la membrana transcapilar que se pueden

producir al reducir la presión osmótica coloide son, de hecho, muy

pequeños en comparación con los creados por los cambios de la

osmolaridad sérica. No obstante, parece que estos pequeños gradien-

tes (probablemente ante una lesión de la barrera hematoencefálica de

gravedad intermedia) sí tienen el potencial de aumentar el edema.

Parece entonces razonable seleccionar un patrón de administración

de líquidos que, además de mantener una osmolaridad sérica normal,

evite reducciones sustanciales de la presión osmótica coloide. Para la

gran mayoría de craneotomías programadas

no

se requerirá la admi-

nistración de soluciones coloides. Sin embargo, en aquellas situacio-

nes que precisen la administración de un volumen considerable

(p. ej., politraumatismos, rotura de aneurismas, laceración de un seno

venoso cerebral, administración de líquidos para mantener la presión

de llenado durante un coma barbitúrico), puede resultar apropiada

una combinación de cristaloide isotónico y coloide.

Qué soluciones coloidales deberían utilizarse

A partir de la experiencia empírica local, creemos que la albúmina

es una elección razonable como solución coloide. Sin embargo, hay

opiniones y corrientes contrarias en la literatura. Un análisis más

recientes de un subgrupo de pacientes en el ensayo Saline versus

Albumin Fluid Evaluation (SAFE) en traumatismos craneales

graves (puntuaciones de 3 a 8 en la escala del coma de Glasgow

[GCS]) demostró un aumento de la mortalidad en los pacientes

tratados con suero salino

131 .

No hay una explicación aceptable. La

formación de edema cerebral, que es más difícil de eliminar, es una

sospecha inevitable. Por el contrario, una comparación retrospec-

tiva no coincidente (es decir, menos de lo que sería científicamente

ideal) del pronóstico tras el mantenimiento de volumen en pacien-

tes con vasoespasmo posterior a una HSA puso de manifiesto un

deterioro de los resultados cuando se abandonaba la albúmina a

favor del suero salin

o 132 .

Finalmente, trabajos en desarrollo que

contienen datos preclínicos y clínicos sugieren una mejoría del

pronóstico neurológico tras la administración de albúmina después

de un accidente cerebrovascula

r 133 .

Estos datos han sido suficientes

para justificar un ensayo fase III sobre accidentes cerebrovasculares

en humanos, el cual comenzó en 200

6 134 .

En su mayor parte, la

literatura existente podría justificar la consideración de limitar los

volúmenes de albúmina en pacientes con traumatismos craneales

severos, aunque deben analizarse las observaciones en curso antes

de que se adopte ninguna postura firme.

Se suelen evitar las soluciones que contengan dextrano debido

a sus efectos sobre la función plaquetaria. Las diversas soluciones que

contienen almidón deben emplearse con cuidado en neurocirugía,

porque además de disminuir por dilución los factores de la coagula-

ción, interfieren directamente tanto con las plaquetas como con el

complejo del factor VII

I 135 .

Obsérvese que la literatura que describe

los efectos sobre la coagulación de los almidones debe leerse teniendo

en cuenta que los efectos sobre la coagulación son proporcionales al

pesomolecular promedio de la preparaciónde almidón. Por desgracia,

las preparaciones que se utilizan en los Estados Unidos son las de

pesos moleculares más altos. Por consiguiente, aunque en neuroanes-

tesia se utilizaran soluciones de hidroxietilalmidón, el médico debería

respetar las restricciones de las dosis recomendadas por el fabricante

y aplicar limitaciones adicionales en aquellas situaciones donde existan

otras razones que alteren el mecanismo de la coagulación. Varios casos

descritos de hemorragia en pacientes neuroquirúrgicos se han atri-

buido a la administración de hidroxietilalmidón. Sin embargo, todos

ellos han presentado circunstancias por las cuales se excedió el límite

recomendado por el fabricante de 20ml/kg/dí

a 136

o en las que se

administró el compuesto hasta el límite recomendado en los días

sucesivos, lo que tal vez provocó un efecto acumulativ

o 137 .

La decisión

de utilizar o no estos productos será frecuentemente sesgada por la

práctica de cada centro. Si se utilizan, debería tenerse en cuenta el

límite recomendado por el fabricante (20ml/kg/24 horas).

En la actualidad ha surgido un considerable interés sobre la

utilización de líquidos hipertónicos, sobre todo para la reanima-

ción de víctimas de politraumatismo

s 138

y de pacientes con lesiones

neurológicas en particula

r 52,139 .

Sin embargo, aún se debe demostrar

la mejoría del pronóstico en este último grupo cuando se asocia

con soluciones hipertónica

s 139 .

Parece improbable que el efecto

inicial de estos líquidos sobre la PIC para el cerebro sea muy

diferente del de una exposición equiosmolar al manito

l 140,141

(aunque se debe reseñar que hay estudios de pacientes que se han

vuelto refractarios al manitol y respondieron al suero salino hiper-

tónico

) 53,142

. Por consiguiente, cuando al final se toman decisiones

sobre la conveniencia y relevancia de estos líquidos en el proceso

de reanimación, parece improbable que estas medidas deban adop-

tarse según sus efectos cerebrales específicos. Parece más probable

que la decisión final respecto a este tipo de líquidos se tome según

sus efectos sobre la circulación sistémica. Por lo general, es proba-

ble que el cerebro lesionado se beneficie de una intervención cuya

ventaja sea recuperar con mayor eficacia la hemodinámica sisté-

mica. Esta afirmación se realiza con la salvedad de que una hipe-

rosmolaridad mantenida (p. ej.,

>

320mOsm/l) producida por

cualquier líquido puede provocar edema cerebral de rebote.

Hipotermia

Los efectos de la hipotermia sobre la fisiología cerebral y sus

posibles mecanismos protectores cerebrales se han presentado

en el capítulo 3. Hay numerosas demostraciones de laboratorio

sobre la eficacia de una hipotermia leve (32-34 °C) a la hora de

reducir la lesión neurológica que ocurre tras agresiones isqué-

micas estandarizadas sobre el cerebro y la médula espinal. Estos

estudios han producido una difusión relativamente amplia de la

hipotermia inducida para el control de procedimientos vascula-

res cerebrales, sobre todo de aneurismas y en ocasiones de MAV.

Un estudio multicéntrico internacional sobre la hipotermia leve

en 1.001 pacientes relativamente en buenas condiciones que

fueron sometidos a cirugía de aneurisma no demostró, sin em-

bargo, ninguna mejoría en el pronóstico neurológic

o 143

. El uso

de rutina de la hipotermia intraoperatoria probablemente irá en

descenso.

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV